domingo, 26 de mayo de 2013

La Religión Fenicia en Cádiz

 dios Path- el sacerdote de Cádiz, foto de María Jesús Madroñal 

La cultura fenicio-púnica, es un hecho constatado que ha conocido un largo período de olvido y postergación por parte de los estudiosos de la Historia del Mundo Antiguo.


Abundantes y conocidas de antiguo en relación con las culturas griegas y romana, escasas y problemáticas en lo que concierne al mundo fenicio y púnico, se sabe de la existencia de una historiografía fenicio-púnica, prácticamente nada ha quedado de ella. Se cuenta casi exclusivamente con el Epigrafía y Arqueología, que ofrecen grandes limitación, aún más en una civilización poco dada a las manifestaciones escultóricas y pictóricas, la gran parte del material informativo que ha llegado esté relacionado con los aspectos religiosos.

De unos años acá, los estudios fenicios-púnicos han conocido una importante revitalización, podrían decirse que hay están en pleno auge. Se han intensificado las excavaciones en la propia costa fenicia, así como en los diversos centros coloniales mediterráneos: Chipre, Malta, Cerdeña, Sicilia, Ibiza, Norte de África, Península Ibérica. Los estudios sobre los distintos aspectos de esta cultura han sido proliferando, surgiendo centros especialmente dedicados a ellos y despertándose un gran interés entre los jóvenes, investigadores. Es una ciencia todavía joven, y los obstáculos son aún considerables.

Se han servido en multitud de ocasiones de las referencias que los autores griegos y romanos, y esto entraña siempre un grave peligro que ha destacado recientemente el profesor M. Sznycer: piénsese que griegos y romanos fueron rivales y enemigos de fenicios y cartagineses, y en todo caso observadores extranjeros, incapaces de comprender los hechos de una civilización muy distinta de la suya. En el tema de la religión,  suelen hacer hincapié en aquellos aspectos que les sorprenden por lo exótico, crudo o pintoresco. Y cuando se refieren a las divinidades les dan siempre nombre de dioses griegos o latinos, divinidades afines de distintas procedencias, que fue tendencia común al intensificarse las relaciones entre los diversos pueblos ribereños del Mediterráneo.

Los restos arqueológicos en gran medida al tema religioso de la cultura fenicio-púnico, en este campo, se avanza muy lentamente y se tropieza con muchas y graves dificultades. La base para el conocimiento de la religión fenicia, en un sentido muy amplio, lo constituye los textos de Ugarit, en el tell de Ras-Shamra, Siria del Norte. Allí, los franceses excavaron desde 1929 la capital de uno de los más importante reinos, o mejor ciudades-estados, del Próximo Oriente durante el III Y II milenio antes de Cristo. Salieron a la luz una gran cantidad de tablillas escritas en una lengua desconocida, cuyos estudios demostró la existencia de un sistema alfabético anterior en muchos siglos al sistema fenicio.  

Entre los diversos textos de todo tipo, ocupan un lugar muy importante los religiosos, fundamentalmente narraciones mitológicas que por primera vez dieron un testimonio directo sobre los dioses del ámbito fenicio. Ugarit refleja un trasfondo común a toda el area fenicia, ya que es sabio que nunca existió un Estado fenicio sino una multitud de ciudades-estado, cada una con sus instituciones, costumbres y usos religiosos.

Pretenden situar a Cádiz en el ámbito general de la religión fenicia, y se encontraron con graves dificultades para ello. En lo que se refiere a las fuentes escrita griegas y romanas, tienen muchas referencias a los cultos de Cádiz, en especial a su templo de Melgart, tan famoso en la antigüedad que se dijo estuvo un tanto mitificado. Más fidedignas como testimonios son las dos únicas inscripciones sobre chatotes de anillos. En cuanto a las fuentes arqueológicas, y pese a que en los últimos años se han incrementado considerablemente, se cuenta con muy pocas representaciones de dioses, aunque es abundante el material de carácter votivo o ritual.

Hoy en día no se cree, en la existencia de esas triadas divinas en las distintas ciudades fenicias. En lo que Cádiz respecta, los cultos que desde un principio se manifiestan con más pujanza son los de Melqart y Astaré, en lo que la ciudad se muestra bastante acorde con su metrópolis.

El dios El, padre y jefe de los dioses, cuyo nombre encontraros sin embargo como teóforo en el del dedicante del sello de Puerta de Tierra (Hispania I), en el Museo Arqueológico Nacional. Este sello, cuyo campo se encuentra dividido en dos mitades, una de éstas presida por el disco alado, de origen egipcio, y siempre conectado, en el mundo fenicio, con la presencia divina, debajo del mismo la siguiente inscripción “(Sello) de Naam´el, el que lleva la tierra”. El nombre de Naam´el, puede traducirse” el favorecido de dios El”. En la otra mitad vemos una escena de difícil interpretación, en la que aparece un personaje, al parecer masculino. El sello ha sido fechado en el siglo VIII-VII, por lo que es uno de los más viejos testimonios de la Cádiz fenicia.

En estos días, aparece en Tiro un dios joven, el rey de la ciudad, Melqart, el Baal de Tiro. Con la colonización tiria adopta el carácter de protector de la navegación, representándose en moneda de Tiro de época tardía montado sobre un hipocampo. Muy pronto se identificará con el Heracles griego, documentándose tal sincretismo ya en el siglo VI en Chipre.

Es sabido que la fundación de su templo es lo primero que hacen los colonos tirios  que se establecen en Gades. El emplazamiento del mismo no parece ofrecer duda, situándose en el islote de Santi Petri, hasta el presente, en aquella zona sólo han sido rescatados del mar una serie de restos de época romana que pueden versen en el Museo de Bellas Artes.

El santuario tuvo una existencia de muchos siglos a lo largo de los cuales sin duda se transformó, pero parece que conservó siempre la parte más antigua, aún englobada en construcciones posteriores. Uno de los aspectos que más interés ofrecen de la edificación son sus puertas, que ha sido descrita por Silio Itálico. Según éste, estaban adornadas con una serie de representaciones que narraban las hazañas del Heracles tebano, estas puertas hubieron de realizadas hacia el 500 a.C., se suponía que Silio Itálico había seguido en sus descripción a Poseidonio, que estas puertas hubieron de ser realizadas hacia el 500 a.C.
García y Bellido pensaba que al helinizarse el culto debió surgir el tipo del Heracles griego, imberbe y tocado con la piel de león, cuya cabeza aparece en las monedas de la ciudad desde el siglo III a .de. C., hasta Calígula.

