lunes, 28 de mayo de 2012

La Iglesia Gaditana


 Iglesia de Santiago y casa de los jesuitas

La tierra gaditana, situada junto a la frontera de los moros, no fue apta en la Edad Medía para las fundaciones de monasterios y conventos por la inseguridad y falta de medios económicos suficientes. Cuando las circunstancias cambiaron desde el siglo XVI, fueron creándose en Cádiz una serie de casas religiosas que dieron su fisonomía a la ciudad.

Los jesuitas fueron los primeros que fundaron casa, origen de la Compañía de Jesús de Santiago, en 1564, otorgándose una segunda escritura reformada en 1566. la ciudad, el Cabildo Eclesiástico y los particulares se comprometieron a sostener económicamente la obra y el obispo D. García de Haro les hizo donación de la ermita de Santiago con todo lo perteneciente a ella para Iglesia y de una casa adjunta para morada, quedando con obligación de enseñar la doctrina y los primeros rudimentos de leer, escribir y contar, y gramática a todos los hijos de Cádiz.

En 1566, se fundó el convento de S. Francisco de la Observancia. El P. Fr. Juan Navarro inició la fundación con una iglesia fabricada de tablas, pero la constancia y generosidad de los gaditanos la convirtieron en casa grande y de estudios de la orden, la tercera de la provincia. Su tarea era de confesonario, culto público y predicación.

La siguiente fundación fue la del Convento de la Reina de los Ángeles de religiosas descalzos de S. Francisco en 1608, recibieron su impulso con una cuantiosa donación de Pedro Isaque, nacional francés, en 1617. Era también casa de estudios de Artes y Teología, dedicándose al culto, dirección espiritual, predicaciones y misiones en África y América.

La fundación del Convento de religiosos de S. Agustín se inició en 1617 con la generosidad de Felipe Boquín de Bocanegra, noble genovés. Con el tiempo se construyeron iglesia y claustro. En 1658 se hizo casa de estudios, donde se leían Artes. Su dedicación pastoral es similar a la reseñada al hablar de los franciscanos.

En 1614 se hicieron cargo del Hospital de la Misericordia los Padres de S. Juan de Dios dando principio a su Hospital y Convento. Empezó con 20 camas hasta alcanzar 200 en 1690 con la renta del Corral y patio del Teatro de Comedia y limosnas.

El Convento de Religiosos Descalzos de Nª Señora de la Merced se inició en 1629 en la casa de Álvaro Gramayo, caballero del hábito de Cristo, gracias al tesón de P.Fr. Domingo de los Santos. Se levantó una buena iglesia y un convento para 60 religiosos. Se peculiar misión era la redención de los cautivos, para la cual se hacía periódicamente la predicación y colecta de limosnas para marchar con este fin a los puertos africanos.

La orden de Predicadores de Santo Domingo tuvo muchas dificultades para su fundación por la cortedad de la isla y abundancia de religiosos, que suponían una carga pesada para la economía de los gaditanos. Primero abrieron en 1630 una hospedería u hospicio para los religiosos que pasaban a Indias y más tarde trataron de fundar convento en forma, señalándose el sitio por acuerdo municipal en 1639.

Obtenidas las licencias necesarias, se inicio la fábrica de la iglesia y convento con la ayuda generosa del capitán Domingo de Munárriz. En 1681 se hizo casa de estudios de Gramática, Arte y Teología, completando así las características de los padres dominicos.

El Convento de Capuchinos de Santa Catalina se estableció con acuerdo general en 1639 en la ermita de la mártir junto a la isleta de San Sebastián. En 1641 se trasladó a un nuevo emplazamiento más reguardo de los vientos de Vendaval y tapia de la huerta y parte de la iglesia con limosnas. El capitán D. Juan de Jáuregui, vecino de Cádiz y administrador de la Aduana Real y Almojarifazgo, terminó a sus expensas la obra y tomó el patronato del convento. Juan Violato, caballero genovés vecino de Cádiz, que murió en su patria, dejó en su testamento a esta casa, como a otras y hospitales, una renta con la que se encargó el conjunto de pinturas del altar mayor que inició Murillo y terminó su discípulo Meneses Osorio.

 La labor apostólica de los capuchinos siempre fue ejemplar por su pobreza y retiro, su caridad en atención y curación de los apestados, su dedicación a las confesiones de los soldados de las fortalezas y castillos de la ciudad y la predicación al pueblo sencillo. Tenía en la última década del siglo XVII hasta treinta religiosos, hospedando todos los que venían como misioneros para pasar a Indias.

