sábado, 26 de diciembre de 2009

Un Paseo por Cádiz con Fernando Quiñones

Alameda Marquez de Comilla

Casi todo el perímetro urbano del viejo Cádiz, con su alto caserío y sus calles rectas y estrechas, brinda al viajero rincones de inconfundible perfil, fuerte color andaluz y europeo, monumentos y obras de arte.


No obstante, detallaremos dos gratos paseos, de urgencia por la ciudad (a pie o, más gaditanamente, en coche de caballo, si queda alguno).


Partamos en ambos, junto al puerto, de alegre y espaciosa Plaza de San Juan de Dios, un centro vital del Cádiz antañón y contemporáneo.


El primer recorrido, a cuyos hallazgos artísticos sumaremos un sabroso vagar por la vida matinal de la ciudad, nos conduciría en principio, por las calles Nueva y San Francisco, hasta la iglesia de la Santa Cueva, con espléndidas piezas de Goya y varias obras notables de Riedmayer, Vaccarí, Gandulfo, etc.


Por Columela, una arteria comercial, la Plaza de las Flores y la bulliciosa vecindad del mercado, el hermoso palacio del Hospitalito de Mujeres nos deparará luego la sorpresa del conmovedor San Francisco, del Greco, obra de vasta proporciones y una de las más expresivas del gran cretense.


A dos pasos de allí, en la Plaza de las Bulas, se alza la alta y airosa Torre de Tavira, cuya ascensión es indispensable para abarcar totalmente la original situación de la ciudad y una de las más bellas vistas panorámicas del sur de España; entre antiguas brújulas, catalejos y libros de marina, sobre la Tavira- que aún hoy ejerce sus funciones de Torre Vigía- se domina la bahía de Cádiz, el océano abierto y, como desde la cofa de un navío, el blanco conjunto de la ciudad, engastada en vivo azul del mar y recortando contra él sus clásicos miradores, almenillas y azoteas.


En la Plaza de Mina nos espera después los Museos de Bellas Artes y Arqueológico, el primero con una larga y admirable colección de obras de Zurbarán, Rubens, Murillo, Lucas Jordán, Lawrence, Van der Weyden, Santi Di Tito, Van Orley, Borgiani, Alonso Cano, etc., y otras atractivas salas de primitivos y modernos.


De gran interés son asimismo los sarcófagos y objetos fenicios y romanos del inmediato Museo Arqueológico y las instalaciones del Museo Histórico Municipal de Cádiz, en la actualidad en reforma, (para el aniversario, doscientos años, de la constitución La Pepa)


Este primer itinerario terminaría en la Alameda, con el Atlántico a un lado y, al otro, entre jardines, las torres gemelas de la iglesia del Carmen, de cuyo barroco parece haber copiado gracia y línea tantas otras del Perú o México.


Un segundo recorrido nos llevaría en la jornada siguiente, y entrando a él por el viejo Arco del Pópulo, al barrio de igual nombre, el más antiguo de la ciudad y recinto único del Cádiz del Rey Sabio.


Un rincón encantador es la Plaza de la Catedral vieja que, encajonada entre ésta y la catedral dieciochesca, brinda muy bellos aspectos de ambas.


Torres de piedras, callejuelas de sugestivo nombre-Piratas, Posadilla, Viento, Mesón-, antiguas hosterías populares y nobles fachadas de herrajes y escudos completan allí, con el Patio Mudéjar y la espléndida Casa del Almirante en la Plaza de San Martín, una visión de rancio y gaditanísmo sabor.


La catedral neoclásica, aborda por el Arco de la Rosa, nos ofrecerá seguidamente, junto a la magnitud de sus proporciones, sus mármoles y sus jaspes, el interés del Museo Catedralicio con obras de Zurbarán, Cornelio Schut, Murillo, Copello, etc., y la fabulosa Custodia del “Millón, una de las más ricas que se conocen (este museo en la actualidad, se encuentra en la Plaza Fray Félix en la casa de la Contaduría).


Contratada con tales tesoros, una cripta sencilla, aunque de notable calidad arquitectónica, guarda en la catedral los restos del compositor gaditano Manuel de Falla.


Por el Campo del Sur, amplio balcón abierto al Atlántico, llegaríamos muy pronto a la iglesia de Santa Catalina (Capuchinos) y a sus hermosas pinturas de Murillo.


Nuestro proyecto concluirá en la placidez de La Caleta, puerto primitivo de la ciudad, y lugar, hoy, desde el que se disfruta una marina de barquillas, murallas y arrecifes, abierta a la boca de la bahía y al serpeante camino del faro de San Sebastián.


Cabe destacar también, del Cádiz artístico, el Oratorio de San Felipe Neri, embellecido, con la memoria de las Cortes, por una luminosa Inmaculada, de Murillo; la neoclásica solidez de los edificios de la Cárcel Vieja y el ex-Hospicio; en San Agustín, el gran cristo de la Buena Muerte, talla insigne de Martínez Montañés, las célebres Puertas de Tierra y Murallas; la iglesia de Santa María, con su antigua torrecilla y el raro alicatado de la capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, a quien el pueblo llama el Greñúo

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El barrio de Santa María posee asimismo auténtico encanto, con sus pinas callejas marineras y las palaciegas mansiones (en la actualidad en reformas) del viejo Cádiz poderoso.


Es recomendable un paseo nocturno por Santa María, sobre todo si se empalma, dada su proximidad, con los bellos rincones oscurecidos del contiguo y ya descrito Pópulo.


Fernando Quiñones,monumento en la Puerta de La Caleta

1 comentario:

  1. Mª Jesús: Llevas un ritmo imparable, debes tener mucho tiempo.
    Me gusta tu Blog y lo voy siguiendo, aunque sólo te lo diga de vez en cuando. Enhorabuena por él.
    Por el comentario que te hice de "La tía Norica" me han localizado unos que quieren hacer un documental sobre la compañía de títeres. Ya ves que te lée mucha gente.
    Un abrazo.

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