Gades en el siglo I d.C.
La historia política de la
antigua Gades, dentro de la órbita romana, se inició a fines de la segunda
Guerra Púnica, allá por el año 206
a .C., cuando la ciudad rechazó al general púnico Magón y
firmó un acuerdo con L. Marcio Septimio,
delegado de Escisión en la Baja
Andalucía , para entregar la ciudad a los romanos. Esta dedito
no fuera sino la culminación de un acercamiento diplomático entre los gaditanos
y la nueva potencia, a través de un pacto de fides suscrito previamente en
Carthagonova por Escisión y una embajada gaditana, concretándose luego con L.
Marcio las condiciones de la capitulación. Posiblemente fueron los intereses
mercantiles de la vieja colonia tiria los que determinaron un cambio de rumbo,
un tratamiento de favor por parte de Roma podía significar en el futuro la
apertura gaditana al ámbito mediterráneo. Un acuerdo bilateral, al que Gades se
mantendría fiel siempre, regularía durante más de ciento cincuenta años las
relaciones entre la
República romana y la metrópolis fenicia. Gades quedó así en
mejores condiciones que la mayor parte de las comunidades hispanas, reducidas a
raíz de la progresiva conquista romana de la Península Ibérica
a la categoría de ciudades estipendiarias.
Mucho tiempo después Estrabón
podía afirmar que la “ciudad de Hércules” había experimentado un notable
incremento en su fortuna gracias a su inquebrantable adhesión a Roma.
El soporte institucional de dicha
adhesión fue el tratado o foedus convenido en Roma, cuyas cláusulas pudieron
haber sido estudiadas con Escisión tras la deditio de la ciudad. Gracias a
ello, Gades disfrutó en adelante el estatuto de civitas foederata et libera.
Las comunidades federadas tenían
un marco definido de obligaciones hacia el gobierno romano, lo que constituía
en sí mismo una restricción de la autonomía local. Esas ciudades debían anular
cualquier política exterior independiente de las directrices de la República , lo que en la
práctica tenía que ser entendido como obligación de mantener en este terreno
una clara postura pro-romana. En esa misma línea les quedaba prohibido tener
tropas propias.
Desde la óptica romana, el
servicio militar se había considerado siempre la más importante incumbencia del
socius o aliado. De igual forma, las civitales foe deratae debían hacer frente
a otras contribuciones materiales: suministros de grano (no como tributación,
porque se les pagaba), alojamiento del personal militar y administrativo
romano. Las autoridades locales debían velar por el mantenimiento de la paz y
orden dentro de su demarcación territorial.
Como contrapartida, la comunidad
federada podía conservar sus leyes y usos propios anteriores a la deditio y
consiguiente entrada en la órbita romanizadota. El gobierno romano buscaba
esencialmente la conservación de un orden que le garantizara la libre y
productiva exportación económica de las tierras hispanos, sin herir tradiciones
y particularismo locales, imponiendo en los pueblos conquistados o sometidos a
su influencia la aceptación de unas leyes no hechas por ellos ni para ellos.
En realidad Gades tuvo que
admitir prefectos enviados por los gobernadores, al menos en dos fechas
concretas ilustradas por las fuentes, los años 199 y 49 a .C., en ambas ocasiones
seguramente por razones de seguridad militar, necesidad ante la que Roma podía
con frecuencia desestimar los privilegios reconocidos a una ciudad federada.
Es posible que el edicto del
gobernador provincial diera a conocer que tipos de casos se reservaban él o sus
representantes para juzgar o admitir a apelaciones.
En el 69 a .C., Julio César, a la
sazón cuestor de la Ulterior ,
recorrio sus comunidades para administrar justicia por delegación de su
propretor C. Antistius Vetus, y en el curso de dicho viaje recaló en Gades.
