I - GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO CON LOS AUSTRIAS.
La
monarquía de los Habsburgo aglutinó una serie de territorios con
administraciones, leyes, instituciones e impuestos particulares y diferentes,
donde ninguno de ellos estuvo constitucionalmente subordinado a otros.
La
CORONA aglutinaba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y se
reservaba la política general del Estado, aunque para ello delegase en otras
instituciones. En España teóricamente colaboraba con las CORTES, órgano
representativo del reino, que en Castilla se ven relegadas a un segundo plano y
en Aragón mantienen su protagonismo.
En
1518 Carlos I nombró a Mercurino de Gattinara como GRAN CANCILLER de
todos los dominios y reinos. Sin embargo este cargo desapareció en 1530 a la
muerte de Gattinara, siendo la figura del Emperador el único elemento de unidad
del Imperio
Más
importante fue la participación en el gobierno de los CONSEJOS, instituciones
especializadas que actuaban con atribuciones consultivas y judiciales, y entre
los que encontramos distintos tipos. Existía un Consejo de Estado
formado por italianos, españoles y borgoñones, con una función claramente
consultiva. Sin embargo era un órgano más bien honorífico, ineficaz como para
convertirse en un organismo que diseñara una política imperial común. Había
otra serie de consejos territoriales con funciones legales y administrativas
cuyas competencias abarcaban los distintos reinos que conformaban la Monarquía
como el Consejo de Castilla; de Aragón; de Navarra; de
Flandes; de Italia; y de Portugal desde 1582 con su anexión
por Felipe II. También aparecen Consejos administrativos con funciones más
especializadas y con competencias sobre territorios más amplios como el Consejo
de la Santa Inquisición, de Hacienda, de las Órdenes Militares,
ó de Cruzada.
Estos
Consejos estaban compuestos mayoritariamente por miembros de la nobleza, el
clero y letrados, en número variable entre 10 o 15 integrantes. El enlace entre
estos Consejos y el Monarca se realizaba por mediación de los SECRETARIOS
que presidían cada uno de los Consejos y que fueron figuras clave en el sistema
de gobierno de los Habsburgo. Estos aportaban dinamismo y soluciones a la
política imperial, preparaban el orden del día de las reuniones y eran
responsables de la redacción de todos los documentos reales. En mucha ocasiones
los Secretarios actuaron con independencia respecto de los propios Consejeros,
cosa aceptada por los monarcas ante la necesidad de tomar decisiones con
rapidez. Esto favoreció la ampliación de la autoridad de los Secretarios y la
utilización de su poder e influencia para su enriquecimiento y el control de la
política. Destacan figuras como Francisco de los Cobos, Secretario del Consejo
de Hacienda con Carlos I; ó Rui Gomes de Silva y Antonio Pérez con Felipe II.
A
nivel territorial la Monarquía estuvo representada en cada territorio por un VIRREY,
salvo en los Países Bajos donde la representación recayó en un GOBERNADOR
GENERAL, destacando con Carlos I a su tía Margarita de Austria (1518-1530)
y a María de Hungría (1531-1555). Con Carlos I el territorio alemán perteneció
a la Monarquía Hispánica y se vinculó su gobierno a Fernando de Austria,
hermano del Emperador.
Tras
la muerte de Felipe II se produjo una merma de la influencia personal de los
reyes. La institución monárquica siguió siendo respetada y aceptada, pero sus
titulares, por falta de talento o voluntad, renunciaron desde entonces a
ejercer personalmente el poder. Los Asturias Menores, Felipe III, Felipe IV y
Carlos II, nunca manifestaron interés por los problemas políticos y delegaron
sus funciones a privados o VALIDOS. Entre los validos podemos destacar
al Duque de Lerma con Felipe III; al Conde Duque de Olivares y a don Luis de Haro
con Felipe IV; y a Francisco Valenzuela y al Duque de Medinaceli con Carlos II.
La figura de los Validos significó un cambio radical con respecto al gobierno
de los Austrias Mayores, ya que representó la victoria de la aristocracia
latifundista en el control del poder.
El
gobierno aún quedó encomendado a los Consejos, pero también se constituyeron JUNTAS
para casos especiales con el cometido de asesorar a Validos y Consejeros proponiéndoles
medios adecuados para situaciones concretas. En tiempos del Conde-Duque de
Olivares llegaron a funcionar numerosas Juntas como la de Ejecución, de
Armas, de Media Anata, del Papel Sellado, de Millones,
de Presidios, etc.
II – ECONOMÍA Y HACIENDA CON LOS AUSTRIAS
Los ingresos
de la Corona no variaron en su composición con respecto al reinado de los Reyes
Católicos. Entre los ingresos ordinarios se distinguían distintos tipos de
rentas como los impuestos directos; impuestos indirectos sobre la compra-venta;
aduanas e impuestos sobre el tránsito de mercancías o la producción artesanal;
así como rentas de origen eclesiástico como la Bula de Cruzada o las Tercias
Reales. Por otro lado los ingresos extraordinarios estaban sustentados básicamente por el Servicio que debían
aprobar las Cortes.
Una de las
primeras tareas que debió afrontar Carlos I fue la organización financiera.
