Un monumento realmente admirable en donde se patentizan en sus más diversas manifestaciones el exquisito gusto y refinamiento del que supo dar tantas pruebas la población gaditana, en las postrimerías del siglo XVIII.
La construcción principalmente del Oratorio dio origen a cuantiosos desembolsos, hizo posible que no solamente la riqueza ni la originalidad y el buen gusto se manifestara de una forma clara en sus menores elementos.
Este relicario de arte es poco conocido no solamente por una gran mayoría de personas que visitan nuestra Ciudad, sino por un elevado porcentaje de gaditanos.
El hecho, por una parte de que una curiosa tradición eclesiástica, hace pocos años estuviera prohibida la entrada alas mujeres en este lugar y por otro el encontrarse hace ya mucho tiempo agotados los libros del Padre Gandulfo e Iroto y del canónigo D. Benito de Elejalde, que se ocuparon de estos lugares, con una literatura más religiosa que práctica.
En el año 1756 y en ocasión de estar efectuándose unas obras en la iglesia del Rosario, los albañiles dieron inesperadamente con un sótano o sala bien profunda, cosa que estimaron providencial, por lo que solicitaron los Congregantes de
Tras asearla un poco, le construyeron una escalera de caracol para facilitar su bajada, le colocaron un pequeño altar y varios bancos de madera, quedando convertido en piadoso lugar de meditación y recogimiento y denominándose a partir de entonces la “Santa Cueva”.
Consta de dos capillas, construida una sobre otra. La parte baja está dedicada a
En la calle Rosario, junto a la iglesia del mismo nombre, por una sencilla puerta, cuyo aspecto no denota la magnificencia del templo establecido en su interior, se tiene entrada a este edificio.
A la derecha de dicho pórtico, existe un cuadro de la virgen del Refugio, a modo de retablo público, que encierra gran interés, se encuentra protegido por un cristal, fue objeto de la veneración de los fieles, era antiguamente alumbrado con lamparillas de aceite, por sus mismos devotos, en el manto protector de la virgen, aparecen retratados los magnates gaditanos que en aquel tiempo formaban parte de la cofradía de
Frente a la puerta de entrada existe una hornacina, en la que figura una expresiva imagen de Nuestra Señora de
Completa el adorno de la entrada, cuatro cuadros pequeños pintados al óleo que representan los bustos de los cuatros evangelistas: San Mateo, San Marco, San Lucas y San Juan.
A ambos lados de dicha entrada comienza dos espaciosas escalera de mármol y balaustrada de caoba, que conduce a
Está capilla es de muy reducido espacio y está desprovista de toda decoración, ya que fue construida para ser lugar de meditación y de las disciplinas de
Consta de tres naves, al fondo de la nave central, se encuentra situado el único altar existente en el templo, su situación exacta corresponde debajo del Sagrario de
El alta es de mármol, sobre el prisma posterior del altar, se eleva un Calvario, cuya cruz mide cuatro metro de altura, esta integrado por las figuras de tamaño natural de Jesús expirante en la cruz, la virgen Madre Dolorosa,
El conjunto está considerado como uno de los grandes monumentos del arte español y la joya del neoclásico gaditano. En su construcción participaron los arquitectos Cayón y su discípulo Benjumeda. Para la decoración se contó con los pintores Zacarías Gonzáles Velázquez, Antonio Camarón, Antonio Cavallini, Franz Riedmayer pero sobre todo destacan las pinturas de Francisco de Goya. También se puede contemplar esculturas talladas por maestro como Gandulfo, Vaccaro y José González "El Granadino". Como culmen, el célebre compositor austriaco Joseph Haydn escribió para este Oratorio su obra "Las Siete Últimas Palabras de Nuestro Redentor en la cruz", que él mismo consideró como su partitura más lograda. El Ministerio de Cultura lo declaró monumento histórico-artístico de carácter nacional, en 1981.
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