viernes, 26 de marzo de 2010

Tradiciones del ayer...

Prospero Año Nuevo, fue costumbre muy antigua en Cádiz esta felicitación, tanto mediante la consabida tarjetita del cartero, sereno, barbero, etc., todos los que nos hubieran prestado algún servicio durante el año, y aunque no hubiese sido más que una vez, como el de subirnos el recibo del alquiler de la casa, o el habernos traído siquiera una carta…


A finales de este mes comenzaba también en Cádiz una costumbre o tradición después llamada de las “Cédulas de compadres y comadres”, consistía ésta en un mueble de madera, de casi un metro de altura, de tres pisos y en forma de cono truncado.

Este mueble, adornado con papeles de colores, se los enviaban los muchachos a las muchachas, o viceversa, resultando algunas veces, no pocas, que de estas cédulas saliesen bodas seguras, para ello dichos envíos había de ser correspondo recíprocamente, y en caso de que una de las partes devolviese la “cédula” o no la correspondiese, quedaba roto todo el compromiso.


La llegada de los Reyes Magos en tiempos pasados, era de ver y de reír cuando se organizaba la víspera, por la noche, de aquel gran día de reyes Magos, bien con cabalgatas, bien inculcando a los gallegos jóvenes y a los morenos residentes en nuestra ciudad la idea de coger unas escaleras y llegar hasta las Puertas de Tierra, para allí esperar a los de Orientes y seguir tras éstos para según iban depositando juguetes y golosinas en los balcones y casapuertas, irlos atrapando, bien subiendo por las escaleras, bien dejando las misma a un lado para posesionarse, arteramente, de los destinos de los pequeños durmientes.

A veces los jóvenes gallegos y los morenos se llevaban un buen chasco, cuando los Reyes Magos no se veían llegar ni por las Puertas de Tierra ni por el arrecife, pero si otra cosa, una piara de ganado vacuno con destino al matadero, y a reír todo el mundo con las soñolientas caras de los así burlados.


La del 17 de enero de cada año, en que una romería daba a nuestros extramuros un indescriptible colorido. San Antonio Abad, llamado vulgarmente San Antón- con sus coplas alusivas-, fue hace muchos lustros pasados origen de esa simpatiquísima fiesta que tiene por corona la solemne ceremonia de la bendición de los animales. Dicese de ese santo monje de la Tebaida, que habiendo hallado en la cueva que él tomase por morada muchos animales de distintas especies, por eso se le considera el patrón de los animales, y crear esa animada fiesta que en Cádiz, en el barrio de San José, gran día a sido siempre para los vecinos de Puerta de Tierra.


En las actas capitulares del II de mayo de1601, se dicta la construcción de una ermita, y que la advocación de ella sea del Sr. San Joseph, dicha ermita más tarde fue substituida por la iglesia parroquial del mismo nombre, en ella se celebraba esta romería, y de la cual el barrio toma su nombre.

Con mucho entumíamos se celebró siempre en este barrio la dicha romería “del cochinillo” como se le llamaba un día y por lo que en lugar de rosquillas se repartían lechoncillos de dulce.

A estos festejos acudían, no sólo los cristianos, sino muchos moros y turcos esclavos, entonces residentes en nuestra ciudad, especialmente en sus extramuros, en la actualidad no hay romería, sólo la bendición de los animales, pero se hace en la Iglesia de Santo Domingo, en el barrio de Santa María.


El día de San Sebastián; en lo que pudiéramos considerar como fin del llamado campo de Santa Catalina y vulgarmente término del mundo, hubo por el año 1400 una ermita bajo la advocación de San Sebastián, en la actualidad se encuentra el Castillo que tiene su mismo nombre en honor a él, en la zona de la playa de la Caleta.

El día del glorioso confesor de Cristo, el 20 de Enero de cada año, el citado San Sebastián (Bastián o Chano familiarmente) capitán que fuera de la guardia romana en tiempo del emperador Diocleciano, llegaba en bulliciosa procesión a esta ermita, sin perder por ello un ápice de solemnidad, desde la iglesia mayor, en dicha procesión figuraba siempre un piquete; cuatro capitanes eran invitados para ir a los extremos de las andas, en memoria de haber sido el Santo centurión o capitán de la guardia pretoriana.

Esta fue una tradición de gran arraigo en Cádiz, era el prolegómeno del carnaval gaditano, hoy en día por muchos ignorada.


Se cree que estas fiestas del Corpus se remontan al siglo XVII, y se dice que en los tiempos de Calderón reunían multitudes innumerables.

Los festejos se presentaban así; en primer lugar hacían su aparición las danzantes, gitanas o valencianas, que precedían a los soldados; luego la Tarasea y las efigies gigantes de Alfonso X el Sabio, libertador de la ciudad, y de su esposa doña Violante.

Inmensos pasos cargados de flores y candiles se confundía con la multitud arrodillada.

Las gentes se apretaban en los balcones adornados con mantones y tapices.

La decadencia de aquellas grandes fiestas gaditanas, todo el colorido, el decorado y el sabor popular existente en lo que de ellas quedaban se le quedaron grabados, como lo demostró El amor Brujo y las Siete canciones obras de Manuel de Falla.