Aumentó notablemente la carga fiscal, especialmente la Alcabala, un
impuesto indirecto sobre las ventas que se convirtió en una cuota fija que
debían pagar cada ciudad o aldea; creó en 1523 el Consejo de Hacienda,
con Francisco de los Cobos al frente, con el objetivo de controlar los ingresos
y gastos anuales; y también potenció la
importación de remesas de oro y plata americana que alcanzaron los
niveles máximos durante el reinado de Felipe II.
Debido a la
guerra exterior los ingresos no alcanzaron las exorbitantes cifras del gasto y
Carlos I no pudo frenar el derrumbamiento económico y financiero, por lo que
debió acudir a la obtención de más recursos extraordinarios mediante préstamos
de banqueros. Carlos I prefirió siempre el concurso de los banqueros alemanes
(Fugger y Welser), mientras que Felipe II acudió a la banca genovesa
(Centurione, Fiesco ó Spínola). Para poder hacer frente al pago de los
préstamos la deuda se asignaba a las fuentes de ingreso o impuestos ordinarios,
que fueron retenidos por los prestamistas, recibiendo el tesoro el saldo que
sobrara tras hacer frente a esos pagos, de modo que cada vez eran menos los
impuestos directos en manos del rey. Las numerosas campañas militares de los
años cuarenta del s.XVI hicieron que los gastos fuesen muy superiores a los
ingresos, y que los banqueros no pudiesen dar créditos al estar la mayor parte
de los ingresos de la Corona vendidos o empeñados hasta 1550. Reflejo de esta
situación es la correspondencia mantenida en 1545 entre Carlos I y su hijo
Felipe, regente de España, quien le comunica que todos los ingresos se hallaban
absorbidos por la deuda.
Durante
el reinado de Felipe II (1556-1598) se agravó el déficit a la sombra de las
exigencias de los banqueros genoveses, y en 1560 la Monarquía vive un tremendo
drama financiero con una deuda que ascendía a los 5 millones de ducados. Ante
esta situación Felipe II propuso a las Cortes la creación de nuevos impuestos
para alimentar el tesoro. En 1571 se crea el Excusado, un diezmo de cada
parroquia que quedaba excusado de pasar a la Iglesia y se entregaba al Estado,
y en 1588 se creó el Servicio de Millones, un impuesto que abarcaba a
todos los estratos sociales.
Ya
en 1558 el contador Luis Ortiz en su famoso “Memorial”, avisó de los peligros
de una economía meramente monetaria, no fundada sobre una agricultura y una
industria prósperas, pero lo cierto es que desde los años ochenta el mercado y
la Hacienda española aguantaban peor la presión económica y generaba un déficit
crónico.
Durante
el reinado de los Asturias Menores en el s.XVII la crisis se agudiza. Aumentó
la despoblación de grandes áreas por efecto de la hambruna, epidemias, y por la
huída de la población ante el exceso fiscal y la presión de los señores sobre
las tierras. También decayó la agricultura y el comercio; se arruinó la
industria, cuyas carencias tecnológicas y alto coste productivo le restaban
competitividad ante las manufacturas extranjeras; y decayó la importación de
las remesas de plata, que no llegaban de manera tan abundante y regular como en
el reinado de Felipe II. El erario real aún gastaba más de lo que ingresaba,
pero no solo por la política exterior sino también por el aumento del gasto de
personal de la Corte que, durante los reinados de los Austrias Menores, se
hallaban inmersas en el lujo, las fiestas palaciegas y el derroche.
A
lo largo del s.XVII no faltaron ARBITRISTAS lúcidos, con formación en
economía, que se enfrentaron a los problemas del país, estudiaron sus causas y
ofrecieron soluciones. Realizaron un gran esfuerzo por mejorar el estado
general de la economía y por resolver los problemas concretos por los que
atravesó la monarquía, básicamente el descenso demográfico, la crisis de la
agricultura, y los efectos negativos de la posesión del Imperio. Los
arbitristas iniciaron el proceso de tránsito de una cultura fuertemente
influida por la cosmovisión confesional católica y providencialista, hacia una
cultura propia de la modernidad racional. Sin embargo los remedios que
propusieron aún carecieron de oportunidad debido al predominio de la formación
teológica y jurista en gran parte de los cuadros de la administración central.
Entre estos
arbitristas podemos destacar a González de Cellorigo y su “Memorial” (1600); Sancho
de Moncada y su discurso sobre la “Restauración Política de España” (1619); ó Miguel
Caxa de Leruela y su “Restauración de la abundancia de España” (1613).
A finales del
s.XVII se dejaron ver algunos signos de la reactivación económica del s.XVIII.
En 1680 parece observarse una recuperación, sobre todo en Cataluña, con la
extensión de la viticultura, la renovación de las industrias de la lana, seda,
piel e hierro, el auge de la construcción naval, y el aumento de algunas
exportaciones. En este sentido fueron importantes las reformas políticas y
económicas emprendidas por don Juan José de Austria y por el Conde de Oropesa,
validos durante el reinado de Carlos II (1665-1700). Trataron de sanear la
administración y la hacienda, reformaron el sistema fiscal, e impulsaron el
comercio y la industria con la creación en 1679 de la Real y General Junta
de Comercio.
TRABAJO REALIZADO POR: Antonio Manuel Leal Madroñal
No hay comentarios:
Publicar un comentario