Siempre los orígenes de una advocación mariana
eran complicados. Gregorio de Mendiola, rector del colegio de ingleses y autor
de un pequeño tratado publicado en Valladolid en 1667 acerca de la Virgen Vulnerata , recreaba la
antigüedad de esta imagen, hacia gala de una frase tópica, aplicable a la
mayoría de las advocaciones marianas: “es tanta la antigüedad de esta Sagrada Imagen, que no es posible averiguar
su primer origen y mucho menos, quien la fabricarse y en que tiempo”. Este
jesuita situaba, eso sí, su primera referencia a la imagen en la veneración que
despertaba en la ciudad de Cádiz y en su Catedral, donde tenía su trono.
Los ingleses y holandeses destrozaron en un
lugar público como era la plaza, una imagen de la Virgen con Niño, que se
encontraba en la Catedral
de Cádiz, iglesia mayor y principal de la misma; fue sacada en secreto de la
ciudad ese mismo año y depositaba en el oratorio de señores muy principales en
su casa de Madrid: el adelantado mayor de Castilla y su esposa y sobrino, la
condesa de Santa Gadea.
Según lo expuesto en varios artículos por
Ángel Mozo Polo, la que habría de ser la Vulnerata vallisoletana, antes de 1596 era la Virgen del Rosario, imagen
titular de los llamados cofrades “morenos” y ubicada entonces en una ermita que
era propiedad de los hermanos, descendientes de antiguos esclavos de raza
negra. Según Mozo Polo, tras la salida de esta imagen hacia la casa de los
adelantados en Madrid y su posterior llegada al colegio de Ingleses de
Valladolid, los cofrades del Rosario realizaron una segunda imagen titular que,
existió hasta 1931. así, la Virgen Vulnerata
fue perdida en buena parte para la memoria de Cádiz, después del dramático
saqueo y asalto de 1596. Con la llegada de la orden de Predicadores a esta
ciudad portuaria, los frailes integraron a la cofradía del Rosario en su propio
ámbito espiritual y, por tanto, a la supuesta segunda imagen titular de estos
cofrades. Los dominicos del siglo XVII, sin embargo, no consideraron en ningún
momento que la imagen que recibían no fuese la “Vulnerada” e “injuriada” por
los ingleses, pues estaban a punto de establecer su convento en el mulador,
donde aquellos “herejes” habían abandonado destrozada a la supuesta titular de
los morenos. La posesión de una imagen protagonista del saqueo era, sin duda,
un interesante atractivo devocional, que producía rentabilidad de todo tipo.
Esa pérdida de la memoria de la Vulnerata se puede
apreciar en los estudios históricos de Hipólito Sancho de Sopranis. Este había
afirmada, como pionero que fue de la investigación de la cofradía de los
morenos del Rosario en el ámbito gaditano, que la imagen que estos hermanos
trasladaron en el primer tercio del siglo XVII al nuevo convento de los
dominicos de Cádiz era la primitiva que veneraban en su ermita, aquella que
había sufrido menores daños durante el mencionado asalto, según subrayaron
algunas crónicas. Además. Esta imagen habría sido la profanada por los ingleses
y holandeses en 1596. la afirmación de Sancho de Sopranis se encontraba basada
en un memorial que había sido escrito por el entonces prior de los dominicos de
Cádiz, fray Blas del Día, y dirigido al Cabildo Municipal en julio de 1627,
desde el cual se intentaba justificar la ubicación del convento de Cádiz en el
lugar donde había sido abandonada la
Virgen profanada. Muy probablemente, Sancho Sopranis,
desconocía la existencia en el colegio de ingleses de Valladolid de una imagen
procedente de Cádiz y que salió de la ciudad poco después del asalto.
Una destrucción de la memoria que impide
ofrecer un estudio histórico definido, hasta el momento acerca de sus orígenes.
Las primeras imágenes que respondían a esta
devoción aparecieron en Alemania, vinculadas a la segunda edición del texto
alemán de los estatutos de la cofradía del Rosario de Colonia (1477). En esta
xilografía, encontramos a la Virgen María
y el Niño Jesús entregado coronas de rosas o rosarios a diferentes personajes
históricos, adquiriendo cada vez más protagonismo el fundador de la orden,
santo Domingo de Guzmán, pudiendo representar más a su religión que a su
persona. Cada vez fue más frecuente la circulación de grabado en los cuales
aparecía el Niño Jesús de pie, sobre las rodillas de su madre.
Los escenarios del pasado hoy han cambiado en
Cádiz. Si tuviésemos que entrar en la Catedral gaditana a la que se refería Gregorio de
Mendiola a mediados del siglo XVII o Juan de Villafañe en 1726, tendríamos que
dirigir nuestros pasos a la parroquia de Santa Cruz. La nueva iglesia Mayor de
la diócesis de Cádiz fue construida en el siglo XVIII, sustituyendo al anterior
y referido templo. Si buscásemos la ermita del Rosario de los hermanos cofrades
“morenos”, tendríamos que recurrir a la actual parroquia del Rosario, edificada
sobre el solar de la anterior.
Información recogida del libro VIRGEN DE LOS INGLESES, ENTRE CÁDIZ Y VALLADOLID, Una devoción desde las guerras de religiones. De la biblioteca Municipal José Celestino de Cádiz.
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