La fundación de los Padres de la Congregación del Oratorio de S. Felipe Neri fue muy movida y difícil. Comenzó en 1671 con la licencias del obispo y del cabildo eclesiástico, dando su consentimiento el cabildo secular al año siguiente, sirviendo la ermita de Santa Elena D. Diego Liñan con otros tres sacerdotes, que eran confesores, predicadores y doctores en Teología, vino a Cádiz después de vencer muchas dificultades para dar calor a la fundación, haciendo tres misiones de ocho días cada una en la Catedral, S. Antonio y la Misericordia, y otras por el obispado. Como no era el primer emplazamiento a propósito para los fine de la congregación se trasladó en 1674 a la iglesia del primitivo Hospital de Mujeres y comenzaron los escándalos con el alcalde mayor que puso soldados y candados a las puertas de la casa que habían tomado como vivienda en frente, para obligarlos a volver a Santa Elena.

 Después de muchos incidentes, se consiguió R.C. en 1679 para mudarse al sitio que el Señor Obispo había señalado y comprado en la Calle de San José, y en virtud de esta licencia se hizo el tránsito y en la mejor forma que se pudo se acomodó en unos aposentos una iglesia, y en ella se colocó el Smo. Sacramento en 4 de octubre, día de S. Francisco de dicho año, con gran consuelo y alegría de todo el barrio. Este mismo día envió el gobernador a que volviesen a su primitivo emplazamiento. Respondieron que no podían sin permiso del obispo. La respuesta fue el envío de veinte y cinco soldados con orden de que no dejasen entrar. Duro esta situación cerca de tres meses hasta alcanzar de nuevo cédulas de S.M. y censuras del obispo. Después se labró una iglesia más capaz, aunque menos suntuosa que el gran oratorio que se levantó en el siglo XVIII

El Convento de Carmelitas Descalzos fue la última fundación de casa religiosas en Cádiz utilizando una artimaña para vencer la oposición sistemática del Cabildo Catedralicio. En 1694 adquirieron los frailes del Carmen de la Isla de León una finca en la gaditana calle Bendición de Dios con el fin de albergar en la misma como hospicio a los religiosos de la orden de camino o vuelta de las Indias.

Las pretensiones de fundar oratorio en 1702 se estrellaron con las más energías oposición. Orientaron la solución pidiendo al Ayuntamiento la fundación de una enfermería para curar a los religiosos del citado convento en 1717, acordándoos su apoyo sin reservas. Volvieron a la lucha los prebendados cuando llegaron rumores de que habían solicitado licencia al obispo D. Lorenzo Armengual para levantar un convento, para lo que había comprado algunas casas junto a su enfermería al mismo tiempo que decían misa y confesaban a los fieles en la ermita que da nombre a la calle.

 Superada las dificultades les concedió en 1735 el oratorio de la hospedería un hospicio con carácter público con puerta abierta a la calle y campana. Una R.O. de 1737 aprobada la conversión del hospicio en convento para la regular observancia de los religiosos en ejercicio, retiro y clausura y para tributar de día y de noche públicas alabanzas al Santísimo. El obispo les cedió la ermita de la Bendición de Dios, que quedó incorporada en la iglesia que empezó a construirse, la de Ntra. Sra. del  carmen, fue inaugurada solemnemente en 1763.
Información recopilada del libro" La Iglesia Gaditana" Los Reguladores: Religiosos y Monjas. De la biblioteca José Celestino Mutis de Cádiz, del autor  Pablo Antón Solé.


domingo, 13 de mayo de 2012

Fuerte de San Luis en la bahía gaditana


 
La puerta de entrada al fuerte desde el embarcadero, aún quedan vestigios de este paso construido con piedras procedentes de Sudamérica (las traían los barcos como lastre) artísticamente colocadas.


El castillo de san Luis tenía origen reciente. Al parecer, este fuerte se levanto durante la Guerra de Sucesión Española, con la colaboración de ingenieros franceses, en fecha no bien determinada, hacia 1706. Primeramente era un simple reducto formado con lastres, lodo y estacas.

Fue en el año 1737, cuando quedó revestido de cantería y adquirió una estructura militar adecuada. Esta consolidación surge como consecuencia de la política de “Pactos de familia” (alianzas acordadas entre las monarquías de España y Francia siglo XVIII).

