sábado, 11 de diciembre de 2010

Sociedades gaditana secretas. Masonería gaditana

La masonería Europea, se presenta como más propia, más autentica, en España, como en los otros países latinos tiene una serie de implicaciones políticas, religiosas, que en cierta medida, han desvirtuado su sentido.


El marqués de Miraflores escribe “no ciñéndose a su objetivo puramente filantrópico, era propiamente político”, apreciación más acertada que la que, muy exageradamente, considera que desde Fernando VI hasta nuestros días han sido las logias masónicas quienes han manejado los resortes del Poder.

En España, a lo largo del siglo XVIII, centuria en la que se introdujo, la masonería apenas tuvo importancia, dado que, de raíz, se encontró con dos serios obstáculos para su desarrollo, como fueron la iglesia y la corona.


En 1738, el Papa Clemente XII la condenó y en 1751 lo hizo igualmente, Fernando VI, pasando a ser organización esporádica.


Por lo que a Cádiz respecta, hay un testimonio, difícil de creer, cita un manuscrito, Titulado Antorcha resplandeciente hallado en Viena en 1748, donde se habla de una logia existente en Cádiz con 800 afiliados.


No obstante, ya en 1755, hay clara constancia de que Cádiz un grupo de franceses e ingleses, procedentes de Gibraltar, tuvieron reuniones y diversos contactos antes de ser delatado a la Inquisición.


A finales del siglo XVIII existía en Cádiz dos logias de rito escocés, pero su labor en sus principios era fundamentalmente comercial. Sabido es que las sociedades secretas surgen de un sentido de solidaridad ante un peligro o ante una necesidad de cooperación. Una de estas logias es, sin duda, de las más antiguas de España.


El comercio con el extranjero estaba escasamente salvaguardado por el estado, de tal manera que los comerciantes que necesitaban de una series de ayudas, contactos, medidas de autoprotección, solamente en las secretas podían encontrar todas estas necesidades.


Estas logias, aparte de su significado comercial, podrían tener otro sentido, tal vez político o religioso.


La casa en que acostumbraban a reunirse, principalmente para extranjeros sobre todo franceses era la llamada “de la Camorra” (bautizada así por el pueblo, por los ruidos de las discusiones que en él se originaban), se sospechaban actividades de tipo masónico, ateneo artístico-literario. Se supone que, en un principio, fines comerciales y culturales fuesen los únicos que llevaron a los comerciantes de Cádiz a la creación de este círculo, quizá el primero que se funda en España, que se crea, con el fin de recibir y poner al alcance de sus socios los periódicos extranjeros, así como los libros más importantes que se publicaba en España y fuera de ella.


Se conoce, incluso, dos nombres de ciudadanos franceses que en 1794 fueron delatados a la Inquisición por francmasones y por retención de libros prohibidos, constan dos nombres de dos gaditanos oficiales de la Marina en la logia de la Reunión Española de Brest en 1801.


En el siglo XIX, la influencia masónica en España la ejerce Francia a través del rito bonapartista y, es en 1807, cuando hay documentos testimóniales de una logia gaditana “La Double Alliance”, constaba de veinte miembros, casi todos franceses, de los que cuatro eran españoles y solo uno natural de Cádiz, un negociante llamado Escandón.


A partir de la invasión francesa en 1808, y a raíz de la Guerra de la Independencia, la influencia francesa en el campo masónico decayera notablemente.


Se sustenta con un fundamento serio, como es el suponer que la masonería tuvo una gran influencia en las Cortes de Cádiz, creyéndose que muchos de sus diputados eran masones. Esta creencia, errónea a todas luces, encuentra cierto paralelismo con el proceso revolucionario francés, donde también se ha querido exagerar la influencia masónica.


El testimonio que aportan dos liberales tan significativo como el conde de Torre y el gaditano Alcalá Galiano. El primero escribe que las masonería en las Cortes gaditanas apenas se hizo notar, su influjo era muy limitado por la vigilancia del gobierno nacional, ni los diputados a Cortes, excepto algunos que otro por América, afinado a la perturbación entraron en las Sociedades Secretas.


Alcalá Galiano asegura que en Cádiz, durante la Guerra de la Independencia, semejantes reuniones habían tenido poco influjo.

A partir de 1812, cuando la masonería va a ir adquiriendo cada vez más importancia en Cádiz, Adolfo de castro nos dice que en este año contaba la ciudad con pocos afiliados, pero que era de gran valía.


En el periódico absolutista (1814-1820), cuando la masonería que hasta aquí había tenido un escaso arraigo y un cierto matiz extranjerizante, tomó partido decidido por la causa liberal como reacción al absolutismo reimplantado, se ordenó la desaparición de las logias, en 1815 se declaró que serían absueltos de toda pena los masones que en el término de quince días delataran a los demás o a ellos mismos.


A partir de 1814, fue cuando en el seno de la masonería empezó a fraguarse toda una serie de conjuras e intentonas, tendentes a reinstaurar la Constitución de 1812, el carácter oculto y misterioso de las logias fue un elemento adecuado para tal fin. Alcalá Galiano, recordando estos años, escribió muy gráficamente que masón y conjurado era en España en aquellos días una misma cosa.


Hay noticia de una conjura descubierta en Cádiz en agosto de 1814, que resulta un poco confusa, se sucedieron una serie de intentonas, hasta culminar con el decisivo pronunciamiento de 1920.


El papel jugado por la masonería como un elemento más de cuantos contribuyeron al triunfo de la causa liberal, sin olvidar al ejército que casi mil oficiales había permanecido prisioneros en Francia cunado la Guerra de la Independencia y muchos de ellos habían tomado contacto con la masonería, fue frecuente la afiliación a las logias en el ámbito de las guarnición andaluzas, un 15% de la oficialidad pertenecía a la masonería, a partir de estos núcleos salieron oficiales rebeldes de 1817 en adelante.


