sábado, 30 de octubre de 2010

Plaza de la Cruz de la Verdad

Plaza del Mentidero en el barrio de su mismo nombre

En este espacio se construyó un humilladero, hubo en la plaza una cruz, estaba en su centro, como si fuera su corazón de piedra, que más tarde se denominaría Cruz de la Verdad.


Los gaditanos no tardarían en rebautizarlo popularmente como Plaza de la Cruz de las Mentiras, al reunirse en ella los desocupados del lugar para dar noticias de toda índole, sobre todo falsas.


Era razonable que se llamara plazuela de la Cruz del Mentidero. Un prelado parece que se enfadaba del nombre y también era explicable porque al pie de la cruz no deben tratarse cosillas intrascendentes, quiso que se dijera plaza de la Cruz de la verdad.


De cualquier modo el ámbito siguió adelante con su Mentidero, de lo cual a la plaza del Mentidero se la llama así por lo menos hace dos siglos.


La planta de la plaza es triangular, ligeramente alargada, eje de un barrio que comienza a construirse en 1755 para completar la ciudad entre la plaza de San Antonio y los cuarteles de Carlos III.


En una de las esquinas que tiene con la calle del mítico Hércules, un café al que llamaban Petit Versalles, lo que hace pensar que no faltaban los temas elegantes en las chácharas. No se dice, en los muchos textos consultables sobre la historia de la plaza, en cuál esquina estaría el Café, la plaza debía de estar satisfecha con aquel pequeño Versalles castizo.


Esta plaza se encontraba en una de las zonas más seguras, alejada de las baterías francesas. Según cuenta las crónicas, rara era la casa de Cádiz donde no había un plano de la ciudad pintarrajeado de líneas. Con ellas y con un compás los gaditanos calculaban el alcance aproximado de las bombas tomando como referencia el sitio donde habían caído las últimas.


El Mentidero ha conocido muchas vida gaditana, y se cuenta que cuando las grecas de realistas y constitucionales y todo aquel laberinto político, un oficial mató de una estocada a un liberal dejándole en el sitio y alentó a sus hombres para que hicieran lo mismo con quienes les salieran al paso hablando de Constituciones, fuera la que fuera.


Los papeles, que la plaza tiene muy en regla, hablan de don Casto Méndez Núñez, el bravo marino del callao y de Valparaíso.


El Mentidero, por Gonzáles Tablas, sale al mar, y en uno de su costado comparte luz con la del general Morla que sirvió y bien a fondo a los gaditanos en los primeros ochos años del siglo XIX, salvándose de las iras agresoras de los ingleses Kert y Albercombry, dos generales, del mar uno y de tierra otro, que pusieron cerco a Cádiz queriéndola someter, sin respeto a la ciudad.


Por otro de las alas del Mentidero, paseando puede irse al viejo Campillo de los coches.


Esta plaza fue lugar elegido para leer por segunda vez el texto de la Pepa (Constitución de 1812).


Adela Medina, nuestra Gitanilla del Carmelo, no sepa de la plaza, cuánto bordado labró Adela, en su casa, ante la luz amable de esta plaza, oyendo sosegarse su aire en los cristales de su balcón, para la lírica gaditana, siempre será Adela su más fina y gentil gaditana.

sábado, 23 de octubre de 2010

El Cádiz de Las "Indias" y Las "América"

Torre vigía que oteaban los galeones que venían de Ultramar


Cádiz es una ciudad que ha vivido fundamentalmente del comercio. Con una situación geográfica muy peculiar, prácticamente una isla, y sin ninguna zona agrícola capaz de propiciar una aristocracia terrateniente, ha tenido una burguesía activa e inquieta con la singularidad, además, de ser una de las pocas ciudades españolas dotada de una finalidad esencialmente comercial, la función mercantil predominó de modo exclusivo.


En 1820 Cádiz era todavía una ciudad grande, relativamente bien poblada y con un comercio que se resistía a un hundimiento que ya, por entonces, se consideraba como inevitable.


Plaza fortificada, contaba con un recinto de 7500 varas el que forma las murallas, varios fuertes y baterías con dos muelles, el uno en la Puerta del Mar y el otro en la de San Carlos. La muralla más fortificada corría por la Puerta de Tierra, avanzado hacia el mar y a la entrada de la bahía, por el lado opuesto, estaba situado el castillo de San Sebastián que, aparte de su función defensiva, mostraba una especie de faro que servía para indicar a los navegantes la proximidad del puerto. Había cuatro puertas que daban al mar, la de la caleta, la de San Carlos, la de Sevilla y la del Mar.