Pomponio Mela, que era gaditano, llama al Hércules de Gades Hércules Aegyptius. Almagro sugiere que este Hércules egipcio sea Melqart-Resep, una de estas divinidades dobles, muy frecuente en los fenicios del I milenio, que aparece documentada en Tiro y Chipre, y en especial en una inscripción ibicenca de los siglos V- IV. El dios Resep está muy relacionado con Melqart en algunos de sus caracteres, y tuvo un especial éxito en el Egipto del Imperio Nuevo.

La identificación del Melqart gaditano con Resep, Almagro Basch ha estudiado una serie de estatuillas de bronce hallada en la península, del tipo llamado Smiting God o díos que golpea, que se vienen interpretando como figuraciones de Baal o Resep, y que para él podría corresponder a ese Melqart-Resep. Similiar en iconografíco, sín duda obra griega, es la figura de Ares que, procedente de Cádiz, se encuentra en el Museo del Louvre, pieza de excelente calidad. Se ha interpretado como una versión helénica de esta misma divinidad. Ninguna otra representación hay en el área gaditana que pueda atribuirse al dios que parece haber sido auténticamente el rey de la ciudad de Gades, mientras que sí se conocen representaciones del mismo en otros centro fenicio del Mediterráneo.

Lo que a Astarté se refiere los documentos con que se cuenta es igualmente indirecto. Se trata de las diferencias de dos autores, Avieno autor del siglo IV que es sabido recoger datos de una fuente mucho más vieja, supuestamente del siglo VI a. C., y posiblemente púnica. En su poema Ora Marítima dice así: “Aquí está la isla “Erythia”, de extensos campos, sujeta en otro tiempo a la dominación púnica, por haberla ocupado primitivamente los colonos de la antigua Cartago. Un brazo de mar de 5 estadios separa Erythia del continente. Del lado de la fortaleza por donde muere el día, hay una isla consagrada a Venus Marina, y en ella un templo con una profunda cueva y un oráculo” (O.M. 305-317). Venus Marina es el nombre que los latinos dan a la Astarté fenicia, patrono de los navegantes. Es importante, se tiene distintos testimonios de que la diosa Astarté era adorada en cuevas. La idea aportada por M. Delcor es muy interesante, de que la probable “Astarté de la cueva” a la que se dedica una pequeña estatua de la diosa que se dice hallada en el Cerro del Carambolo, Sevilla, no es otra que ésta de Cádiz.

El otro texto es de Plinio quien, hablando de la ciudad romana de Gades, dice así: “En la parte que mira a la (tierra firme) de Hispania, y aproximadamente a 100 pasos, hay otra isla de 1000 pasos de longitud y otros 1000 de anchura, en la cual antiguamente estuvo el oppidum de Gades. Es llamada Erythea por Eforo y Filictides, por Timeo y Sileno Afrodisias, y por los naturales isla de Iuno “(NH IV, 120). El nombre de Afrodisias o isla de Afrodita debe ser transcripción griega del de Astarté, correspondiendo poe tanto al de Venus Marina, y el de isla de Iuno sín duda hace referencia a Tanit, la diosa cartaginesa tan próxima a Astarté, que posiblemente recibió culto junto a ella en la época de la dominación cartaginesa de la isla. Don Ramón Corzo, plantea una interesante hipótesis sobre el emplazamiento del templo-cueva y oráculo de Astarté o Venus Marina. En primer lugar crea que el único emplazamiento posible de la colonia fenicia primitiva es la plataforma rocosa que se extiende hacia el oeste, entre el castillo de Santa Catalina y Punta del Nao. Los hallazgos submarinos que hace años se realizaron en la zona de Punta del Nao y que revisten un carácter que pudierón calificar de votivo o religioso, hace pensar que es aquí donde debió estar situado el templo de Venus Marina.

Entre los hallazgos hay una serie de anforitas que se escalonan desde los siglos VII al III, estas ánforas podrían haber contenido líquidos para libaciones u ofrendas realizadas en el santuario, pequeños quemaperfumes de uso indudablemente ritual, un gran thymiaterion de forma triangular, de un tipo desconocido hasta ahora, que se adorna con palmetas de cuencos fenicios y otros motivos florales, en cuyas esquina se sitúa tres figuras masculinas de parte egiptizante, fechado en el siglo VII, dos grandes discos de terracota con decoración vegetal, estos moldes o relieves, decorados casi motivos antropomorfos, zoomorfos o fitomorfos, son muy frecuentes en el mundo púnico, y suelen aparecer en tumbas o santuarios, ignorándose su exactas utilización.

Entre las piezas más interesantes extraídas en Punta del Nao en fecha reciente está la colección de cabezas de terracota, el ejemplar más importante es una cabeza masculina egiptizantes con peinado en grandes masas laterales decoradas con rizos, y con larga barba de taco.

Se cita tres figuritas, igualmente de terracota, que representa a una figura femenina vestida con larga túnica de la que asoman unos grandes pies que se posan sobre un zócalo. Dos de ellas (las aparecidas en primer y último lugar) tiene el brazo derecho doblado hacia arriba con la mano pegada a la cabeza y un gran orificio en dicha mano mientras que la izquierda la llevan sobre el pecho.

En cambio, la aparecida en segundo lugar, aunque idéntica a las anteriores, presenta los brazos, de una longitud desusada, juntos y hacia adelante, con sendo orificios en las manos. La primera fue estudiada por C. Blanco concluyendo que podía tratarse de una Anat-Astarté en su faceta guerrera. Quizás estas figuras, un tanto tosca, tengan  un uso concreto y funcional dentro del ceremonial de culto, y en todo caso pudieran representar a sacerdotisas o personas relacionadas con el servicio religioso. 
         
 Lamentablemente no hay hasta ahora ningún dato que nos permita saber si aquel lugar pudo haber estado consagrado a Astarté.

Posiblemente relacionado con el culto a Astarté o diosa afin está el bronce que hace algunos años ingresó en el Museo Arqueológico de Sevilla como procedente de la Punta de la Vaca, Cádiz. Representaba a una divinidad femenina, con el peinado hathórico, cuyo cuerpo se figura como un disco solar con cuatro alas.

Otra de las divinidades documentadas en esta etapa antigua de la Cádiz fenicia sería el dios Ptah, cuya imagen se ha creído ver en el mal llamado “sacerdote” de Cádiz, que apareció en una tumba con ocasión de las obras realizadas para la construcción del edificio de la Telefónica en la calle Ancha. Fue Cintas quien por primera vez pensó en una representación de este dios, con paralelos en toda la costa siro-anatólica en el segundo milenio o comienzos del primero. Se fecha en torno al siglo VII. G. Nicolini ha publicado un paralelo a esta pieza procedente de la colección Calzadilla Badajoz, copia casi exacta de ella. Para este autor ambas serían representaciones de sacerdotes, aunque influidos por la iconografía de Path. Cintas piensa que se trata de imágenes del díos egipcio, lo más probable es que los fenicios vieran en ellas realmente a su dios Kuser (el ugarítico Kotar) dios artesano e inventor de todo tipo de instrumentos o armas, que en el mito ugarítico construye y equipa los palacios de los dioses y que fue identificado, por su calidad de creador, con el egipcio Ptham, así como los greco-romanos Hefaistos y Vulcano.