Las fuentes presentan en Gades,
aún dentro de su período como ciudad federal, a un consejo comunal o senatus,
que, como sería corriente en aquellas comunidades indígenas, estaría controlado
por las familias de la oligarquía autóctona adictas a Roma, siendo raíz de los
futuros ordines decurionales que encontramos funcionando en los municipios de
época imperial. Esos senados locales tenían capacidad para emitir sus
decisiones a través de documentos o senadoconsultos, como los que Gades usó
para condenar al acusador de Balbo en el proceso del año 56 a .C. La ciudad tenía
derecho a disponer de su propio territorio, de donde obtenía sus recursos, y
dentro de cuyos límites se ejercían la acción de sus magistrados y además
instituciones. Este panorama de derecho se completaba con algunos más: no pagar
tributo a Roma, a menos que ello quedara estipulado de forma explícita en el
foedus; tener sus propios ingresos locales; conservar sus divinidades
particulares, el esplendor del culto gaditano a Hércules Melkart; posibilidad
de acuñar moneda, símbolo de autonomía; y uso de las lenguas nativas, aunque
éstas fueron gradualmente perdieron terreno ante el empuje del latín, lengua
oficial de la administración romana. Muchos de estos privilegios fueron
asimismo disfrutados por las comunidades estipendiarias, más que nada por la
actitud poco intervencionista en los asuntos locales de una administración
romana parca en recursos humanos.
Aunque la situación de las
ciudades foederatae era, en principio, de un notable nivel de autonomía, el
Estado romano busco ir integrado a los foederati en sus estructuras políticas
por varias vías.
También jugó su papel la
influencia ejercida sobre las comunidades federadas por la consolidación de las
estructuras administrativas provinciales, lo que supuso una gradual pérdida
para aquellas de privilegios políticos y financieros.
Las interferencia romana tomaron
la forma de actos de fuerza, o simple advertencias, iniciativas que
evidentemente contribuyeron a desgravar el contenido de algunos foedera, sobre
todo si Roma, unilateralmente, insertada cláusulas especiales en el texto
original de la alianza, reduciendo a los aliados a una posición subordinada. La
renovación del tratado entre Gades y Roma en el 78 a .C., que nos transmite Cicerón,
es factible que fuera una readaptación de dicho acuerdo en razón de una
coyuntura política concreta.
El foedus, como fórmula de
relación política entre Roma y otras comunidades, fue decayendo durante el s.
II a.C. la mayoría de los foedera, así el gaditano, pertenecer a una etapa
anterior, cuando aún el poder romano no estaba definitivamente consolidado. Más
tarde, cuando la República
se fue sintiendo político y militarmente superior, la posición de los antiguos
foederati quedó debilitada.
El conflicto latente entre el
poder romano y la autonomía local de las ciudades libres y federadas en el s. I
a.C. donde mejor queda puesto de manifiesto es en un discurso de Cicerón, el
Pro Balbo, pronunciado en el 56
a .C., en defensa de L. Cornelio Balbo hombre eminente en
una ciudad federada, Gades, que había obtenido a título personal la ciudadanía
romana en el 72 a .C.
Tras casi dos siglos de creciente disminución de su capacidad autonómica, las
comunidades federadas no debían tener a fines del s. I a.C., más independencia
y posibilidad de autogestión que las disfrutadas por cualquier municipio, es
decir, una autonomía más formal que real.
Por ello tanto Gades, como otras
ciudades federadas béticas, acabaron prefiriendo a su tradicional categoría
política-jurídica el estatuto administrativo de municipio del derecho romano o
latino, situación mucho más acorde con su avanzado grado de integración en la
órbita política y cultura romana.
El siguiente hito importante en
las relaciones políticas entre Roma y Gades acaeció, al parecer, en el 78 a .C. Cicerón, que no parece tener una
información clara sobre el foedus original, da la noticia en el Pro Balbo de
que en dicho año expertos romanos en Derecho hicieron al Senado una propuesta
sobre el tratado con Gades, siendo entonces cuando se renovó y concluyó. Fiel a
sus compromisos con la maiestas Romana Gades apoyó con barcos y víveres esa
causa oficial. Sus intereses mercantiles podían verse muy seriamente
comprometidos por las actividades bélicas del líder demócrata, aunque en esa
actitud de fidelidad jugarían también un importante papel los tradicionales
vínculos de amistad de la clase dirigente gaditana, en especial el poderoso e
influyente clan de los Balboa, con la oligarquía senatorial de Roma.
Durante su propretura en la Ulterior el año 61 a .C., Julio César introdujo
en Gades derechos (iura) con licencia de sus habitantes, como antaño lo habían
hecho C. Claudio del 92 a .C.,
en la ciudad siciliana de Holaesa o Pompeyo en Bitinia. El hecho suponía una
renuncia por parte de los gaditanos a su autonomía. Además, sigue señalando el
arador, César abolió cierta barbarie tradicional en las costumbres y normas de
los gaditanos ( ¿sacrificios humanos, de raigambre fenicia?), y dedicó a la
ciudad un interés especial, colmándola de beneficios a ruegos de Balbo. En
Gades la legislación interna como otros aspectos, así la lengua, topónimos o
instituciones, debían estar aún marcados
por una imprenta púnica, pero cambios de tal tipo debieron acelerar su integración en la órbita cultural
romana, facilitando el camino hacia la recepción del estatuto municipal.