El abastecimiento alimentario se hacía a base de los pueblos inmediatos que surtían a Cádiz, fundamentalmente, de carnes, frutas y verduras.


Un hecho en contra era la carencia de agua potable. Recogiéndose la de las lluvias o aljibes que a pesar de la limpieza en que se procura conservar, su permanencia en ellos, otras causas inevitables la hacen tomar algo de gusto, olor y sabor.


Un camino muy transitado, por ser único, pero en muy mal estado unía la ciudad con San Fernando, lo cual contribuía aún más, a acentuar esa idea de insularidad y aislamiento de los gaditanos.


No en balde lo apartado de Cádiz, entre otras causas, permitió a la ciudad resistir en muy corto espacio de tiempo dos asedios.


Desde que en 1717 Cádiz consiguió ser el único puerto para el comercio de Indias y pasaron a ella los Tribunales de las Casa de Contratación y el Consulado de Sevilla, la ciudad vivió una oleada de prosperidad muy notable.


Todavía en los últimos años del siglo XVIII, a pesar de estar abolido el monopolio del comercio americano desde 1778, se registraron importantes movimientos comerciales que demostraban la vitalidad de la ciudad.


Sin embargo, al declinar el siglo XVIII la ciudad empezó arrastrar una cierta decadencia que, partiendo de las guerras marítimas de Carlos IV, se complicó aún más con la Guerra de la Independencia. Fue a partir de 1805 cuando la crisis se agudizó de forma definitiva al aparecer los movimientos independentistas en Hispanoamérica. Por su parte Las Cortes de Cádiz, inmersas en su propia tarea legislativa se vieron impotentes ante este cúmulo de circunstancias adversas.


Remitiéndonos al problema americano para entender mejor la crisis profunda del comercio gaditano, de la que no se repuso jamás. La independencia de las colonias americanas supuso para España una pérdida vital para su sistema económico y para Cádiz su ruina, ya que prácticamente la ciudad había vivido del comercio con América.


La gran decadencia, es un factor que va a marcar decisivamente la división ocupacional de sus habitantes basándose en los tres sectores, primario, secundario y terciario, que tradicionalmente han sido tomados como modelos de referencia.


Las guerras coloniales y la independencia de las colonias americanas supusieron un golpe decisivo para su maltrecha economía. Ante una situación así, volvió a pedirse, una vez más, la franquicia del puerto aunque no se consiguió.

Ya en la segunda mitad del siglo XVIII fueron numerosos los casos de contrabando repartido por la costa gaditana algunos de ellos de muy alto nivel. En los momentos de clara crisis económica, se potenció esta práctica, no sólo en Cádiz, sino también en algunas zonas de su provincia, preferentemente el Campo de Gibraltar, muy propicio para este delito por su cercanía a la plaza británica y por los latifundios muy poco explotados, con una población desocupada casi todo el año, siendo notable el hecho de que esta práctica del contrabando pasaba de padres a hijos.


El no trabajar estaba mal visto, era síntoma de inadaptación social. Como inmediata consecuencia, el individuo que no acreditara su cualificación profesional era calificado de vago. Sobre este particular, las autoridades provinciales y locales debían extremar su vigilancia hacia todos aquellos que no tuvieran empleo, oficio o modo de vivir reconocido, los cuales quedaban suspensos de sus derechos de ciudadanos.


En consecuencias, vagos, holgazanes, gitanos y mal entretenidos debían ser perseguidos y apresados previa la información sumaria que justifique sus malas calidades, siendo internado comúnmente en las casas de misericordia, hospicios o arsenales del ejercito.


En cambio, los mendigos cabía cierta consideración debiendo estar asignados a una casa de misericordia, aunque los no nacidos en cádiz, debían salir de la ciudad si no acreditaban cinco años de residencia en ella.


domingo, 17 de octubre de 2010

Meridiano de Cádiz

placa en el barrio del Pópulo


Jorge Juan, científico, polifacético, diplomático, Arquitecto Naval y Marino.