En la baja época se da un extraño sincretismo, de carácter a entender más mágico que religioso, que mezcla a divinidades grotescas, como Bes, el enano deforme, con Harpócrates, Min y Ptah, todas ellas con un especial matiz apotropaico o de protección contra determinados males. Así surgen los llamados patecos, término que no es sino un diminutivo de Ptah. Sus imágenes en forma de amuletos en fayenza o pasta vitrificada, son abundantísimos en el mundo cartaginés. En Cádiz hay varios compuesto, un colgante de oro procedente de Puerta de Tierra, resulta ser uno de estos patecos, del tipo compuesto, con un solo paralelo, la pieza gaditana es de calidad superior, fechado en los siglos V-IV.
El resto de los monumentos religiosos gaditanos corresponderían igualmente a la época de la influencia cartaginesa sobre Cádiz.

Examinaron la cuestión del templo de Cronos. Todo lo que se sabe sobre el mismo dice  Estrabón  (III,5,3): “… la ciudad yace en la parte occidental de la isla, y cerca de ella, en la extremidad que avanza hacia el islote, se alza el Kronion. El Herakleíon está en la otra parte, hacia el Oriente”. Con respecto a la situación de este templo, R. Corzo piensa que sólo pudo estar donde el actual castillo de San Sebastián, zona de la que procede el famoso capitel eólico, pieza de función no tectónica, que el citado autor sugiere podría haber coronado uno de los pilares situados ante la entrada del templo. Sus modelos orientales se fechan entre 750 y el 550 antes de Cristo. Cronos es el dios griego al que los fenicios identificaron con el dios padre El y los cartagineses con Baal Hammon, el día de los sacrificios infantiles conocidos en lengua fenicia con el nombre de mlk, se cree que el santuario gaditano hubiese estado dedicado a Baa Hammon cartagines, se ignora por completo la fecha de fundación de este templo, sólo se sabe que en época de Estrabón existía. La única razón para pensar en una mayor antigüedad sería el capitel, pero es difícilmente demostrable su pertenencia al mismo.

Corzo, como ante hiciera García y Bellido, relaciona con el culto a Baa Hammon los datos, todos de época tardía, que tienen sobre posibles sacrificios humanos en Cádiz.

En el caso concreto de la religión fenicio-púnica estas bien documentadas ambos tipos de sacrificios, (sacrificios humanos y muertes rituales), especialmente en las fuentes escritas. De este modo, los sacrificios infantiles, generalmente realizados en el mundo púnico en honor a Baal Hammon y Tanit, se encuadraría en el primer apartado, así como aquellos que, según testimonio Plinio (NHXXXVI, 39)  se celebraban anualmente en honor a Melqart.

Se constata en los casos, conocidos de muerte rituales, es muy frecuente que las víctimas sean prisioneros enemigos, modalidad que todavía en el siglo III de la Era se practicaba en Cartago, según se testimonia en las actas del martirio de las santas Perpetica y felicitas.

Los sacrificios humanos propiamente dichos, el grupo de enterramientos infantiles aparecidos hace pocos años en la avenida López Pinto. Se trata de unas doce tumbas en las que los niños, entre seis meses y diez años, aparecen con los cráneos machacados. Fechándose el conjunto en el siglo I a. de  C.,  parece bastante seguro que se trata de sacrificios infantiles, muy posiblemente en honor a Baa Hammon, como paredra de Baal Hammon aparece en Cartago la diosa Tanit, que a partir del siglo V se sitúa incluso por encima de éste y se liga igualmente con los sacrificios milk. De identifica con la Hera griega y la Iuno romano. La cita Plinio recuerda al nombre del más antiguo emplazamiento gadeirita, al que se llamaba isla Afrodita o de Iuno. Aquí refleja la identificación Astarté-Tanit,  documentada ya en Fenicia desde el siglo VII.

Un testimonio del culto a Tanit en Cádiz puede ser la estela funeraria recientemente rescatada por la dirección del Museo Gaditano que fue encontrada por Pelayo Quintero en la necrópolis.

En fechas recientes, en las excavaciones realizadas realizadas en un solar de la avenida López Pinto, esquina a General García Escámez, se encontró una muy interesante escultura que se había reutilizado como pared de una tumba romana. Está muy deteriorada, faltándole la cabeza, no obstante, se aprecia con claridad que se trata de una figura femenina sedente, que nos recuerda a las damas funerarias ibéricas, con la particularidad de tener los brazos y la cabeza articulados, como para ser movidos desde atrás, seguramente en ceremonias de culto.


La inscripción de un anillo de oro, actualmente en el Museo Valencia de don Juan de Madrid: “Al Señor, al poderoso Milk-Astart y a sus servicios, / al pueblo de Cádiz”. Ha sido fechada en el siglo II a. de C. Examinaron el  nombre del dios, Milk-Astart. Se trata de una de estas divinidades mixtas, tan frecuentes en lo fenicio-púnico, que cuenta con un importante templo en Hamman (hoy Umm el-Amed, ente Tiro y Ptolemais), ciudad muy unida politica y religiosamente a Tiro, especialmente en época helenística. Parece que se trata de un especial aspecto de Melqar que le une a la diosa Astaré. Ribichini se ha ocupado de estas parejas divinas, concluyendo que se trata de elaboraciones teológicas sacerdotes, procesos por los que se coliga adivinidades que en el mito están relacionado entre sí. Además, estas incripciones tiene una importancia especial, ya que ella se menciona al “pueblo de Gades”, expresión que se ha pensado designaba a la asamblea popular de la ciudad.

foto de María Jesús Madroñal

 El llamado Sacerdote de Cádiz es una estatuilla masculina de bronce y oro encontrada en la ciudad de  Cádiz (andalucía, España) en 1928, y conservada actualmente en el Museo Argueológico Nacional de Madrid.  Está datada en el siglo VIII o VII a.C. (Periodo Orientalizante Ibérico, Edad de Hierro I). Podría ser una representación del dios Ptah importada del Mediterráneo oriental, probablemente de Fenicia,o bien de un sacerdote del templo de Melkart. (Wikipedia La enciclopedia libre)


Información recogida de la Biblioteca Municipal José Celestino Mutis del libro "La Religión Fenicia en Cádiz por María Cruz Marín Ceballos.


jueves, 9 de mayo de 2013

GADES POLÍTICA

Gades en el siglo I d.C.