En el Pro Balbo, discurso
pronunciado por Cicerón en Roma probablemente hacia julio/agosto del 56 a .C., el orador hace
referencia a un reciente auxilio prestado por Gades a la Urbs en un momento de escasez
frumentaria. En el 56 la situación de carestía estaba ya superada. Quizás el
Senado actuó en connivencia con Pompeyo, para atraérselo desde el lado de
César, ofreciéndole una oportunidad de lograr popularidad y poder.
Es factible que Gades colaborada a
aliviar aquella situación con sus aportes frumentarios, ayudas de tal tipo
había brindado durante las guerras contra Sartorio, y años después cuando la
campaña lusitana de César en el 61
a .C. Por añadiduría, el auxilio de Gades, (aún ciudad
federal) a Roma, al contribuir a resolver una necesidad vital de la peble
urbana, la predispondría en su favor, lo que también pudo influir algún tiempo
después en la concesión colectiva de la ciudadanía romana a los gaditanos
efectuada por César en el 49.
Solo en ocasiones excepcionales
los pueblos federados llegaron a tomar las armas contra el poder de Roma. Si
una civitas foederata se mantenía neutral en la guerra, podía ser acusada por
cualquiera de los bandos de incumplir sus obligaciones hacia Roma como aliada.
Si se inclinaba por una de las facciones rivales, podía ser premiada si
defendía la causa de quien resultara vencedor, o castigada si se encontraba al
lado del vecino. Así se comprende que, tras las guerras civiles, tan frecuentes
en el último siglo de la República ,
muchos foederati perdieron las ventajas que les habían sido reconocidas
previamente en sus tratado con Roma.
En los azarosos años que
precedieron al estallido de la guerra civil, Gades empezó a apostar claramente por
la causa política encarnaba en los lideres del Primer Triunvirato, Pompeyo,
Crasso y César. Hay un momento muy significativo en aquel juego de relaciones
con evidentes intereses muticos. Se trata del proceso entablado al gaditano
Balbo en Roma en el 56 a .C.
había sido acusado de que la ciudadania recibida de Pompeyo en el 72 a .C., no era válida, por no
haberla aprobado expresamente el pueblo gaditano, según los términos de la Lex lulía del 90 a .C. por añadidura, Gades
envío a Roma una embajada en apoyo de Balbo y, consecuentemente, de dos
políticos afamados, y con indudable pese en el Estado, Croso y Pompeyo, un buen
golpe de efecto diplomático.
La actitud de la familia de los
Balbos pudo ser decisiva para Gades, desatada ya la contienda civil entre
cesarianos y pompeyanos, se decantara sin ambages por los primeros. En el año 49 a .C., M Varrón ordenó a los
gaditanos, en virtuid de los compromisos bilaterales contraídos con Roma, que
aprestaron diez naves de guerra en sus astilleros. No era la primera vez que
Gades ofrecía auxilio naval a Roma. Lo había hecho ya durante la guerra
sertoriana y la campaña lusitana y galaica de César. Las simpatías de la ciudad
se inclinaban sin embargo por César. Una vez más se ponia de manifiesto la
difícil situación de los aliados ante un conflicto civil, al ser solicitados
por ambas bandas.
Varrón transportó a Gades todo el
dinero y objetos preciosos guardados en el famoso templo de Hércules, y envió
para defender la plaza a seis cohortes mandadas por un caballero, C. Galonio.
Una vez culminada la derrota pompeyana en llerda, y ante el inmediato avance
cesariano hacia el sur, era trasladarse a Gades con dos legiones, y concentrar
allí las naves y los aprovisionamientos de trigo, se confirma que la ciudad
disponía de almacenes frumentarias, con los que ya antes había podido
aprovisionar a las tropas romanas en Hispania y envíar ayuda a Roma cuando el
hombre del 57 a .C.
Durante la fase definitiva del
conflito civil, conocida como “campaña de Munda” (46-45 a .C.), la actitud gaditana
fue claramente procesariana. Fue la base naval de la flota mandada por Didio, y
César estuvo de nuevo en la ciudad por aquel tiempo.