Su formación de Astronomía la consiguió durante sus 9 años de trabajo geodésico-astronómicos en América Meridional, con motivo de la medida del grado de meridiano, anterior a la primera definición del metro.


Fue el fundador del Observatorio de marina. Aplicó a la creación del Observatorio los criterios navales de la época y se inspiro en el observatorio de Greenwich. Inició la formación de la Biblioteca y el quitamiento del observatorio.


El castillo de la Villa. Primer asentamiento en Cádiz de Real Observatorio. Situado en el Monturrio gaditano, lugar más elevado del barrio del Pópulo, contiguo al Arco de los Blancos.


Fortaleza medieval, alcazaba… etc., en la que radica en 1753 la Compañía de Guardamarinas de Cádiz, mandada por Jorge Juan.


Uno de sus torreones cuyos muros, según Tofiño, “daban bastantes señas de ser obra de romanos”, se dedicó a observatorio, como se confirmó plenamente con el descubrimiento del teatro romano en el lugar.


En él se hicieron las primeras observaciones sistemáticas, las primeras determinaciones de hora y las primeras longitudes astronómicas en combinación con Greenwich, Berlín y París.


Definió durante algunos años el “meridiano de Cádiz” como origen de longitudes.

El Cronómetro Marino, el instrumento mecánico capaz de conservar la hora del primer meridiano resolvió la incógnita de las longitudes.


Tres año después de que el cronómetro superara las pruebas de mar a favor de Harrington, el Observatorio de Cádiz adquirió los ochos primeros “relojes de longitud” a Bertoud para nuestra marina.


En 1798 se inaugura el Observatorio de la Isla de León. El traslado de la longitud de Cádiz a San Fernando tendría lugar utilizando como señales comunes fogonazos de fusil o de pistola.


En su primera piedra figura la dedicatoria “Para fijar el tiempo a los marinos que observan las estrellas”; mandato que se sigue cumpliendo de acuerdo con los tiempos.


El lugar ha probado ser uno de los mejores emplazamientos astronómicos, costando una fortuna conseguirlo.


Las noches de poniente se producen unas observaciones de gran calidad.


calle de San Juan de Dios

domingo, 10 de octubre de 2010

Hallazgos Arqueológicos en Cádiz

Las necrópolis antiguas se desplazan empujadas por la expansión urbana, de forma que, en los núcleos en desarrollo, los dichos cementerios mantenían su carácter extra-urbano gracias a un progresivo alejamiento de la ciudad inicial.


Los principales hallazgos efectuados en la necrópolis gaditana, se han de destacar los siguientes descubrimientos verificados en las antiguas necrópolis:


Tumbas de carácter romano localizada en 1643 en el Campo de la Jara, (extensa zona en la que se hallaba comprendido el pozo de la Jara, que ocupa el solar de las actuales plaza de San Antonio y San Francisco y de la calle Ancha e inmediaciones, llegando a alcanzar, hasta lo que hoy es la Alameda).


Conducto (¿) con restos de losas de mármol y de cerámicas romana, al parecer, hallado en 1748 en la confluencia de las actuales calles Veedor y Vea Murguia.


Columbario romano descubierto en 1769 en el solar del Hospital de Mujeres.


Lápida funeraria romana aparecida al hacer un pozo en la calle Manuel Rancés.


Columbario romano de los Plocios, hallado en diciembre de 1826 en los glasis izquierdo de las fortificaciones de Puerta de Tierra.


Diversos vestigios funerarios romanos localizados en febrero de 1838 en la Segunda Aguada (Extramuros).


Restos de sepulturas romanas descubiertos, a mediados del siglo XIX, con motivo de los desmontes efectuados para el tendido de la vía férrea.


Lápida romana funeraria localizada, al parecer, en la calle Montañez.


Abundantes vestigios de enterramientos romanos hallado, hacia 1884, en la cimentación del Nuevo Teatro levantado en la plaza de Falla.


Cuando la necrópolis gaditana comenzó a gozar de una cierta fama fue a raíz de los descubrimientos efectuados desde 1887 en la denominada Punta de la Vaca.