Con la Guerra de Independencia, el fuerte de San Luis sufrió un fuerte deterioro, por cuyo motivo fue necesario iniciar su reconstrucción ofreciéndole una estructura más resistente y convencional en consonancia con su destino bélico. Estas obras se llevaron a cabo tras la retirada defensiva del ejército francés en el año 1812 bajo el mando del lugar teniente Dugnay Tronin, de origen francés. 

La experiencia bélica acumulada desde Cádiz con motivo de la Guerra de la Independencia, en la cual tuvieron que soportar durante dos largos años el asedio y el bombardeo desde Matagorda y el Trocadero, surgió a las autoridades militares organizar un nuevo sistema estratégico para defender la capital.

Con aceleración se iniciaron las obras de reconstrucción del fuerte de San Luis, a este se le denomino también Fort Louis. El fuerte tenía como fin establecer una fortaleza con batería de cañones que sirviese para defender cualquier agresión marítima a Cádiz, al arsenal de la Carraca e incluso al propio astillero del Trocadero.

Con independencia del perímetro amurallado, la superficie habilitada en el fuerte dedicada a la funcionalidad de sus moradores estaba compuesta por un edificio rectangular, situado en el lado exterior que limita con la bahía y paralelo al istmo que une Cádiz con San Fernando. 

En dicho edificio estaba ubicadas, las dependencias relacionadas en el orden que empieza en las proximidades del varadero y termina en el extremo más próximo a la bahía: Pabellón de la tropa, aljibe, capilla, nueva aljibe, pabellón de oficiales y el polvorín con las debidas defensas amuralladas. 

La puerta de entrada al recinto amurallado estaba situada en el extremo más próximo a la Salina del Consuelo, contaba con un bien cuidado embarcadero. Del castillo sólo quedan hoy sus ruinas, como vestigio de aquel glorioso pasado. Del camino del embarcadero, cubierto por fango y la maleza, aún se puede observar algunos trazos del mosaico formado con cantos rodados artísticamente colocados.

La escasa vida del Castillo de San Luis, ya que su permanencia como fortaleza solo se prolongó durante una década 1813-1823.  Posteriormente fue utilizado de forma esporádica en 1885, cuando la epidemia de cólera, y en el año 1898, para albergar a los soldados repatriados de Cuba.

 
 El primer plano de esta imagen, unas piedras labradas en forma de semicírculo que sirvieron de base a una garita, la misma que se puede contemplar en la imagen anterior en su margen izquierdo.  

Información sacada del libro: Historia facinante del Trocadero del Gaspar Catálan Fabero. De la biblioteca Municipal José Celestino Muti de Cádiz.

sábado, 5 de mayo de 2012

Las puertas de la Villa Medieval, arcos del Pópulo



La ciudad alfonsí tenía planta rectangular, con uno de sus frentes abierto al acantilado del Sur. Los tres lados restantes se cerraban por una alta muralla entre cuyos lienzos se situaban cubos; aún se pueden observar restos en el interior del Ayuntamiento y en el pasillo del Obispo, frente a la puerta de San Servando de la Catedral.
En cada uno de los frentes se abrió una puerta. La del lado de levante, conocida como Arco de los Blancos, en el lado opuesto se abre la puerta conocida como Arco de la Rosa y la tercera es el llamado Arco del Pópulo.

 
Arco de los Blancos

En su primera época se denominó “puerta de tierra” porque quedaba frente a la goleta o istmo; más tarde se la llamó de “Santa María”, por dar paso a este arrabal.
La puerta está flanqueada por dos torres, pero desiguales, pues la del Sur era, en realidad, uno de los cubos del castillo que contiguo a ella existió; lo que sobresalía de la muralla, aún se aprecia fácilmente, porque carece de cornisamento esta parte del cañón de la bóveda.

Sobre ella existía una imagen de alabastro de Nuestra Señora de los remedios, escultura interesante de mano, a todas luces italiana, quizá de mitad del siglo XVI.
Careciendo de importancia militar la cerca o muralla de la villa y sus puertas, al no encerrar sino una pequeñísima parte de la ciudad, este arco fue el que sufrió más abandono, hasta el punto que por amenazar ruina, tuvo que repararse seriamente en 1602.