Cuatro años antes, al finalizar
la campaña del 49 a .C.,
con la rendición de Varrón en la
Ulterior , César, según indica Dión Casio, había concedido la
politela (ciudadania) a todos los gaditanos como premio a su fidelidad en la
guerra contra Pompeyo. Poco después tal recompensa fue ratificada por ley. El
paso era decisivo cara a la definitiva integración de Gades en la órbita
política y cultural de Roma.
En el 56 a .C., el citado proceso a
Balbo en Roma, Gades envió allí una delegación en apoyo, constituida por
personas de la clase dirigente local, a quienes Ciceron en el Pro Balbo llama
hombres eminentes y distiguidos quieres, por el tema que se debatía, debían
tener conocimientos de Derechos Públicos. El discurso ciceroniano fue, en
cierto modo, un alegato en pro de la disposición de los gaditanos para acceder
a la ciudadania. Ya Sila la había otorgado a nueve gaditanos. El discurso
Cicerón resalta la tradicional fidelidad de Gades a la causa romana,
considerando a la ciudad amicissima y fidelissima.
Un factor cultural que también
contaba era la expansión del latin en los medios sociales de Gades, barómetro
de su integración en la órbita romanizadota. Posidonio calificó a los gaditanos
como púnicos a inicios del siglo I a.C., pero Columela afirmaría centuria y
media después que sus paisanos eran latinos. El autor griego se refería al
factor étnico. Que determinaría el bilingüismo de la ciudad por aquellos
tiempos. Columela, que se sentía ya plenamente romano, aludía al estado
jurídico-administrativo. Es posible que Balbo el Menor, cuando huyó en el 43 a .C., junto a Bogud de
Mauritania, se entendiera con él en la lengua semita, pero la familia de los
Balbos debía hablar ya en latín antes de recibir la ciudadanía romana, y lo
mismo les ocurriría a otros. El habla púnica se mantendría a fines de la República de forma
residual, pero sin una fuerte y previa implantación del latín no habría
recibido los gaditanos la politeía en el 49 a .C. La tragedia autobio gráfica que hizo
representar Balbo el Menor en el teatro de Gades en el 43
a .C., fue escrita en latín, lo que aclara la situación
lingüística de su auditorio. Balbo presentó su obra con fines propagandísticos,
objetivo difícil de conseguir si solamente hubiera podido ser seguida por unoas
pocos. De la citada obra circulaban copias en la Urbs , y hasta podría
imaginarse que fue luego representada en el teatro que Balbo el Menor costeó en
Roma y que fue inaugurado en el 13
a .C. Este hecho es un evidente signo de la expansión del
latín en los medios sociales gaditanos, donde también el griego debía estar
ampliamente difundido.
Las reformas de César en el 61 a .C., romanizando ciertos
contenidos en la constitución gaditana, habrían preparado el terreno para la
definitiva integración.
En el 49 a .C., la ciudad obtuvo de
César la concesión general de la ciudadania romana, el beneficio más apetecido
por los aliados y súbditos de Roma, cuya obtención había sido el “leit motiv”
de la “Guerra Social” que enfrentó a varios pueblos con la República a partir del 91 a .C. Gades, siendo aún
ciudad federada, había aceptado de buen grado las reformas institucionales
introducidas por César en el 61
a .C., que supusieron una modificación de su singularidad
cultural a favor de una mayor romanización interna. En Gades existía un consejo
comunal o Senatus en el 56 a .C.,
cuando la ciudad era todavía federada.
No se tiene ningún documento que
cite explícitamente la curia del municipio gaditano en época imperial, cuando
ese término se generaliza. Si hay referencias a los decreto decurionum mediante
los cuales el consejo comunal emitía sus decisiones. Las curias municipales
gozaron de amplias competencias gubernativas a escala local: nombramiento de
determinados magistrados (perfectos, curatores) y sacerdocios; designación de
los patronos de la ciudad; control directo del erario municipal y del uso de
sus recursos por parte de los magistrados municipales, que debían rendir
periódicamente cuentas de sus gestiones los decuriores; supervisión de todo lo
referente a los arrendamientos de propiedad públicas, cobro de impuestos
locales, obras de interés comunitario, urbanismo; gestión de las relaciones
exteriores de la ciudad, nombrado delegados y embajadas; calendario de fiesta y
juegos, etc. También a la curia correspondía lo relativo a la concesión de
honores públicos o personajes importantes de la administración estatal o
municipal, o a ciudadanos emérito, lo que se hacia mediante el correspondiente
decreto decurional. Por ejemplo, un epígrafe de carácter honorífico hallado en
Asido, inscrito en la base de una estatua, fue dedicado a un magistrado
municipal gaditano d (ecreto) d (ecurionum) por los municipales Augustae
Gadium. En otra inscripción de Gades se recoge la concesión por decreto
decurional, a alguien cuyo nombre no se ha conservado, de varios honores,
algunos de ellos de carácter fumerario: locus sepulturae, laudatio, impresa
funeris y statua.