Ya con anterioridad debieron aparecer en dicho lugar, ocasionalmente, algunas antigüedades de la necrópolis, como parece indicar el topónimo allí existente “batería del Romano”. Pero a pesar de todo, los hallazgos verdaderamente notables fueron los que se realizaron con motivo de los desmontes ejecutados para la instalación de la Exposición Marítima Nacional de 1887 y para el relleno del área destinada a los Astilleros Vea-Murguia a partir de 1891, fue la causa directa de la creación del Museo Arqueológico de Cádiz, existe una bibliografía bastante abundante, especialmente sobre el famoso sarcófago de Punta de Vaca. El sarcófago masculino se localizó en 1887.

En la zona además se localizaron los primeros vestigios conocidos que pueden atribuirse a supuestas tumbas púnicas de pozo.


En el siglo XX, y debido a la continua serie de hallazgos que seguían verificándose en la necrópolis gaditana, comenzaron las campañas oficiales de excavaciones en la zona de Extramuros, sacando a la luz vestigios numismáticos, epigráficos y de orfebrería.


Hemos de destacar un par de descubrimientos fortuitos que tiene especial interés por sus lugares de aparición, el caso de las tumbas púnicas localizada al abril unos cimientos en la calle Santo Domingo, al comienzo del barrio de Santa María, sobre dichas tumbas existen noticias contradictorias, así como la posibilidad de que algunas de ellas fuesen reaprovechadas con posterioridad a su utilización primigenia.


El otro descubrimiento, que también posee una importancia de primer orden, fue el de la celebérrima estatuilla de Ptah (llamado el “sacerdote de Cádiz”) hallada en febrero de 1928, junto con otros materiales que no se recogieron, en la cimentación de la Central de Teléfonos de la calle Ancha, y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La controvertida cronología de esta figurita puede remontarse, con seguridad, a la primera mitad del primer milenio antes de J:C, habiendo incluso autores que la llevan más allá del 1000 a.C.


Además de todo esto, citaremos dos hallazgos que no son suficientemente conocidos, el primero, tras el matadero antiguo, en el acantilado puesto al descubierto al ser arruinada la muralla por la erosión marina, unas sietes u ocho urnas cinerarias romanas de barro cocido fueron depositados en el Museo Histórico Municipal de Cádiz, fueron destruidas por la onda expansiva provocada por la explosión del 1947.


El otro descubrimiento fue el de un pequeño columbario romano aparecido, casualmente, en mayo de 1966 en la cimentación de los pabellones militares del Campo de las Balas, junto a la Caleta, se puso al descubierto un murete de casi dos metros de alto que representaba seis orificios casi cilíndricos, fue interpretado como pertenecientes a un palomar romano, en la misma obra se hallaron monedas de bronce gaditanas de tipología púnica, monedas romanas, un anillo de bronce figurando una serpiente que se muerde la cola y de un depósito de ánforas romanas.


Hallazgo sarcófago antropoide, aparecido fortuitamente en la calle Ruiz de Alda (Extramuros), al sedimenta el antiguo solar del Chalet de Pelayo Quintero Atauri, excavador de la necrópolis gaditana. El 26 de septiembre de 1980, surgió a la luz del subsuelo gaditano un nuevo enterramiento el sarcófago antropoide femenino


Los enterramientos localizados en el sótano de la casa situada en la calle General Ricardos nº 5, son los únicos restos de la necrópolis romana de Cádiz que podemos observar "in situ" (en el mismo lugar donde fueron construidos).


Muy cerquita de la Torre Tavira, el punto más alto de la isla de Erytheia, bajo el Teatro de Títeres de la Tía Norica, (antiguo cine Cónico), ha quedado completamente al descubierto la ocupación estable de tipo urbano más antigua de la ciudad. Un modelo de planificación urbanística propia de las ciudades del Mediterráneo y que en este terreno de 500m se ha puesto de manifiesto con la excavación de cuatro viviendas distribuidas en dos calles pavimentadas de finales del siglo IX a.C.


Los hallazgos de carácter subacuático


Los hallazgos de carácter subacuático presentan en Cádiz, como es sabido, una problemática bien compleja.


El expolio sistemático a que se ve sometido nuestro patrimonio arqueológico submarino, en parte por la dificultad que presenta su vigilancia y protección, ha ocasionado la pérdida de abundantes datos de gran importancia.