La historia política de la antigua Gades, dentro de la órbita romana, se inició a fines de la segunda Guerra Púnica, allá por el año 206 a.C., cuando la ciudad rechazó al general púnico Magón y firmó un acuerdo con L. Marcio Septimio,  delegado de Escisión en la Baja Andalucía, para entregar la ciudad a los romanos. Esta dedito no fuera sino la culminación de un acercamiento diplomático entre los gaditanos y la nueva potencia, a través de un pacto de fides suscrito previamente en Carthagonova por Escisión y una embajada gaditana, concretándose luego con L. Marcio las condiciones de la capitulación. Posiblemente fueron los intereses mercantiles de la vieja colonia tiria los que determinaron un cambio de rumbo, un tratamiento de favor por parte de Roma podía significar en el futuro la apertura gaditana al ámbito mediterráneo. Un acuerdo bilateral, al que Gades se mantendría fiel siempre, regularía durante más de ciento cincuenta años las relaciones entre la República romana y la metrópolis fenicia. Gades quedó así en mejores condiciones que la mayor parte de las comunidades hispanas, reducidas a raíz de la progresiva conquista romana de la Península Ibérica a la categoría de ciudades estipendiarias.

Mucho tiempo después Estrabón podía afirmar que la “ciudad de Hércules” había experimentado un notable incremento en su fortuna gracias a su inquebrantable adhesión a Roma.

El soporte institucional de dicha adhesión fue el tratado o foedus convenido en Roma, cuyas cláusulas pudieron haber sido estudiadas con Escisión tras la deditio de la ciudad. Gracias a ello, Gades disfrutó en adelante el estatuto de civitas foederata et libera.

Las comunidades federadas tenían un marco definido de obligaciones hacia el gobierno romano, lo que constituía en sí mismo una restricción de la autonomía local. Esas ciudades debían anular cualquier política exterior independiente de las directrices de la República, lo que en la práctica tenía que ser entendido como obligación de mantener en este terreno una clara postura pro-romana. En esa misma línea les quedaba prohibido tener tropas propias.
Desde la óptica romana, el servicio militar se había considerado siempre la más importante incumbencia del socius o aliado. De igual forma, las civitales foe deratae debían hacer frente a otras contribuciones materiales: suministros de grano (no como tributación, porque se les pagaba), alojamiento del personal militar y administrativo romano. Las autoridades locales debían velar por el mantenimiento de la paz y orden dentro de su demarcación territorial.

Como contrapartida, la comunidad federada podía conservar sus leyes y usos propios anteriores a la deditio y consiguiente entrada en la órbita romanizadota. El gobierno romano buscaba esencialmente la conservación de un orden que le garantizara la libre y productiva exportación económica de las tierras hispanos, sin herir tradiciones y particularismo locales, imponiendo en los pueblos conquistados o sometidos a su influencia la aceptación de unas leyes no hechas por ellos ni para ellos.

En realidad Gades tuvo que admitir prefectos enviados por los gobernadores, al menos en dos fechas concretas ilustradas   por las fuentes, los años 199 y 49 a.C., en ambas ocasiones seguramente por razones de seguridad militar, necesidad ante la que Roma podía con frecuencia desestimar los privilegios reconocidos a una ciudad federada.

Es posible que el edicto del gobernador provincial diera a conocer que tipos de casos se reservaban él o sus representantes para juzgar o admitir a apelaciones.

En el 69 a.C., Julio César, a la sazón cuestor de la Ulterior, recorrio sus comunidades para administrar justicia por delegación de su propretor C. Antistius Vetus, y en el curso de dicho viaje recaló en Gades.

Las fuentes presentan en Gades, aún dentro de su período como ciudad federal, a un consejo comunal o senatus, que, como sería corriente en aquellas comunidades indígenas, estaría controlado por las familias de la oligarquía autóctona adictas a Roma, siendo raíz de los futuros ordines decurionales que encontramos funcionando en los municipios de época imperial. Esos senados locales tenían capacidad para emitir sus decisiones a través de documentos o senadoconsultos, como los que Gades usó para condenar al acusador de Balbo en el proceso del año 56 a.C. La ciudad tenía derecho a disponer de su propio territorio, de donde obtenía sus recursos, y dentro de cuyos límites se ejercían la acción de sus magistrados y además instituciones. Este panorama de derecho se completaba con algunos más: no pagar tributo a Roma, a menos que ello quedara estipulado de forma explícita en el foedus; tener sus propios ingresos locales; conservar sus divinidades particulares, el esplendor del culto gaditano a Hércules Melkart; posibilidad de acuñar moneda, símbolo de autonomía; y uso de las lenguas nativas, aunque éstas fueron gradualmente perdieron terreno ante el empuje del latín, lengua oficial de la administración romana. Muchos de estos privilegios fueron asimismo disfrutados por las comunidades estipendiarias, más que nada por la actitud poco intervencionista en los asuntos locales de una administración romana parca en recursos humanos.

Aunque la situación de las ciudades foederatae era, en principio, de un notable nivel de autonomía, el Estado romano busco ir integrado a los foederati en sus estructuras políticas por varias vías.

También jugó su papel la influencia ejercida sobre las comunidades federadas por la consolidación de las estructuras administrativas provinciales, lo que supuso una gradual pérdida para aquellas de privilegios políticos y financieros.

Las interferencia romana tomaron la forma de actos de fuerza, o simple advertencias, iniciativas que evidentemente contribuyeron a desgravar el contenido de algunos foedera, sobre todo si Roma, unilateralmente, insertada cláusulas especiales en el texto original de la alianza, reduciendo a los aliados a una posición subordinada. La renovación del tratado entre Gades y Roma en el 78 a.C., que nos transmite Cicerón, es factible que fuera una readaptación de dicho acuerdo en razón de una coyuntura política concreta.

El foedus, como fórmula de relación política entre Roma y otras comunidades, fue decayendo durante el s. II a.C. la mayoría de los foedera, así el gaditano, pertenecer a una etapa anterior, cuando aún el poder romano no estaba definitivamente consolidado. Más tarde, cuando la República se fue sintiendo político y militarmente superior, la posición de los antiguos foederati quedó debilitada.

El conflicto latente entre el poder romano y la autonomía local de las ciudades libres y federadas en el s. I a.C. donde mejor queda puesto de manifiesto es en un discurso de Cicerón, el Pro Balbo, pronunciado en el 56 a.C., en defensa de L. Cornelio Balbo hombre eminente en una ciudad federada, Gades, que había obtenido a título personal la ciudadanía romana en el 72 a.C. Tras casi dos siglos de creciente disminución de su capacidad autonómica, las comunidades federadas no debían tener a fines del s. I a.C., más independencia y posibilidad de autogestión que las disfrutadas por cualquier municipio, es decir, una autonomía más formal que real.