Con respecto al poder ejecutivo
municipal, la primera magistratura que se tiene constatado es el
quattuar-virato, documentado en el 43
a .C., función presenta en la administración interna de
los municipios italianos creados tras la “Guerra Social”, en sustitución de las
anteriores magistraturas indígenas (en el caso de Gades los sufetes de origen
púnico). El colegio de quattuorviros englobaba a dos magistrados supremos con
poderes jurisdiccionales y otros dos con potestades edilicias. Posiblemente a
partir de la época augústea, a raíz de la definitiva constitución del municipio
gaditano, sus magistrados principales pasaron a ser denominados duoviri, a fin
adaptar su titulación a la terminología vigente en las nuevas entidades
municipales creadas por entonces. Hay que hacer constar además que un duunvirrato
quinquenal de carácter honorifico fue revestido en Gades antes del 23 d. C.,
por luba II, rey de Mauritania. Los quinquenales era aquellos duunviros que
cada cinco años se revestían de poderes especiales para acometer el censo
local, renovar la lista o album decurional.
Otras dignidades públicas
estimadas eran los funciones religiosas municipales. La designación para los
sacerdocios correspondía a la curia mediante el correspondiente decreto, la
duración del cargo era de uno o más años, y sus titulares revestían ciertos
atributos externos de su dignidad y gozaban de algunos privilegios.
La función de sacerdos fue
desempañada en Gades por miembros. Estaría dedicados al culto en alguno de los
templos gaditanos, de los que están documentados los de Minerva, Venus Marina y
Kronos, además del más famoso de todos, el de Hércules, cuyo sacerdocio se
supone que sería el más prestigioso y valorado por la clase dirigente gaditana,
aunque no se tiene ninguna constatación epigráfica al respecto. La fama del
templo de Hércules arrancaba ya de la época fenicia. Fue visitado por célebres
personajes (como Julio César, durante su estancia en Gades el año 68 a .C.), encerraba grandes
riquezas, codiciadas y expoliadas algunas veces, podría recibir donaciones. En
el periodo Imperial el Templo de Hércules gozó de especial reconocimiento por
parte de los emperadores Antoninos.
La madre de Adriano, Domitia
Paulina, era natural de Gades, Trajano, nacido en la cercana Itálica, le hizo
también objeto de su reconocimiento, como seguramente Cómodo, que gustaba ser
representado como el dios y aparecer honrado en un epígrafe honorífico por la
res Pública Gaditana. El santuario contó con importantes recursos económicos,
pudiendo beneficiarse con donaciones y legados.
Un colegio religioso documentado
en Gades es el de los serviri Augustales, dedicados al culto imperial Gades
emitió una serie de acuñaciones para conmemorad los patronazgos de Augusto y
algunos miembros de la familia, Agripa, Tiberio y Gayo y Lucio Césares, todos
los cuales contaron en algún momento para la sucesión imperial.
Interesante es el patronazgo de
Agripa, quien durante su estancia en Hispania el año 19 a .C., dirigiendo las
guerras cántabras desplegó una gran actividad administrativa. Es probable que
por aquel tiempo viajara también a la Ulterior.
