sábado, 7 de agosto de 2010

Cádiz; entre puertas, murallas y castillos

Puerta del Orejon o puerta de La Caleta

Pequeña, hermosa, blanca y luminosa tiene extenso litoral, llanos y marismas y montes gigantescos en su brava serranía. Se presenta llena de castillos por la costa y por las últimas estribaciones de la penibética, donde sus murallas refuerzan las defensas naturales de los contrafuertes de montañas.

Por sus desfiladeros supo Viriato atacar y desgastar con su guerra de guerrillas al invasor romano. En su río Guadalete (río Letar de la etimología céltica) supónese situada la batalla que permitiría la penetración galopante musulmana que les permitiría estar por tierras llanas y de montañas hasta casi mediado el siglo XIV, en que tras la batalla del Salado también en esta provincia los dejaría reducido al enclave granadino. Como tierra de fronteras, tierras de “Nadie” fue propicia para las razias, motivando ello el levantamiento en sus picachos de fortalezas y aún más de torres vigías

Y con toda gloria, en las batallas contra las tropas napoleónicas teniendo en jaque a sus mariscales, y logrando ser la pequeña península de su capital al amparo de sus murallas, el trozo del solar Hispano no hollado por este último invasor.


En el largo litoral que siguiendo el perfil alcanzas 261 Km., aparecen castillos y murallas en viejas piedras por Sanlúcar, Rota, El Puerto de Santa María, San Fernando, en la capital, Sancti-petri (Chiclana), ligeramente al interior, Vejer, Tarifa con su castillo histórico, Gibraltar para defender estas costas tan abiertas y cargadas en la Historia.


Tras este litoral, fácil de recorrer hay que penetrar al interior y vale la pena hacerlo en la búsqueda de sus pueblos blancos y con hermosos castillos, como Zahara, al pie de erguida mole defensiva, Olvera, Arcos y otros, para culminar en la estampa de arte formada por Castellar de la Frontera, donde el pueblo está escondido en el patio de armas del castillo. En la ruta de la cal y del sol, “Pueblos blancos de Cádiz”, este Castellar es pura estampa medieval.


-PATRIMONIO HISTORICO-

La provincia de Cádiz es un territorio de especial importancia estratégica desde la antigüedad. Su ubicación en el extremo occidental del Mediterráneo la ha convertido en paso ineludible hacia el Atlántico y punto de contacto entre Europa y África, de la que apenas está separada catorce kilómetros por el estrecho de Gibraltar. El continuo trasiego de gentes de diversas culturas ha sido conformando su carácter abierto y heterogéneo, pero también ha hecho necesario que su territorio, sus poblaciones y ciudades, se haya ido dotando de los correspondientes sistemas defensivos, para proteger de posibles ataque enemigos.


Ya cuando los fenicios fundaron Cádiz, su colonia atlántica más importante, la denominaron Gadir, que significa lugar fortificado. Pero es a partir de los albores de la Edad Media, mientras se van perfilando los rasgos característicos de las fortificaciones que hoy reconocemos como castillos, cuando contamos con testimonios importantes de estas construcciones en nuestro territorio, en concreto a partir de la conquista musulmana, hecho que intensificó las relaciones con el norte de África, en unas ocasiones por compartir los mismos intereses o en otras por suponer una amenaza.


Tarifa, el lugar más meridional de la provincia y por lo tanto más cercano al continente africano, cuenta con un inexpugnable castillo desde época de Abderramán III. A lo largo de toda la costa atlántica, Barbate, Vejez, Chiclana y Sanlúncar cuentan o contaron con castillos, algunos de tipo ribat, que constituyeron parte de un complejo sistema defensivo apoyado por torres en todo el litoral. En la campiña, Jerez, que adquirió gran desarrollo en época almohade, conserva parte de su recinto murado y en la zona más alta, como característico de las ciudades musulmana, la alcazaba.


Otras ciudades, poblados y lugares estratégicos del interior contaron también con fortificaciones desde época musulmana.


El avance de la conquista cristiana, las disputas por el dominio del Estrecho y la creación del reino nazarí convirtieron el flanco oriental de la provincia entre los siglos XIII y XIV en lugar fronterizo cristiano musulmán. Así desde Olvera, la zona más septentrional de la serranía hasta Tarifa los castillos de Torre Alháquime, Setenil, Zahara, Matrera, Tavizna, Cardela, Jimena, Castellar y Algeciras, unos nuevos y otros ya existentes, constituyeron un sistema defensivo tan completo o más que el de la costa.


La caída del reino de Granada, y el progreso de las técnicas militares desde comienzo de la Edad Moderna fueron convirtiendo algunas de estas fortalezas en residencias de nobles, como los castillos de Arco y Bornos, en simples cuarteles o en lugares abandonados. A sus recios muros ya obsoletos se fueron adosando numerosas construcciones civiles hasta hacerlo en ocasiones difícilmente diferenciables desde el exterior, como ocurre en Vejez o Trebujena.


En la Edad Moderna tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, cobró de nuevo gran interés estratégicos nuestro territorio, especialmente Sanlúcar, entrada de mercancía hacia Sevilla, y la Bahía de Cádiz.


En concreto la ciudad de Cádiz adquirió un doble carácter mercantil y militar, con un potente sistema defensivo.


La creciente actividad comercial de su puerto desde el descubrimiento de América la convirtieron en una importante plaza fuerte entre cuyas construcciones destacan el castillo de Santa Catalina, construido tras el asalto inglés de 1596 por Cristóbal de Rojas, una de las muestras más perfectas de ingeniería militar de la Edad Moderna, y el de San Sebastián, que cierran ambos lados de la Caleta, el lugar más vulnerable de la ciudad.


En la zona más cerrada de la bahía se construyó el castillo de San Lorenzo del Puntal, que junto con el fuerte de Matagorda, situado en la orilla opuesta, impedía el paso de navíos enemigos hacia el interior de la bahía, donde se situaba la base militar de la Carraca.






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