Por 1621, la familia Blanco, una de las principales del comercio de Cádiz y que más tarde tuvo asiento en el Cabildo, solicitó autorización para labrar a su costa una capilla, al igual que se había levantado en la Puerta del Pópulo, edificado sobre la bóveda y entre los torreones.
La capilla quedó terminada en 1635, fecha que está indicada en el Ave María, que existe en el frente que da a la calle del “Mesón Nuevo”. Esta capilla, según se desprende de varias alusiones que constan en los libros de actas capitulares, se labró formando un tejaroz con espadaña, de modo que quedaba abierto a la calle de la “Cacería” o de la “Misericordia” en donde lo soportaban tres arcuaciones, descansando en ménsulas y columnas de mármol blanco.

La imagen debió de quedar junto a la muralla, sobre el altar adosado a ella. Una sencilla balaustrada remataría el ámbito de la capillita, que limitaban por ambos lados las torres de la puerta: para la Sacristía se labró un cuarto, gran parte del ahuecado por el revés de la muralla, que por esta parte es altísima y rebasa algunos de los edificios de la calle San Juan de Dios.
En 1642 se autorizó, para que se le formase un balcón volado que llegase hasta la esquina del castillo o torre de la derecha.

El aspecto sería el de tantas capillas pensiles como hay por Andalucía: una capillita abierta a la calle con espacio poco más que suficiente para poder oficial, y ampliar balconada en donde poder colocar candelas y mariposeros.
Siendo de patronato particular. Pocas referencias de ella existen en el Archivo Municipal; se hace comprender que por el siglo XVIII, en su primera mitad, hubo modificaciones de importancia; se colocó un retablo de talla, la imagen se sustituyó por otra de lienzo y en el hueco de la torre izquierda se hizo una capilla con retablo, dedicado a San Raimundo de Peñafort.

Metido en el siglo XIX se prolongó el tejaroz y se tapió la parte que da a la calle, suprimiendo el corredor y quedando el conjunto con el aire amazacotado e inadmisible que hoy tiene.
Por 1810 se le agregaron unas casas, en las que vivía el canónigo que disfrutaba la capellanía.

Arco de Los Blanco
 

Arco de la Rosa

Por esta frente y dar paso al arrabal de este nombre, se la denominó “puerta de Santiago”, carece del cañón, pues no se edificó sobre ella, y su espesor es el de la muralla misma, más endeble por aquí que por los otros lugares.
Con notable diferencia, es la más alta y, por ella, entraba el Cabildo municipal, cuando, como en la procesión del Pendón Real, con motivo de alzarlo en las proclamación de reyes, se formaba a caballo.

Conserva aún los canes de piedra del matacán que defendía su entrada y su aspecto, junto con los arrimos y restos de la torre y muralla de su izquierda, constituye, sin duda alguna, uno de los rincones más pintoresco de la ciudad.
Los papeles que aluden a esta puerta, sólo hablan de “la torre del arco”, y efectivamente, sólo debió tener una, fácilmente identificable por fuera y dentro de la edificación en donde está instalada “La Mezquita”.

Es posible que, junto a ella, hubiese mayor fortificación, haciendo de barbacana, en la que mucho después de la conquista instalasen las atarazanas que citan algunas escrituras de daciones de censos por la plaza de Cardoso.
Esta puerta tenía también su imagen, no sobre ella, sino en la torre; era de alabastro, movida de talla y graciosamente policromada. La que llegó hasta nosotros, quizá sustitución de otra más antigua y de tipo arcaico, representa a Nuestra Señora del Rosario, pero desde lo alto de su capillita callejera del muro, era tan venerada y tenida por milagrosa, que las gentes la denominaban “de los milagros”.

En 1618, el cabildo eclesiástico, iniciando una política contraria a la tradición, de venerar imágenes en plazas y callejuelas, tan propia de nuestro pueblo y amparadose en estar en continuo peligro de profanaciones e irreverencias, quiso llevarla en procesión a la Catedral, para que allí se le siguiera el culto. Enterado los vecinos, recurrieron al Ayuntamiento, y trasladada ya, pretendieron autorización para labrar una capilla en la torre, con destino a tan popular y milagrosa imagen, quedando todo en agua de borrajas.