No obstante esto, y debido a las interesantes pistas que los restos de pecios “in situ” indicativos de lugares ya ocupados por el mar en la Antigüedad, facilitan para la reducción del antiguo recinto urbano se ha procedido a una recopilación sistemática tanto de los hallazgos ya publicados como de algunos documentados por referencias orales, el área de máxima concentración de resto arqueológicos subacuáticos conocidos el canal Bahía-Caleta e inmediaciones.


Desde la extracción en 1884 de materiales procedentes de un posible pecio romano existente junto a la Punta del Nao, hasta la actualidad, los hallazgos submarinos realizados en las cercanías de la ciudad de Cádiz, tanto en la zona de la Caleta como en los bajos o escollos de la Olla y los Cochinos, fundamentalmente han sido incesantes.


De entre ellos destacan por su interés: el gran “Thymiaterion”, el disco y las dos terracotas femeninas (una de ellas descubierta no hace poco) procedentes, en su totalidad, de las inmediaciones de La Punta del Nao y que forman un conjunto bastante homogéneo de carácter fenicio-púnico; dos magníficos cepos de piedra hallados también en la zona de la Punta del Nao, uno de ello se encuentra en el Museo Arqueológico de Cádiz, anforitas púnicas y el lingote romano de plomo, los abundantes cepos romanos del Museo Arqueológico de Cádiz, de entre los que destacan uno de 720Kg, recuperado cerca de la Laja Herrera, en dirección al bajo de Los Cochinos, otros más pequeño, con motivos en relieve representado delfines y “astragalis”.


De la zona del puerto actual se poseen menos datos de hallazgos, se debe en parte, que dicha área los restos se hallan cubiertos por una notable capa de fango, estos descubrimientos verificados en el curso de los trabajos de dragados que se han venido ejecutando, en los últimos tiempos en esta parte interior de la Bahía.

sábado, 2 de octubre de 2010

Rosario; La Galeona nuestra patrona

Ntra, Señora del Rosario-Convento de Santo Domingo


La historia de esta tradición. Ya desde el 1571, cuando en la batalla de Lepanto se invocó a Nuestra Señora bajo el título de Auxilio de los Cristianos, según reza en las letanías lauretanas, tuvo tal influencia en toda la cristiandad esa hermosa advocación, que no podría faltar en Cádiz el fervor a Nuestra Señora y la propagación de su santo rosario, siendo inveterada costumbre en las casas de patricios y plebeyos el rezo de esa corona mística que tantos beneficios espirituales y materiales parece lograr para sus devotos.


Desde que en un tiempo anterior al saqueo de Cádiz por los ingleses, en 1596, existiese en nuestras calle de los Herreros una ermita regida por los morenos y dedicada a la Virgen del Rosario, hasta su culto en el convento de Santo Domingo, citando aquel prodigioso caso del maremoto de 1755, a tanto se llegó la protección de Maria a nuestra ciudad, que desde muy remota época se tiene como patrona a la Virgen del Rosario.


La veneración por la Virgen del Rosario en Cádiz arranca, quizá, desde los tiempos medievales, se puede conjeturar sobre la citada devoción tomando por base un doble motivo: de un lado, el fervor mariano de las tierras del Sur, patente en las lucubraciones literarias del medievo; y del otro, la conciencia de que una veneración tan espacialísima en el siglo XVI había de tener forzosamente raíces de mayor antigüedad, y más si se tiene en cuenta el dinamismo de los hijos de Santo Domingo de Guzmán, el señor de Caleruela que vendió sus códices antiguos en beneficio de los pobres, y que creó la Orden de Predicadores para cundir por el mundo el ardor evangélico.


A fines del siglo XVI constituía ya una realidad la Cofradía del Rosario, la más remota en nuestra ciudad, radicada en el Hospital de la Misericordia y fundada por individuos de raza negra (importante población esclava de color, cuyos miembros llegaron a representar, por su número, un elemento típico del Cádiz del siglo XVII, todavía recordado en el actual Callejón de los Negros del barrio de Santa María).


El mandato de los mismo fue por poco tiempo, ya que con el establecimiento definitivo de los dominicos en Cádiz, entusiasta acérrimos del Rosario, absorbieron éstos la Cofradía de los Morenos, erigiéndose en sus directores, pese a todas las protestas.


