miércoles, 21 de abril de 2010

Cuando las gaditanas nos hacíamos tirabuzones

Hasta hace poco tiempo había que llegar a esta ciudad, asomada divinamente a un mar azul, a través del istmo que la une a San Fernando. La fantástica obra de ingeniería que constituye el puente “León de Carranza”, le ha dado doble, entrada, facilitando con ello la vista al Cádiz blanco, la “Tacita de Plata”, la tres veces milenaria ciudad, posiblemente de las más viejas del continente europeo, de fundación fenicia con el nombre de Gadir, sinónimo de fortaleza, probado de manera al parecer clara en el estudio de García Bellido, que indica su origen en el 1104 antes de J.C. porque no podemos pensar en la de su escudo, con el mitológico Hércules, soportando un león en cada mano “La de Hercules fundador”.


A un lado el mito, busquemos la realidad, que se presentó en 1755 al retirarse el mar y presentar grandes ruinas de edificaciones fenicias, antes ocultas por las aguas y que lamentablemente al refluir volvieron a ocultar las interesantísimas ruinas. Posteriormente se ha descubierto también restos fenicios a ambos lados de Puerta Tierra, en el siglo pasado. Pero la vejez de Cádiz desgraciadamente no está a la vista, si no en su arqueología prácticamente perdida, que puede convertirse en un verdadero archivo.


Hacia el año 205 antes de J.C. luchan por estas latitudes cartagineses y romanos, convirtiéndose en la Augustaza Ursos Julia gaditana.


Fue un Cádiz humano, pequeño, encerrado entre grandes murallas, con 4514 metros de circunferencia que la convertían en plaza fuerte de primer orden, casi flotando en el mar.


La musulmana Qadis, según Menéndes Pidal, que languidece en los primeros años del siglo VIII, saliendo del letargo en 1133, cuando Alfonso VII, el Emperador, llega con sus tropas por corto espacio de tiempo, y perdida nuevamente, tiene que esperar al 1266, que Alfonso el Sabio la repueble con 300 cántabros, amurallándola.

Al pasera por el Cádiz, acogedor, fusión de fenicios, romanos, visigodos, árabes, cántabros y más, es lógico la escasez de restos del Cádiz viejo, cuando la piratería inglesa, con los… señores, o lo que fuesen, Drake y Sussex, asaltaron y barrieron la ciudad, dejándola como la palma de la mano.


Siempre fuerte, se fortifica y defiende, cuando Napoleón conquista la Península e irritado convierte a Jerez en la capital de la Provincia. Entonces Cádiz se convierte en capital nacional y Napoleón no logra conquistarla, al permanecer fiel a Fernando VII, dictando nueva Constitución, que tiene como telón de fondo música de cañones, cuando las “bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”, bombas que se estrellan contra murallas fuertes, sin que “pepe Botella” ni sus Mariscales pueden penetrar en la Plaza. No, era fácil hacerlo, dado que desde el castillo de Cortadura hasta Puerta Tierra la defensa era segura.


Su situación geográfica le hacía prácticamente inconquistable frente a un enemigo que no dominase el mar y el General Víctor, tras la conquista de Ecija, Carmona y la capitulación de Sevilla, se presenta frente a sus murallas, cuando la superioridad naval española, con el refuerzo de la escuadra inglesa (entonces nuestra aliada) dominaba el Mediterráneo. Volando el puente de Zuazo quedaba un foso insalvable para las tropas francesas, y Cádiz sitiado, pero nada más, tenía hombres suficientes para cubrir sus fuertes murallas, con lo que el invasor no logró poner los pies en la bonita ciudad que Lord Byron llamó “Sirena del Océano”.

1 comentario:

  1. Me maravilla el interés de algunas señoras por las cosas de nuestro "Cai".
    Dispongo de alguna documentación relativa a nuestra capital, que pongo a tu disposición.
    Te felicito por el contenido de tu blog.
    Cordiales saludos José Maria

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