La imagen de “Nuestra Señora del Rosario de los Milagros”, como se le denominaba, continuó en la Catedral Vieja, en la hoy capilla del Sagrario, entonces de genoveses, sustituyendo, de fijo, a la Santa María de San George, que desde 1487 presidía el altar de esta nación, y que por ser de plata maciza no dejaría de llamar la atención a las vandálicas tropas inglesas de desembarco del conde de Essex.

Esta puerta tiene nuevos datos, desapercibido hasta más de la mitad del siglo XX ; afirman, en efecto, los “callejeros de Cádiz”, que el nombre actual de “Arco de la Rosa” bajo el cual es conocido en nuestros días, pudiera ser debido a algún individuo de la familia de este apellido, que tuviera casa principal junto a él. Tal nombre, efectivamente, tuvo prosapia gaditana, pues hubo regidores de la Rosa apellidados.
El nombre de arco, sin embargo, le llegó no de unas casas, ni de una familia, sino de más arriba.

Posiblemente, la imagen de “los Milagros” fue sustituida por otra con el correr de los tiempos, quizá existiera también de antiguo; pero, por 1761 existía una de “Nuestra Señora de la Rosa”, advocación muy antigua en Andalucía, evidente alusión a la “Rosa Mística”, muy frecuente en la alta Edad Media como en la época visigótica lo que fue la representación mayestática de la Madre de Dios, con una manzana; antigua o moderna, por la mitad del XVIII, el arco y su plazuela se denominaba de “la Rosa”, por esta imagen ya desaparecida, y cuya pista, interrumpida y sin memoria de escritos. 

  Arco de La Rosa
 

Arco del Pópulo

Se le denominó primitivamente puerta de la mar y también “puerta principal de la Villa”; las aguas de la bahía, en efecto, llegaban muy cerca de ellas, pues lo que es hoy la plaza de San Juan de Dios y fue “Plaza Real”, estaba casi ocupada por un estanque o mandarache (fondeadero, puerto, nombre de origen árabe), constituía el verdadero muelle y puerto comercial de Cádiz; el mandarache, al irse cegando, se convirtió en unas pequeñas lagunas o boquetes, el segundo de los cuales se cegó por 1628 mientras que el otro, que tuvo ordenanzas, por 1618, quedó además como especie de astilleros para barcos y navíos de pequeños porte.

La puerta del la mar tenía un revellín y estaba flanqueada por dos grandes cubos almenados, sobre el lado derecho se colocó un  reloj.
Sobre las torres, desde 1587, había una imagen de Nuestra Señora, que por tener la invocación latina de “Ave María, ora por Pópulo”, vino en llamarse “del Pópulo”.
Esta imagen, fue profanada por la soldadesca del conde de Essex y alcanzada por algún tiro, que después se disimularon con estrellas de plata.
Este lienzo, se puede apreciar con más o menos voluntad, el aspecto exterior del arco y puerta, por los primeros años del siglo XVIII.

En 1598, pensando evitar nuevas y posibles profanaciones, ya que Cádiz siempre fue vanguardia de España, y como tal “presidió de guerra viva”, así como para que recibiese culto adecuado la que, milagrosamente, se salvó del libertinaje y saqueo, se comenzó a construir una capilla entre las dos torres y sobre la bóveda del cañón del arco, capillita o minúsculo santuario, resultó la magnifica capilla que hoy conocemos, aún sin la cúpula de azulejos que tuvo, con un hermoso retablo y proporcionado coro de cedro, el grandioso retablo fue labrado por el maestro Saavedra por 1656.

En 1614 pasó a ser Patronato Real, en este año se realizaron algunas reformas que el Ayuntamiento no vio con agrado y hasta combatió, siete años más tarde reedificó en gran parte, tapándose la fachada por 1624, a la obra de la hermosa galería balcón.
Aunque la ciudad tenía capilla propia, la de San Pedro, en Misericordia, en esta del Pópulo se celebró  funciones costeadas por ella
En el balcón de ella asistía a ver la procesión del Corpus, el Tribunal de la casa de la Contratación de las Indias.

La puerta, era considerada como la Principal, y como tal por ella hacían su entrada los Obispos, acompañados del Cabildo secular que hacía entrega de la persona del Prelado al eclesiástico, justamente pasado éste, y frente a las Casas que fueron de los Núñez de Villavicencio
Este arco y capilla, es la más conocido de todos, y los cronistas han popularizado fechas y circunstancias que le competen, desde Fray Gerónimo las detalló en su “Emporio del Orbe”.  

Arco del Pópulo