Ulia lo nombró patrono, y puede pensarse que una ciudad como
Gades, que le honró como patronus y parens mumicipii, recibió su visita, en el
curso de la cual pudo organizarse definitivamente el municipio gaditano. Agripa
tuvo un papel preeminente en el seno del Estado, y a través de los lazos
mantenidos con él por Gades que da constancia una vez más del deseo de muchas
comunidades de entrar en la clientela de los Julio-Claudios y mostrar su
adhesión a la casa imperial. Agripa fue honrado como patrono de Carhagonova, ciudad
que dio la misma distinción luba de Mauritania, a quien Gades otorgó el
duunvirato quinquenal honorífico. Más sugerente es el caso de Balbo el Menor,
cuyo pontificado fue celebrado por algunas acuñaciones gaditanas. Su tío, el
fiel colaborador de César, había trabajado mucho tras la desaparición del
dictador para preparar el terreno a su heredero Octavio. Balbo el Menor recogió
los frutos de tal diligencia. Fue nombrado procónsul de Afríca en el 21 a .C. pudo haber participado
en la campaña de Thapsus junto a césar, y con certeza tuvo que huir a
Mauritania en el 43 a .C.
Es posible que una parte del
botín obtenido en su empresa africana lo invirtiera en continuar el
embellecimiento urbanístico de Gades emprendido durante su quattuorvirato del 43 a .C., al que alude Estrabón
(trazado de la Neapolis ),
con el fin de dar al flamante municipio una adecuada fisonomía monumental.
Gades disfrutó de otros
patronazgos, además de los citados, escogidos entre personajes importantes de
la vida pública romana. Desde fechas tempranas de su alianza con Roma gozó del
patrocinio de L. Cornelius Lentulus, pretor de Hispania en el 205 a .C. Otras veces los patroni se escogían entre los
individuos eminentes de la propia ciudad. Balbo el Mayor fue patrono de Gades,
y ese patrocinium pudieron mantenerlo sus herederos, como Balbo el Menor.
La compensación a sus atenciones
y favores la recibía el patrono a través de ciertos honores dispensados por la
ciudad tutelada: ciudadanía local honorífica, lugar de privilegio en ceremonias
y espectáculos públicos, inclusión en el álbum decurional, estatuas, etc. Una
prueba de ese reconocimiento lo dio Gades en el 56 a .C., enviado a Roma una
embajada de apoyo a Balbo durante su proceso, delegación que, según indica
Ciceron, presentó como testimonio documental la correspondiente tessera
patronatos ante el tribunal.
Aunque en el mundo romano la
posesión de la tierra fue el criterio básico tradicional para estimar el nivel
de riqueza y dignidad de una familia, y teniendo en cuenta que el fundamento de
la prosperidad económica gaditana radicó en el comercio, se conoce algunos
personajes de origen gaditano que alcanzaron el más alto estamento social y
honorífico, el rango senatorial. No son muchos, ciertamente, a tener de la gran
importancia alcanzada por Gades a fines de la República y primeros
siglos del Imperio, pero algunos tuvieron un especial protagonismo en la escena
política romana.
El elenco de senadores gaditanos
hay que iniciarlo con los Balbos, Balbo el Mayor, confidente y financiaron de
Julio César, fue hombre muy rico y se supone, envidiado en Roma. Toda la
familia recibió la ciudadania romana en el 72 a .C., por gracias de Pompeyo. Su sobrino
Balbo el Menor, la otra figura representativa de la familia tuvo una carrera
militar y politica más densa y agitada, bajo las banderas de César, de los
Triunviros más tardes, y finalmente durante el gobierno de Augusto.
Otro senador gaditano, ya en
época imperial, fue L. Comelius Pusio, que hizo una importante carrera pública
bajo los reinados de Nerón y Vespasiano. No acaba aquí la proyección social de
las familias senatoriales gaditanas. El emperador Adriano, era hijo de una
gaditana, Domitia Paulina, casada con un sobrino del emperador Trajano, devoto
del Hércules Gaditano. Había, pues, una relación con la oligarquía senatorial
de Italia. Por su parte, la familia de los Annii Veri se trasladó a Gades desde
otra localidad bética.
Gades ciudad de pujante economía
mercantil, con familias de larga tradición en el marco de las finanzas y las
operaciones comerciales, podía suministrar individuos que dieran la talla para
acceder al rango de los caballeros. Caballeros gaditano fue recordado y
homenajeado, L. Lunius Moderatus Columella. Llegó a desempeñar una de las
milicias con que se iniciaba la carrera ecuestre, pues fue tribunus militum de
la legión VI Ferrata, según se sabe por una inscripción de Tarento (Italia). No
pasó de este escalón la trayectoria ecuestre de Columela quien, por fortuna, y
en especial para nuestro conocimiento de la agricultura romana, decidió en
algún momento cambiar la espada por el cálamo. También se sabe de otros
gaditanos, testimoniado epigráficamente, que ocupó una milicia ecuestre, M.
