“… no obstante, hecha abstracción de Rhóme, podría pasar por la ciudad más poblada del orbe, púes he oído decir que en un censo hecho en nuestro tiempo fueron contados hasta quinientos caballeros gaditanoi, más que cualquiera otra ciudad de los italiótai, excepto la de los pataouinoi…”
De estos gaditanos, apunta Estrabón gran parte de ellos pasan el tiempo en el mar o viven en tierra firme.
Este aumento de población conlleva el replanteamiento del urbano de las islas. El mecenas de esta labor edilicia fue el gaditano Balbo El Menor:
“En un principio vivían en una ciudad muy pequeña; más Balbo el Gaditanos, de ambas surgió Didyme…”.
García Bellido, analiza el atractivo que tuvo la ciudad en esta época no sólo por su templo y el fenómeno de las mareas, sino también por considerarse el extremo del mundo conocido. Por ella pasaron personajes como Polybios, Poseidonios, Hanibal, Hannon, Himilkón, Asdrúbal, Eudoxos de Kyzika, Artemidoro y Cesar. Dicho autor, nos sintetiza lo que pudo ser la vida de Gades en estos momentos:
“… una de las ciudades más importantes del mundo romano, en el que sobresalía por su tráfico comercial, por el número y tamaño gigantesco de los navíos, que en ella cargaban y descargaban por sus industrias pesqueras y conserveras, sus astilleros de construcción naval, su comercio de exportación, la riqueza y número de sus habitantes, etc. su población estaba casi toda ella dedicada a la mar, ya como pescadores de altura, ya como mercaderes…”
Esta población estaba compuesta por una variedad de gentes de la más diversa procedencia, como corresponde a una ciudad cosmopolita “…mezcla fecunda de tartessios (los aborígenes de estas tierras), de romanos (los nuevos de dominadores) y de griegos de todas las partes de Europa, Asia y África, llegados a ella al olor de sus negocios”. El número de habitante para este momento se cifra entre 50000-60000 personas, cantidad que se estiman un tanto desorbitada.
Uno de los principales problemas que se plantearía el municipio sería el abastecimiento de agua para tan crecido número de habitantes.
Para analizar este problema se han de tener en cuenta dos aspectos de cierto interés: primero, el concepto que los romanos tenían del agua recogido en uno de los textos conservados de la época, el de Frontino. El texto en cuestión nos dice que el abastecimiento de agua concierne también “… a la sanidad e incluso a la seguridad de la urbe…”. El concepto de seguridad en el mundo romano era bastante amplio.
También el medio físico imponía limitaciones para abastecer de agua a tan elevada población. De hecho, según Estrabón, los gaditanos seguían explotando los recursos propios de las islas, e decir, pozos y cisternas.
Estos recursos debieron ser insuficientes en estos momentos, a la vez que se observa un dato de interés: el agua de los pozos de marea suele ser de mala calidad, lo cual en una población con un relativo nivel adquisivo permitiría una mayor selección y abriría la posibilidad de localizar nuevos acuíferos, aunque estos estuviesen lejos de las islas.
La solución fue la traída de agua desde el continente. Es decir, el acueducto, y con él un buen abastecimiento de agua que va a ser una de las aportaciones más originales del mundo romano. Este hecho hizo posible que las ciudades pudiesen alcanzar un aceptable nivel higiénico y sanitario.
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