Por ello tanto Gades, como otras ciudades federadas béticas, acabaron prefiriendo a su tradicional categoría política-jurídica el estatuto administrativo de municipio del derecho romano o latino, situación mucho más acorde con su avanzado grado de integración en la órbita política y cultura romana.

El siguiente hito importante en las relaciones políticas entre Roma y Gades acaeció, al parecer, en el 78 a.C. Cicerón, que no parece tener una información clara sobre el foedus original, da la noticia en el Pro Balbo de que en dicho año expertos romanos en Derecho hicieron al Senado una propuesta sobre el tratado con Gades, siendo entonces cuando se renovó y concluyó. Fiel a sus compromisos con la maiestas Romana Gades apoyó con barcos y víveres esa causa oficial. Sus intereses mercantiles podían verse muy seriamente comprometidos por las actividades bélicas del líder demócrata, aunque en esa actitud de fidelidad jugarían también un importante papel los tradicionales vínculos de amistad de la clase dirigente gaditana, en especial el poderoso e influyente clan de los Balboa, con la oligarquía senatorial de Roma.

Durante su propretura en la Ulterior el año 61 a.C., Julio César introdujo en Gades derechos (iura) con licencia de sus habitantes, como antaño lo habían hecho C. Claudio del 92 a.C., en la ciudad siciliana de Holaesa o Pompeyo en Bitinia. El hecho suponía una renuncia por parte de los gaditanos a su autonomía. Además, sigue señalando el arador, César abolió cierta barbarie tradicional en las costumbres y normas de los gaditanos ( ¿sacrificios humanos, de raigambre fenicia?), y dedicó a la ciudad un interés especial, colmándola de beneficios a ruegos de Balbo. En Gades la legislación interna como otros aspectos, así la lengua, topónimos o instituciones,  debían estar aún marcados por una imprenta púnica, pero cambios de tal tipo debieron  acelerar su integración en la órbita cultural romana, facilitando el camino hacia la recepción del estatuto municipal.

En el Pro Balbo, discurso pronunciado por Cicerón en Roma probablemente hacia julio/agosto del 56 a.C., el orador hace referencia a un reciente auxilio prestado por Gades a la Urbs en un momento de escasez frumentaria. En el 56 la situación de carestía estaba ya superada. Quizás el Senado actuó en connivencia con Pompeyo, para atraérselo desde el lado de César, ofreciéndole una oportunidad de lograr popularidad y poder.

Es factible que Gades colaborada a aliviar aquella situación con sus aportes frumentarios, ayudas de tal tipo había brindado durante las guerras contra Sartorio, y años después cuando la campaña lusitana de César en el 61 a.C. Por añadiduría, el auxilio de Gades, (aún ciudad federal) a Roma, al contribuir a resolver una necesidad vital de la peble urbana, la predispondría en su favor, lo que también pudo influir algún tiempo después en la concesión colectiva de la ciudadanía romana a los gaditanos efectuada por César en el 49.

Solo en ocasiones excepcionales los pueblos federados llegaron a tomar las armas contra el poder de Roma. Si una civitas foederata se mantenía neutral en la guerra, podía ser acusada por cualquiera de los bandos de incumplir sus obligaciones hacia Roma como aliada. Si se inclinaba por una de las facciones rivales, podía ser premiada si defendía la causa de quien resultara vencedor, o castigada si se encontraba al lado del vecino. Así se comprende que, tras las guerras civiles, tan frecuentes en el último siglo de la República, muchos foederati perdieron las ventajas que les habían sido reconocidas previamente en sus tratado con Roma.

En los azarosos años que precedieron al estallido de la guerra civil, Gades empezó a apostar claramente por la causa política encarnaba en los lideres del Primer Triunvirato, Pompeyo, Crasso y César. Hay un momento muy significativo en aquel juego de relaciones con evidentes intereses muticos. Se trata del proceso entablado al gaditano Balbo en Roma en el 56 a.C. había sido acusado de que la ciudadania recibida de Pompeyo en el 72 a.C., no era válida, por no haberla aprobado expresamente el pueblo gaditano, según los términos de la Lex lulía del 90 a.C. por añadidura, Gades envío a Roma una embajada en apoyo de Balbo y, consecuentemente, de dos políticos afamados, y con indudable pese en el Estado, Croso y Pompeyo, un buen golpe de efecto diplomático.

La actitud de la familia de los Balbos pudo ser decisiva para Gades, desatada ya la contienda civil entre cesarianos y pompeyanos, se decantara sin ambages por los primeros. En el año 49 a.C., M Varrón ordenó a los gaditanos, en virtuid de los compromisos bilaterales contraídos con Roma, que aprestaron diez naves de guerra en sus astilleros. No era la primera vez que Gades ofrecía auxilio naval a Roma. Lo había hecho ya durante la guerra sertoriana y la campaña lusitana y galaica de César. Las simpatías de la ciudad se inclinaban sin embargo por César. Una vez más se ponia de manifiesto la difícil situación de los aliados ante un conflicto civil, al ser solicitados por ambas bandas. 
            
Varrón transportó a Gades todo el dinero y objetos preciosos guardados en el famoso templo de Hércules, y envió para defender la plaza a seis cohortes mandadas por un caballero, C. Galonio. Una vez culminada la derrota pompeyana en llerda, y ante el inmediato avance cesariano hacia el sur, era trasladarse a Gades con dos legiones, y concentrar allí las naves y los aprovisionamientos de trigo, se confirma que la ciudad disponía de almacenes frumentarias, con los que ya antes había podido aprovisionar a las tropas romanas en Hispania y envíar ayuda a Roma cuando el hombre del 57 a.C.
Durante la fase definitiva del conflito civil, conocida como “campaña de Munda” (46-45 a.C.), la actitud gaditana fue claramente procesariana. Fue la base naval de la flota mandada por Didio, y César estuvo de nuevo en la ciudad por aquel tiempo.

Cuatro años antes, al finalizar la campaña del 49 a.C., con la rendición de Varrón en la Ulterior, César, según indica Dión Casio, había concedido la politela (ciudadania) a todos los gaditanos como premio a su fidelidad en la guerra contra Pompeyo. Poco después tal recompensa fue ratificada por ley. El paso era decisivo cara a la definitiva integración de Gades en la órbita política y cultural de Roma.

En el 56 a.C., el citado proceso a Balbo en Roma, Gades envió allí una delegación en apoyo, constituida por personas de la clase dirigente local, a quienes Ciceron en el Pro Balbo llama hombres eminentes y distiguidos quieres, por el tema que se debatía, debían tener conocimientos de Derechos Públicos. El discurso ciceroniano fue, en cierto modo, un alegato en pro de la disposición de los gaditanos para acceder a la ciudadania. Ya Sila la había otorgado a nueve gaditanos. El discurso Cicerón resalta la tradicional fidelidad de Gades a la causa romana, considerando a la ciudad amicissima y fidelissima.