Los dominicos vinieron a Cádiz a principio del siglo XVII, con miras a la evangelización de las tierras del Nuevo Mundo, y fundaron un hospicio con el fin de que sirviera de alojamiento a los frailes que hacían las rutas de América y las africanas. Después se afincaron en la ciudad, levantado el convento de la Orden tras múltiples peripecias, tanto por trabas eclesiásticas como militares, ya que estaban muy próximas las murallas con sus baluartes, y casi a la vera el de los Negros.


Precisamente, el convento de Santo Domingo se construye en un sitio idóneo por lo significativo: en el solar donde los piratas de 1596 arrojaron la imagen de la Virgen del Rosario después de arrástrala por las calles de la ciudad; una especie de barranco que servía de basurero y en el que según las crónicas se atentaba contra la moralidad.


En 1667 el nuevo templo enorgullecía a Cádiz y más teniendo como joya preciada a la Virgen del Rosario.


Mármoles italianos y maderas preciosas de las Indias le daban la máxima prestancia. Los frailes contaron con el apoyo de muchas personas de relieve en nuestra ciudad. En el alma del pueblo la ofensa del invasor había dejado una huella imborrable. Por todos los medios se trataba de desagraviar a la que se consideraba ya como nuestra patrona.


Eran patente este amor de los gaditanos a la Virgen del Rosario y la protección que ésta dispensaba a la población.


Esta protección se reconoce en la trágica epidemia de peste de 1644, que produjo varios millares de muertos, en 1730 la fiebre amarilla y en 1854 el cólera, pero sobre todo, se dejó sentir cuando el terrorífico maremoto de Noviembre de 1755.



La Galeona

Esta advocación de la Santísima Virgen, venerada desde siempre en el convento de Santo Domingo, fue durante largo tiempo Patrona de la flota de los galeones españoles que unían anualmente esta ciudad de Cádiz con las tierras americanas, de ahí su sobrenombre.


Tradicionalmente la virgen era entregada por el prior del convento al almirante de la flota y éste la conducía solemnemente a la nao capitana, obligándose a devolverla una vez finalizado el viaje.

Esta imagen fue quemada en el año 1931 salvándose providencialmente la cabeza de la Virgen y el Niño Jesús. Fue reconstruida en el año 1945 por el escultor gaditano D. Juan Luís Vasallo, conserva en su interior, en forma de tizón, el cuerpo quemado por lo que es una imagen de la Virgen María singular por su historia y su significado entre los hombre de la mar.


Las muestras de protección colectiva de la Virgen del rosario se acrecientan en el terreno particular. Surge la consideración emotiva y de gran belleza de la Virgen marinera, Estrella de los Mares, la Virgen del Rosario que llevaban los galeones en una hornacina en la cámara de popa como demostración del fervor de los tripulantes.


Todavía hoy es embarcada, en algunas ocasiones especiales, la Galeona como así la llaman la Marina española en el Buque Escuela Español Juan Sebastián de Elcano.


La procesión desde Santo Domingo a la nave Almirante constituía un acontecimiento en nuestra ciudad.


Tanta protección y, por ende, tanta devoción, culminó por escrito pontificio de Pio IX fecha en 27 de Junio de 1867 se le reconoce oficialmente como Patrona de Cádiz. Así se cumple los deseos del pueblo gaditano.


El paisano, el padre Félix, que llegó a ceder a la Virgen la Cruz pectoral de piedra preciosas que le regalara el príncipe de Asturias el día de su consagración episcopal.

El domingo 4 de mayo de 1947 se produce la Coronación de la Virgen. Es la primera Virgen del Rosario que se corona en España, por reunir todos los requisitos: antigüedad, ser muy venerada y muy milagrosa.


La Coronación, constituyó una fiesta religiosa y popular de la mayor magnificencia. Después del solemne Pontificado celebrado en la Catedral, las Patronas de los pueblos de la provincia en procesión con la Virgen del Rosario, se trasladaron a la plaza de San Antonio. Rezos y cánticos, destacando el sentido himno de bellas estrofas que compuso José María Peman, amenando el camino.


La Virgen del Rosario está radiante con su corona de oro y piedras preciosas costeada por suscripción popular.


Estrellas de los Mares, patrona de Cádiz y de las viejas flotas de Galeones, Almirante de la Mar Océano, Alcaldesa de nuestra ciudad.

Su onomástica es el 7 de Octubre, es patrona de Cádiz, al igual que en algunos pueblos de la provincia