Se creyó que el propio general en jefe del ejército expedicionario, O´Donnell, era masón y más tarde él mismo reconoció que, por estas fechas, entabló contacto con el gran número de patriotas ilustrados que había en Cádiz para formar un gran movimiento tendente a exigir la proclamación, de nuevo, de la Constitución de 1812.


A partir de ese momento, Cádiz fue el núcleo central de la gran conspiración que culminó con el pronunciamiento de Riego en 1820 (ejercito destinado a combatir la insurrección).


Alcalá Galiano a su llegada en 1819 a Cádiz se asombró de cómo la masonería trabajaba activamente en el levantamiento. Adolfo de castro dice que, a pesar de que las juntas masónicas apenas tenían actividad en el resto de España, en Cádiz trabajaban segura.


Entre los masones más influyentes se destacaron miembros de conocidas familias burguesas gaditana, los Istúriz, los Beltrán de Lis y un joven Mendizábal el cual esgrimía la extravagante idea de querer aprovechar la conjura para reinstaurar a Carlos IV.


La sociedad secreta Lautaro, a los que algunos tratadistas niegan su carácter masón, y en la que parece ser que estuvieran afiliados Bolívar, San Martín… contando la logia de Cádiz con cuarenta americanos.


Se afirma que el director supremo de los agentes americanos Puyrredon, había enviado dinero a los masones que en España conspiraban contra el poder absoluto de Fernando VII, Argibel y Tomas Leríca comerciantes argentinos establecidos en Cádiz, fueron encargados de repartir clandestinamente las proclamas subversivas en España y de dar sin limitación el dinero que fuera necesario.


Se abría así un nuevo, aunque corto período, donde las sociedades, (masones, comuneros y carbonarios) jugaron un importante papel clave para comprender los sucesos de estos tres agitados años constitucionales.


En los primeros mese constitucionales, la suprema jerarquía masónica no estaba formada del todo. En cambio, Cádiz era sede del Soberano Capítulo, donde residía la máxima autoridad de la provincia, aunque Madrid veía con cierto recelo esta entidad masónica gaditana. Los lazos estrechos de amistad unían a los mismo que mandaban en Cádiz con los que influía en los negocios públicos y ejercía la autoridad suprema de la Sociedad de Madrid, destacando Francisco Javier de Istúriz, cuyo protagonismo tanto en la masonería gaditana como en la nacional era muy notorio.


La disolución del Ejercito de la Isla o división de Riego, como popularmente se la conocía en Cádiz. Este ejército, que en principio estaba destinado a América para combatir la insurrección, fue el brazo ejecutor del levantamiento constitucional. Sus jefes más significados eran héroes indiscutibles, siendo prácticamente todo ellos masones.


Cunado disolvieron este ejército en agosto de 1820, la indignación popular subió de tono, registrándose una fuerte tensión entre dicho ejercito y el gobierno.


Con todo, estos hechos vinieron a suponer una victoria de los moderados en toda regla, que a raíz de esta crisis planteada por Riego, aprovecharon para reivindicar todo un programa de reformas, futrado, en 1814. Esta posibilidad de moderantismo encontró una abierta oposición en el Soberano Capítulo, la radicalización de este centro masónico que, a partir de aquí, actuó como verdadera avanzada de la masonería española, con unas repercusiones tales, en la revuelta urbana de 1821.


Los centro más señalados, en su repercusión nacional, fueron Cádiz y Sevilla, ciudades en las que se negó toda obediencia al gobierno central, no reconociéndose a las autoridades civiles y militares que habían sido nombrados desde Madrid. Planteado el conflicto, una vez que se decidió el camino revolucionario, Cádiz optó por la resistencia al gobierno al precio que fuera.


Las sociedades secretas, auténticas instigadoras del movimiento, en Cádiz y en Sevilla, cuyos miembros mantenían estrechos contactos. En la primera la logia del Oriente de Pireo era la que llevaba la iniciativa, registrándose en ella dos tendencias claramente diferenciadas, representada por su cariz más moderadas, entre sus componentes Alcalá Galiano, la otra más exaltada.


Alcalá Galiano habla de la presencia de agente americanos que ya había distinguido, incluso en el pronunciamiento de 1820.


Es evidente que el fomentar cualquier desestabilización en la Península era una utilidad elemental para consumar la Independencia en América.


Era lógico el choque entre los masones de más peso en la sociedad gaditana, ante la perspectiva de una pérdida de las colonias ultramarinas, los que tenían intereses comerciales optaron por postura más moderadas. Todo ello hizo que el elemento exaltado, originariamente también masón, tomara derroteros más violentos y provocadores, ingresando en la otra sociedad rival, la comunera, de ahí que se generalizase una opinión que acuso a los comuneros de ser los verdaderos instigadores de esta sedición, ante esta situación tan comprometida, ambas postura no desearon ir a mayores. Las negociaciones fue el único camino viable para solucionar la crisis.

2 comentarios:

  1. Hola María Jesús,

    Me encanta tu blog. Gracias por compartir cosas tan interesantes de Cádiz. Ojalá acabemos pronto con ese horrible espectáculo llamado toreo.

    Saludos desde Málaga,

    Ca

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  2. CADA CORREO QUE RECIBO ME GUSTA MÁS, ERES ESTUPENDA CON TUS "CRÓNICAS GADITANAS"
    SIGUE ASÍ QUE APRENDEMOS TODOS DE TÍ DE ESAS COSAS TAN BONITAS QUE TENEMOS EN "CAI" Y SU HISTORIA.
    CORDIALES SALUDOS Y FELICIDADES.
    JOSE MARIA

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