Un factor cultural que también contaba era la expansión del latin en los medios sociales de Gades, barómetro de su integración en la órbita romanizadota. Posidonio calificó a los gaditanos como púnicos a inicios del siglo I a.C., pero Columela afirmaría centuria y media después que sus paisanos eran latinos. El autor griego se refería al factor étnico. Que determinaría el bilingüismo de la ciudad por aquellos tiempos. Columela, que se sentía ya plenamente romano, aludía al estado jurídico-administrativo. Es posible que Balbo el Menor, cuando huyó en el 43 a.C., junto a Bogud de Mauritania, se entendiera con él en la lengua semita, pero la familia de los Balbos debía hablar ya en latín antes de recibir la ciudadanía romana, y lo mismo les ocurriría a otros. El habla púnica se mantendría a fines de la República de forma residual, pero sin una fuerte y previa implantación del latín no habría recibido los gaditanos la politeía en el 49 a.C. La tragedia autobio gráfica que hizo representar Balbo el Menor en el teatro de Gades en el  43 a.C., fue escrita en latín, lo que aclara la situación lingüística de su auditorio. Balbo presentó su obra con fines propagandísticos, objetivo difícil de conseguir si solamente hubiera podido ser seguida por unoas pocos. De la citada obra circulaban copias en la Urbs, y hasta podría imaginarse que fue luego representada en el teatro que Balbo el Menor costeó en Roma y que fue inaugurado en el 13 a.C. Este hecho es un evidente signo de la expansión del latín en los medios sociales gaditanos, donde también el griego debía estar ampliamente difundido.

Las reformas de César en el 61 a.C., romanizando ciertos contenidos en la constitución gaditana, habrían preparado el terreno para la definitiva integración.

En el 49 a.C., la ciudad obtuvo de César la concesión general de la ciudadania romana, el beneficio más apetecido por los aliados y súbditos de Roma, cuya obtención había sido el “leit motiv” de la “Guerra Social” que enfrentó a varios pueblos con la República a partir del 91 a.C. Gades, siendo aún ciudad federada, había aceptado de buen grado las reformas institucionales introducidas por César en el 61 a.C., que supusieron una modificación de su singularidad cultural a favor de una mayor romanización interna. En Gades existía un consejo comunal o Senatus en el 56 a.C., cuando la ciudad era todavía federada.

No se tiene ningún documento que cite explícitamente la curia del municipio gaditano en época imperial, cuando ese término se generaliza. Si hay referencias a los decreto decurionum mediante los cuales el consejo comunal emitía sus decisiones. Las curias municipales gozaron de amplias competencias gubernativas a escala local: nombramiento de determinados magistrados (perfectos, curatores) y sacerdocios; designación de los patronos de la ciudad; control directo del erario municipal y del uso de sus recursos por parte de los magistrados municipales, que debían rendir periódicamente cuentas de sus gestiones los decuriores; supervisión de todo lo referente a los arrendamientos de propiedad públicas, cobro de impuestos locales, obras de interés comunitario, urbanismo; gestión de las relaciones exteriores de la ciudad, nombrado delegados y embajadas; calendario de fiesta y juegos, etc. También a la curia correspondía lo relativo a la concesión de honores públicos o personajes importantes de la administración estatal o municipal, o a ciudadanos emérito, lo que se hacia mediante el correspondiente decreto decurional. Por ejemplo, un epígrafe de carácter honorífico hallado en Asido, inscrito en la base de una estatua, fue dedicado a un magistrado municipal gaditano d (ecreto) d (ecurionum) por los municipales Augustae Gadium. En otra inscripción de Gades se recoge la concesión por decreto decurional, a alguien cuyo nombre no se ha conservado, de varios honores, algunos de ellos de carácter fumerario: locus sepulturae, laudatio, impresa funeris y statua.

Con respecto al poder ejecutivo municipal, la primera magistratura que se tiene constatado es el quattuar-virato, documentado en el 43 a.C., función presenta en la administración interna de los municipios italianos creados tras la “Guerra Social”, en sustitución de las anteriores magistraturas indígenas (en el caso de Gades los sufetes de origen púnico). El colegio de quattuorviros englobaba a dos magistrados supremos con poderes jurisdiccionales y otros dos con potestades edilicias. Posiblemente a partir de la época augústea, a raíz de la definitiva constitución del municipio gaditano, sus magistrados principales pasaron a ser denominados duoviri, a fin adaptar su titulación a la terminología vigente en las nuevas entidades municipales creadas por entonces. Hay que hacer constar además que un duunvirrato quinquenal de carácter honorifico fue revestido en Gades antes del 23 d. C., por luba II, rey de Mauritania. Los quinquenales era aquellos duunviros que cada cinco años se revestían de poderes especiales para acometer el censo local, renovar la lista o album decurional.
Otras dignidades públicas estimadas eran los funciones religiosas municipales. La designación para los sacerdocios correspondía a la curia mediante el correspondiente decreto, la duración del cargo era de uno o más años, y sus titulares revestían ciertos atributos externos de su dignidad y gozaban de algunos privilegios.  
  
La función de sacerdos fue desempañada en Gades por miembros. Estaría dedicados al culto en alguno de los templos gaditanos, de los que están documentados los de Minerva, Venus Marina y Kronos, además del más famoso de todos, el de Hércules, cuyo sacerdocio se supone que sería el más prestigioso y valorado por la clase dirigente gaditana, aunque no se tiene ninguna constatación epigráfica al respecto. La fama del templo de Hércules arrancaba ya de la época fenicia. Fue visitado por célebres personajes (como Julio César, durante su estancia en Gades el año 68 a.C.), encerraba grandes riquezas, codiciadas y expoliadas algunas veces, podría recibir donaciones. En el periodo Imperial el Templo de Hércules gozó de especial reconocimiento por parte de los emperadores Antoninos.

La madre de Adriano, Domitia Paulina, era natural de Gades, Trajano, nacido en la cercana Itálica, le hizo también objeto de su reconocimiento, como seguramente Cómodo, que gustaba ser representado como el dios y aparecer honrado en un epígrafe honorífico por la res Pública Gaditana. El santuario contó con importantes recursos económicos, pudiendo beneficiarse con donaciones y legados.

Un colegio religioso documentado en Gades es el de los serviri Augustales, dedicados al culto imperial Gades emitió una serie de acuñaciones para conmemorad los patronazgos de Augusto y algunos miembros de la familia, Agripa, Tiberio y Gayo y Lucio Césares, todos los cuales contaron en algún momento para la sucesión imperial.

