jueves, 3 de diciembre de 2009

La Santa Cueva

La Santa Cueva, constituye uno de los edificios más extraordinario que atesora la Ciudad en su acervo artístico.

Un monumento realmente admirable en donde se patentizan en sus más diversas manifestaciones el exquisito gusto y refinamiento del que supo dar tantas pruebas la población gaditana, en las postrimerías del siglo XVIII.


La construcción principalmente del Oratorio dio origen a cuantiosos desembolsos, hizo posible que no solamente la riqueza ni la originalidad y el buen gusto se manifestara de una forma clara en sus menores elementos.


Este relicario de arte es poco conocido no solamente por una gran mayoría de personas que visitan nuestra Ciudad, sino por un elevado porcentaje de gaditanos.


El hecho, por una parte de que una curiosa tradición eclesiástica, hace pocos años estuviera prohibida la entrada alas mujeres en este lugar y por otro el encontrarse hace ya mucho tiempo agotados los libros del Padre Gandulfo e Iroto y del canónigo D. Benito de Elejalde, que se ocuparon de estos lugares, con una literatura más religiosa que práctica.


En el año 1756 y en ocasión de estar efectuándose unas obras en la iglesia del Rosario, los albañiles dieron inesperadamente con un sótano o sala bien profunda, cosa que estimaron providencial, por lo que solicitaron los Congregantes de la Madre Antigua al obispo que le fuera cedido para sus ejercicios piadosos.


Tras asearla un poco, le construyeron una escalera de caracol para facilitar su bajada, le colocaron un pequeño altar y varios bancos de madera, quedando convertido en piadoso lugar de meditación y recogimiento y denominándose a partir de entonces la “Santa Cueva”.


La Cofradía de la Madre Antigua, hacia el año 1730 existía en Cádiz una casa de pobre aspecto en esta humilde casa un grupo de hombres devotos, integrados en su mayor parte por personas de la aristocracia, se reunían todos los jueves del año para practicar un ejercicio piadoso, disciplinante, algo extraño, conocido por el de la “Madre Antigua”, el que consistía en meditar a media noche, durante el espacio de tres horas o más, los pasos de la pasión del Redentor, estas practicas piadosas, cuyo verdaderos orígenes y finalidades eran desconocidas incluso por los mismos vecinos de las casas cercanas.


La Santa cueva, es un edificio realmente curioso y extraño a la vez, quizás sin precedentes en arquitectura, lleno de belleza y originalidad.


Consta de dos capillas, construida una sobre otra. La parte baja está dedicada a la Pasión, en la que tuvo su sede la cofradía de disciplinante de la Madre Antigua, por lo que también se denomina “Cueva Subterránea del Señor del Perdón y Nuestra Señora de la Piedad”, y la situada en la parte superior “Oratorio o Capilla alta del Santísimo Sacramento”, que está dedicada a la Eucaristía.


En la calle Rosario, junto a la iglesia del mismo nombre, por una sencilla puerta, cuyo aspecto no denota la magnificencia del templo establecido en su interior, se tiene entrada a este edificio.


A la derecha de dicho pórtico, existe un cuadro de la virgen del Refugio, a modo de retablo público, que encierra gran interés, se encuentra protegido por un cristal, fue objeto de la veneración de los fieles, era antiguamente alumbrado con lamparillas de aceite, por sus mismos devotos, en el manto protector de la virgen, aparecen retratados los magnates gaditanos que en aquel tiempo formaban parte de la cofradía de la Madre Antigua, se coloco en dicho lugar el 31 de Marzo 1796, fecha en que se inauguro el Oratorio.


Frente a la puerta de entrada existe una hornacina, en la que figura una expresiva imagen de Nuestra Señora de la Soledad, sentada al pie de la cruz y mirando al cielo.

Completa el adorno de la entrada, cuatro cuadros pequeños pintados al óleo que representan los bustos de los cuatros evangelistas: San Mateo, San Marco, San Lucas y San Juan.


A ambos lados de dicha entrada comienza dos espaciosas escalera de mármol y balaustrada de caoba, que conduce a la Cueva baja.


Está capilla es de muy reducido espacio y está desprovista de toda decoración, ya que fue construida para ser lugar de meditación y de las disciplinas de la Cofradía de la Madre Antigua.


Consta de tres naves, al fondo de la nave central, se encuentra situado el único altar existente en el templo, su situación exacta corresponde debajo del Sagrario de la Capilla alta u Oratorio, alumbrado por la única luz solar que penetra en este recinto, a través de una gran linterna situada encima del mismo.


El alta es de mármol, sobre el prisma posterior del altar, se eleva un Calvario, cuya cruz mide cuatro metro de altura, esta integrado por las figuras de tamaño natural de Jesús expirante en la cruz, la virgen Madre Dolorosa, la Magdalena abrazada a la cruz, San Juan y sentada en el suelo las dos María, son las de mayor méritos, se deben al escultor genovés Jácome Vaccaro.


La Capilla Alta u Oratorio, se llevó en practica de construcción, sobre la cueva subterránea por la familia del Marqués de Valdes-Iñigo, llevado por su amor a la Eucaristía, esta dedicada al Santísimo Sacramento, en la que como en la anterior, sólo tuviesen entrada los hombres, la consagración del templo tuvo lugar en 1796, durante los primeros años permanecía abierto desde las cinco de la mañana hasta la nueve de la noche los días laborales y festivo a las diez de la noche.

El Oratorio de la Santa cueva, formado por dos capillas: la baja o de la Pasión y la alta dedicada al Santísimo Sacramento.
El conjunto está considerado como uno de los grandes monumentos del arte español y la joya del neoclásico gaditano. En su construcción participaron los arquitectos Cayón y su discípulo Benjumeda. Para la decoración se contó con los pintores Zacarías Gonzáles Velázquez, Antonio Camarón, Antonio Cavallini, Franz Riedmayer pero sobre todo destacan las pinturas de Francisco de Goya. También se puede contemplar esculturas talladas por maestro como Gandulfo, Vaccaro y José González "El Granadino". Como culmen, el célebre compositor austriaco Joseph Haydn escribió para este Oratorio su obra "Las Siete Últimas Palabras de Nuestro Redentor en la cruz", que él mismo consideró como su partitura más lograda. El Ministerio de Cultura lo declaró monumento histórico-artístico de carácter nacional, en 1981.

folleto del Oratorio de la Santa Cueva


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