En el mes de junio contó por mucho tiempo, con aquella que llamamos de las candelas, y que por la misma razón tenían lugar en las vísperas de ese día, el 24 de este mes, fiesta de San Juan Bautista, los llamados “augurios de San Juan”

En la víspera de San Juan y a la hora de que el reloj diera las 12 campanadas, la tradición consentía que las muchachas casaderas averiguasen por el procedimiento de arrojar agua a la calle quién habría de ser su futuro esposo, ya que la tradición lo aseguraba, el primer hombre que pisara el encharcado pavimento se casaría a posteriori.

También se hacia hogueras con enseres viejos, saltaban por encima de ellas, con el auxilio de una garrocha, enseres inservibles eran arrojados desde los balcones o desde las casapuertas, los chiquillos con sus caras tiznada, recorrían nuestras calles en varios grupos, llevando una estera abierta y cogida entre varios, y al grito “¡Echa una estera pa la candela! ¡Echa un chiquillo pa Juaniyo” delante de la comitiva infantil unos de los pequeños desarrapadamente vestido, llevando en el extremo de un palo cierto monigote de trapo, relleno de serrín, al que llamaban Juaniyo y a que su hora de la noche (a las 12 de la noche) sería quemado en una de las piras que figuraban en plena vía pública.


En Cádiz, en donde en remoto tiempo estuvo en los la Huerta del Hoyo, contaba con ermita propia, que fue demolida a causa de las obras de fortificación de la Puerta de Tierra.

Todos los años, con fechas de 16 de agosto, y en cumplimento del voto hecho en 1582, por haber liberado a esta ciudad del terrible azote de la peste, se le consagraba solemne fiesta, con asistencia de las autoridades y pueblo en masa, habiendo luego concurrida y devota procesión con la imagen del Santo, y en algunas ocasiones había algún espectáculo taurino, y cánticos que los fieles sabían de memoria.

San Roque nació en Montpeller, sur de Francia en el año 1225, en una familia rica, fue Co-Patrono de la ciudad.


Una muy curiosa cualidad se nos ofrece ante el fervor tradicional de Cádiz a la Virgen de la Capa Blanca, perece que nuestra ciudad cuenta con dos Patronas: la Virgen del Rosario y Nuestra Señora del Carmen,.

Era muy remota costumbre de que el día 16 de julio, fiesta del Carmelo, a más de celebrarse una función en la iglesia, convento de dicha titular, fundado en la antigua capilla de Bendición de Dios (barrio del Mentidero) en el año 1737 se colgaban jaulas de pájaros canarios sobre todo, muy adornadas, en los balcones de dicha iglesia durante los días de la novena a Nuestra Señora del Carmen. Y no menos significativa fue la idea de que cuando las famosas Cortes de 1812 se escogiese en dicha iglesia para cantar un te Deum en acción de gracias por el feliz resultado de la nueva Constitución.

También tuvo lugar en su tiempo la animada velada del carmen, con sus correspondientes exornos, sus puestos de buñuelos, algunas atracciones para los niños y gente joven, y la concurrida procesión con las andas portadoras de la hermosa imagen de la Virgen del Carmen.


Fue una de las tradiciones que comenzó en las fiestas del Corpus, tomando luego vida propia a través de bastantes años.

El día primero del mes de agosto (año 1870), bajo la denominación de Velada de Nuestra señora de los Ángeles, terminando el día 15 del mismo mes, en el paseo de las Delicias, vulgarmente, el Perejil.

Dada la variedad de sus instalaciones, casetas oficiales, atracciones de todos los géneros y la muchedumbre de visitantes, tanto indígenas como foráneos, hasta el extremo de formarse aquel tren botijo que tantas aleluya mereciese y que nos trajeras gente de toda la geografía española, que buscaban medios de trasbordo hasta llegar a Cádiz, a su velada tan decantada por los cuatro puntos cardinales.

Se contemplaba reflejo de todo lo que formaba aquel maravilloso conjunto que comenzaba desde la Plaza del Mentidero hasta el mismo Campo de las Balas, o sea a espalda del hoy Parque de Genovés. El renombre que alcanzo esta velada y de ahí que cuando daba comienzo la misma, fuese imposible andar por Cádiz, sino por la misma Velada, dado la afluencia de forasteros.


La fiesta de todo los Santo .Aunque esta vieja tradición de que la noche del 31 de octubre, tenga lugar la animada fiesta que acostumbraba a celebrarse en el interior del nuestra plaza Central de Abasto, parece data de años próximos posteriores al 844, en que el Papa Gregorio IV ordenó que la Fiesta de todos los Santos fuese conmemorada el primero de noviembre sin embargo, la animada velada que nuestra plaza, como nosotros decimos, tiene efecto en la víspera de dicha fiesta, puede decirse que comenzó a tener preponderancia desde años bien incluidos en el siglo XIX.

Pero aparte de todas estas facetas de los “Tosantos” de Cádiz, con su procesión de la virgencita de la Palma en la noche de dicho día, y la bendición de las aguas en la mañana de igual fechas, frente al mar, en la gaditanisima playa de la Caleta.


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