Interesante es el patronazgo de Agripa, quien durante su estancia en Hispania el año 19 a.C., dirigiendo las guerras cántabras desplegó una gran actividad administrativa. Es probable que por aquel tiempo viajara también a la Ulterior. Ulia lo nombró patrono, y puede pensarse que una ciudad como Gades, que le honró como patronus y parens mumicipii, recibió su visita, en el curso de la cual pudo organizarse definitivamente el municipio gaditano. Agripa tuvo un papel preeminente en el seno del Estado, y a través de los lazos mantenidos con él por Gades que da constancia una vez más del deseo de muchas comunidades de entrar en la clientela de los Julio-Claudios y mostrar su adhesión a la casa imperial. Agripa fue honrado como patrono de Carhagonova, ciudad que dio la misma distinción luba de Mauritania, a quien Gades otorgó el duunvirato quinquenal honorífico. Más sugerente es el caso de Balbo el Menor, cuyo pontificado fue celebrado por algunas acuñaciones gaditanas. Su tío, el fiel colaborador de César, había trabajado mucho tras la desaparición del dictador para preparar el terreno a su heredero Octavio. Balbo el Menor recogió los frutos de tal diligencia. Fue nombrado procónsul de Afríca en el 21 a.C. pudo haber participado en la campaña de Thapsus junto a césar, y con certeza tuvo que huir a Mauritania en el 43 a.C.

Es posible que una parte del botín obtenido en su empresa africana lo invirtiera en continuar el embellecimiento urbanístico de Gades emprendido durante su quattuorvirato del 43 a.C., al que alude Estrabón (trazado de la Neapolis), con el fin de dar al flamante municipio una adecuada fisonomía monumental. 
       
Gades disfrutó de otros patronazgos, además de los citados, escogidos entre personajes importantes de la vida pública romana. Desde fechas tempranas de su alianza con Roma gozó del patrocinio de L. Cornelius Lentulus, pretor de Hispania en el 205 a.C. Otras  veces los patroni se escogían entre los individuos eminentes de la propia ciudad. Balbo el Mayor fue patrono de Gades, y ese patrocinium pudieron mantenerlo sus herederos, como Balbo el Menor.

La compensación a sus atenciones y favores la recibía el patrono a través de ciertos honores dispensados por la ciudad tutelada: ciudadanía local honorífica, lugar de privilegio en ceremonias y espectáculos públicos, inclusión en el álbum decurional, estatuas, etc. Una prueba de ese reconocimiento lo dio Gades en el 56 a.C., enviado a Roma una embajada de apoyo a Balbo durante su proceso, delegación que, según indica Ciceron, presentó como testimonio documental la correspondiente tessera patronatos ante el tribunal.

Aunque en el mundo romano la posesión de la tierra fue el criterio básico tradicional para estimar el nivel de riqueza y dignidad de una familia, y teniendo en cuenta que el fundamento de la prosperidad económica gaditana radicó en el comercio, se conoce algunos personajes de origen gaditano que alcanzaron el más alto estamento social y honorífico, el rango senatorial. No son muchos, ciertamente, a tener de la gran importancia alcanzada por Gades a fines de la República y primeros siglos del Imperio, pero algunos tuvieron un especial protagonismo en la escena política romana.

El elenco de senadores gaditanos hay que iniciarlo con los Balbos, Balbo el Mayor, confidente y financiaron de Julio César, fue hombre muy rico y se supone, envidiado en Roma. Toda la familia recibió la ciudadania romana en el 72 a.C., por gracias de Pompeyo. Su sobrino Balbo el Menor, la otra figura representativa de la familia tuvo una carrera militar y politica más densa y agitada, bajo las banderas de César, de los Triunviros más tardes, y finalmente durante el gobierno de Augusto.

Otro senador gaditano, ya en época imperial, fue L. Comelius Pusio, que hizo una importante carrera pública bajo los reinados de Nerón y Vespasiano. No acaba aquí la proyección social de las familias senatoriales gaditanas. El emperador Adriano, era hijo de una gaditana, Domitia Paulina, casada con un sobrino del emperador Trajano, devoto del Hércules Gaditano. Había, pues, una relación con la oligarquía senatorial de Italia. Por su parte, la familia de los Annii Veri se trasladó a Gades desde otra localidad bética.

Gades ciudad de pujante economía mercantil, con familias de larga tradición en el marco de las finanzas y las operaciones comerciales, podía suministrar individuos que dieran la talla para acceder al rango de los caballeros. Caballeros gaditano fue recordado y homenajeado, L. Lunius Moderatus Columella. Llegó a desempeñar una de las milicias con que se iniciaba la carrera ecuestre, pues fue tribunus militum de la legión VI Ferrata, según se sabe por una inscripción de Tarento (Italia). No pasó de este escalón la trayectoria ecuestre de Columela quien, por fortuna, y en especial para nuestro conocimiento de la agricultura romana, decidió en algún momento cambiar la espada por el cálamo. También se sabe de otros gaditanos, testimoniado epigráficamente, que ocupó una milicia ecuestre, M. Mettius Maternus, tribuna en la legión XII Fulminata destinada en Capodocia. Los Mettius están constatados en Arlés. Queda, finalmente, hablar de la aristocracia decurional gaditana, la verdadera élite municipal. Los decuriones de las ciudades eran el tercer estamento en orden de importancia dentro del Estado romano. En el 49 a.C.

César convocó en Corduba a los magistratus y principes de las civitales de la Ulterior, una vez culminada la rendición del legado pompeyano Varrón. Concretamente los Gaditani principes son citados por las fuentes ese mismo año, pues había tomado la iniciativa para expulsar de Gades a las tropas de Varrón. Magistratus y principes son los representante de los sectores sociales autóctonos con más peso político y económico en la provincia. Princeps es un título que determina un rango social elevado, los autores latinos suelen emplear para referirse a los notables locales, especialmente los magistrados y decuriones, los primeros civium, los que controlan la vida pública municipal a través del senatus o curía, institución que funciona ya en Gades en el 56 a.C., cuando la ciudad todavía no tiene estatuto romano.

El protagonismo de algunos gaditanos en la vida pública de Roma desde fines de la República, y durante los primeros siglos ejemplos. Personajes como los Balbos, políticos, constructores, millonarios, con aficiones literarios y filosóficas, con importantes relaciones en los medios sociales romanos, dejaron huella, y su promoción en la Urbs debió favorecer igualmente la de otros gaditanos que quisieron abrirse camino en la capital del imperio. A aludir al mundo de la cultura, además de Columela, no podríamos olvidar dos nombres significativos, el filósofo neopitagórico Moderato de Gades, que debió vivir en la segunda mitad del s I. d.C., exponente del alto nivel de ilustración alcanzado por la sociedad gaditana de entonces. Y Canio Rufo, que desplegó en la Roma de Domiciano un torrente de gracias y jovialidad como fabulista, poeta épico y Trágico, autor de elegías amorosas. Su gens gaditana está constatada epigráficamente: un Canius Rogatus en Gades, un C. Conius Primulus en Chipiona. Canio Rufo perteneció al círculo de amigos íntimos de Marcial. Nadie vio nunca triste al gaditano, solía frecuentar los ambientes literarios de romas (la Escuela de los Poetas), estar al día de todos los rumores y cotilleos de la Urbs, y gustar de la compañía de damas cultos.