Mettius Maternus, tribuna en la legión XII Fulminata destinada en Capodocia.
Los Mettius están constatados en Arlés. Queda, finalmente, hablar de la
aristocracia decurional gaditana, la verdadera élite municipal. Los decuriones
de las ciudades eran el tercer estamento en orden de importancia dentro del
Estado romano. En el 49 a .C.
César convocó en Corduba a los
magistratus y principes de las civitales de la Ulterior , una vez
culminada la rendición del legado pompeyano Varrón. Concretamente los Gaditani
principes son citados por las fuentes ese mismo año, pues había tomado la
iniciativa para expulsar de Gades a las tropas de Varrón. Magistratus y
principes son los representante de los sectores sociales autóctonos con más
peso político y económico en la provincia. Princeps es un título que determina
un rango social elevado, los autores latinos suelen emplear para referirse a
los notables locales, especialmente los magistrados y decuriones, los primeros
civium, los que controlan la vida pública municipal a través del senatus o
curía, institución que funciona ya en Gades en el 56 a .C., cuando la ciudad
todavía no tiene estatuto romano.
El protagonismo de algunos
gaditanos en la vida pública de Roma desde fines de la República , y durante los
primeros siglos ejemplos. Personajes como los Balbos, políticos, constructores,
millonarios, con aficiones literarios y filosóficas, con importantes relaciones
en los medios sociales romanos, dejaron huella, y su promoción en la Urbs debió favorecer
igualmente la de otros gaditanos que quisieron abrirse camino en la capital del
imperio. A aludir al mundo de la cultura, además de Columela, no podríamos
olvidar dos nombres significativos, el filósofo neopitagórico Moderato de
Gades, que debió vivir en la segunda mitad del s I. d.C., exponente del alto
nivel de ilustración alcanzado por la sociedad gaditana de entonces. Y Canio
Rufo, que desplegó en la Roma
de Domiciano un torrente de gracias y jovialidad como fabulista, poeta épico y
Trágico, autor de elegías amorosas. Su gens gaditana está constatada
epigráficamente: un Canius Rogatus en Gades, un C. Conius Primulus en Chipiona.
Canio Rufo perteneció al círculo de amigos íntimos de Marcial. Nadie vio nunca
triste al gaditano, solía frecuentar los ambientes literarios de romas (la Escuela de los Poetas),
estar al día de todos los rumores y cotilleos de la Urbs , y gustar de la compañía
de damas cultos.
Desde el político al poeta, desde
el filósofo al técnico escritor de agronomía, desde el encumbrado senador hasta
el humilde comerciante, todas las dimensiones de la sociedad gaditana se
proyectaron también en la esplendorosa roma de época imperial.
Es posible que el más
significativo exponente de la aceptación e integración de los gaditanos en la Urbs sea un escueto, pero
sugerente, dato: la inscripción Gaditanorum conservada en los grados del famosa
Coliseo de Roma, que indica una reserva de puestas en aquel gran anfiteatro
para los miembros de la colonia gaditana en la capital del mundo.
En Roma existió un grupo bastante
representativo de una ciudad, Gades, avalada por una antigua y proverbial
fidelidad. A esos gaditanos se les dio una consideración muy especial y
apreciada en la cosmopolita Urbs, y concretamente en su reciento de
espectáculos más destacado.
En Roma el reparto de plaza en
los espectáculos era especialmente rígido. En el Coliseo, concretamente, tenían
asientos reservados los senadores y sus hijos, los caballeros, los huéspedes
oficiales (embajadores), y grupos más definidos como los Gaditani. No hay
referencia a otra ciudad del Imperio cuyos habitantes gozaban de tal honor.
Hecho de este tipo contribuirían, desde luego, a dar homogeneidad y conciencia
de grupo reconocido a la colonia gaditana de Roma.
Aún lejos de la patria chica,
cabe suponer que aquellos gaditanos no olvidarían fácilmente su lugar de
origen. Los descendientes de los Balbos mantendrían todavía en el 48 d.C.,
plena conciencia de sus raíces gaditanos, que es precisamente lo que Claudio
pretendía elogiar tomándolos como ejemplo.
Información del libro Gades en tiempo de Columela
por Juan Francisco Rodríguez Neila, de la Biblioteca Municipal José Celestino Mutis
buen trabajo.Gracias
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