Desde el político al poeta, desde el filósofo al técnico escritor de agronomía, desde el encumbrado senador hasta el humilde comerciante, todas las dimensiones de la sociedad gaditana se proyectaron también en la esplendorosa roma de época imperial. 

Es posible que el más significativo exponente de la aceptación e integración de los gaditanos en la Urbs sea un escueto, pero sugerente, dato: la inscripción Gaditanorum conservada en los grados del famosa Coliseo de Roma, que indica una reserva de puestas en aquel gran anfiteatro para los miembros de la colonia gaditana en la capital del mundo.
En Roma existió un grupo bastante representativo de una ciudad, Gades, avalada por una antigua y proverbial fidelidad. A esos gaditanos se les dio una consideración muy especial y apreciada en la cosmopolita Urbs, y concretamente en su reciento de espectáculos más destacado.

En Roma el reparto de plaza en los espectáculos era especialmente rígido. En el Coliseo, concretamente, tenían asientos reservados los senadores y sus hijos, los caballeros, los huéspedes oficiales (embajadores), y grupos más definidos como los Gaditani. No hay referencia a otra ciudad del Imperio cuyos habitantes gozaban de tal honor. Hecho de este tipo contribuirían, desde luego, a dar homogeneidad y conciencia de grupo reconocido a la colonia gaditana de Roma.

Aún lejos de la patria chica, cabe suponer que aquellos gaditanos no olvidarían fácilmente su lugar de origen. Los descendientes de los Balbos mantendrían todavía en el 48 d.C., plena conciencia de sus raíces gaditanos, que es precisamente lo que Claudio pretendía elogiar tomándolos como ejemplo.

Información del  libro Gades en tiempo de Columela por Juan Francisco Rodríguez Neila, de la Biblioteca Municipal José Celestino Mutis     

miércoles, 1 de mayo de 2013

Historia de los batallones de Cádiz


Los batallones de Marina fueron organizados por Patiño según Instrucciones de marzo de 1717. Tenían por misión los servicios de mar y tierra en bajeles, puertos y plazas. Cada batallón se componía de seiscientos hombres. Dependía del Departamento Marítimo de Cádiz y las fuerzas que presentaban su servicio en otros puntos se consideraban destacadas. Componía un total de doce batallones.

En Cádiz residían los batallones números 8, 9, 10,11, y 12. A sus órdenes tenía un brigadier que como comandante principal, asumía el mando de los batallones de Cádiz.

Las fuerzas de Cádiz ocuparon el cuartel de San Felipe, emplazado en el solar que hoy ocupa la casa de las cinco torres, en la actual Plaza de España no lejos de la llamada casa de las cuatro torres, en la que estuvo instalada la última Capitanía General del Departamento de Cádiz.

La calle gaditana Fermín Salvochea, tenía como antigua denominación la de “Cuartel de la Marina y garita de la escalerilla”, pues en ella se hallaba la puerta del cuartel de San Felipe, hoy es plaza Argüelles. El nombre de “garita de la escalerilla” se debía a una garita situada cerca de una escalerilla que bajaba al mar antes de que se construyeran las murallas. Esta calle tiene vinculación histórica con la Marina, aparte de encontrarse en ella el cuartel de batallones, residieron en la misma dos ilustres marinos. En el número cuatro actual, nació el conde del Venadito y vizconde de Ruiz de Apodaca, y en el número seis, hoy inexistente, donde se halla emplazada la finca número dieciocho actual, vivió y murió el teniente general D. Antonio Escaño. Posteriormente la calle se dividió en dos tramos que se llamaron “Cuartel de la Marina y “San Ginés.

Cuando se traslado el Departamento a la Isla de León, los batallones y las brigadas marcharon a la misma por tierra, luchando contra un fuerte viento de levante, dominada en aquellos días. Se alojaron en el castillo de San Romualdo, situado a la entrada de la población, del que aún se conservan (actualmente se esta reformando).

Por Real Cédula en noviembre de 1799 firmada en el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial, se mandó a sacar a subasta pública el terreno que ocupaba el cuartel de San Felipe, donde se había  alojado los batallones de Marina, para atender con su producto a la obra de la nueva Aduana (hoy Diputación) que se estaba construyendo, en el baluarte o plataforma de San Antonio. Aún puede verse en el piso bajo, correspondiente al número diez de la plaza de España, casa de vecindad situada en la parte posterior de lo que fue cuartel, una pequeña lápida que dice: Se hizo esta obra en el año 1777 por cuenta de la compañía de trabajadores de la Real Aduana y carros”.



Casa de las cinco torres, solar donde se encontraba los batallones de la marina


BRIGADAS DE ARTILLERÍA

Por R.O. de febrero de 1717 se ordenaba la formación de las brigadas de artillería de Marina. Las primeras ordenanzas para estas dos brigadas fueron remitidas a Cádiz en abril de 1717. Formadas por sesenta hombres cada una.

En 1718 se formó la tercera brigada y en 1726 el número de brigadas se fijó en siete.

El cuerpo era considerado sobre el pie de Infantería española, de la misma suerte que el Regimiento de Artillería del Ejército, cuya antigüedad gozaba.

En 1776 había 14 brigadas de 125 hombres cada una. Diez años después se contaba con 16 brigadas de 162 hombres cada una. En cada brigada figuraban cuatro oficiales.

En 1803 formaban las fuerzas 3360 hombres, distribuidos en 20 brigadas. En Cádiz se hallaban los números 1, 3, 4, 9, 10, 11 y 20. En cada Departamento contaban con una escuela de matemáticas y sección de inválidos. La escuela de Cádiz, se denominaba Real Academia de Artillería. Al parecer se hallaba situada en la calle de Santo Domingo (barrio de Santa María), que entonce formaba plazuela, calle y callejuela, el lugar próximo a la actual Palacio de Congreso (tabacalera).

No lejos se encontraban varias viviendas donde habitaron entre otros los generales de la Armada del Mar Océano. Al ser desocupada la academia, la finca pasó a propiedad del almirante D.Luis González de Esquivel, fue demolida en 1762 para adelantarle la fachada. 

barrio de santa María, calle de Santo Domingo,  


Información obtenida del libro La Marina de Cádiz de la biblioteca gaditana José Celestino Mutis.