viernes, 8 de marzo de 2013

LA GADITANA FRASQUITA LARRERA


 Frasquita Larrera

La gaditana Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, tenía una ascendencia vasco-irlandesa. Su padre, don Antonio Ruiz de Larrea y Gonzáles de Lopidana, había nacido en Mendiola provincia de Álava, en julio de 1725 y era caballero hijodalgo. 

Se trasladó a comerciar a Cádiz llegando a ser uno de los poderosos cargadores de Indias. En Cádiz conocerá a una joven irlandesa, Francisca Xaviera Aherán y Malone, nacida en Waterford, hija de Diego de aherán y Catalina Malone, que había llegado a Cádiz, huyendo de las persecuciones que contra los seguidores de los Estuardos se realizaban en su tierra.

Ya mayor Antonio Ruiz de Larrea y González de Lopidana, con treinta y ocho años de edad, contrae matrimonio en Cádiz, en la Catedral Vieja, en diciembre de 1763, con la irlandesa Francisca Javiera Aherán y Malone.

El día 28 de noviembre de 1775 nace en Cádiz la niña Francisca Xaviera, Josefa, Gregoria, que se bautiza al día siguiente en la Iglesia Catedral.

De los años de su niñez se sabe pocas cosas, se dice que se educó en Inglaterra, donde se familiarizó con la lectura de los grandes autores ingleses, desde el inmenso Shakespeare hasta Byron, el rebelde.

Se desconoce la fecha en que regreso a Cádiz o si incluso vivió en la ciudad, ya que las referencias de estos años se hacen al cercano pueblo de Chiclana. El único documento fechado en Cádiz en este tiempo es su partida de casamiento con Juan Nicolás, matrimonio que se celebró, cuando tenía años, y que tuvo lugar en la parroquia del Rosario, en febrero de 1796.

Doña Frasquita impuso sus condiciones: que el matrimonio sea efectuada por la iglesia Católica, que los hijos que nazcan sean educados en la doctrina católica. 

El novio acepta estas condiciones aunque él, secretamente, también piensa imponer las suyas aun en contra de los pactados: trasladarse a vivir a Alemania, y educar a su mujer a sus propias ideas.

No contaba que la personalidad de su mujer era aún más acusada que la de su suegra, será Frasquita quien imponga su criterio, tanto a su madre como a su marido.

 Acompañado por su suegra realizan su viaje hacia Alemania, navegando hasta Marsella. Ascienden remontando el Ródano y pasan por Lyon.

En aquel momento Frasquita deba encontrarse en una fase de su más ardoroso romanticismo. Juan Nicolás presiente que las vehemencias de su mujer no iban a ser bien vista por su familia y amigos, el viaje es extremadamente lento, y él escribe a los suyos anticipando algunas noticias aclaratorias. 

Tampoco tenía prisa en llegar, para dar tiempo a su suegra a irse adaptando al nuevo medio religioso que le esperaba, y su mujer debe encontrarse muy feliz en el naturalismo romancesco que ha descubierto en Suiza.

Huye de la sociedad, del hombre a quien la sociedad ha hecho impuro, y quiere, rusonianamente, buscar la perfección en la naturaleza.

Por el contrario, para Juan Nicolás, con su frío razonamiento teutónico, deben ser muy alarmantes las cada vez más exaltadas manifestaciones románticas y feminista de su mujer. 

Aún años después continuaron estas diferencias, que harán peligrar el matrimonio, por no querer aceptar Frasquita las ideas de su marido. Otra diferencia que también se interpone entre los recién casados es el feroz feminismo de Frasquita, o el profundo antifeminismo de Juan Nicolás.

Frasquita no estaba dispuesta a quemar sus Derechos de la mujer, escribirá en octubre de 1806 “Entre los diferentes modos de carácter que me señala, sólo me agrada el que atribuyes a los héroes… 

El ejemplo de Mrs. Wollstonecraft nada prueba, porque ella se dejó dominar por la pasión. Quitándoles a las mujeres la facultad de juzgar por si, de formase sus principios y carácter, se les hace esclavas de sus pasiones, y cunado las quieren subordinar a la razón del hombre (¡como si la razón y el alma tuvieran sexo!) y que aquél hombre destinado a guiarlas no tiene razón. ¿Que harán las pobres, entonces?...”

Pese a estas diferencias ideológicas, Frasquita se encontraba feliz en Suiza.

En la tranquilidad, del cantón de Berna, en el pueblecito de Morges, nació el 25 de diciembre de 1796 Cecilia Böhl Ruiz de Larrea, que alcanzaría la fama literaria bajo el seudónimo de “Fernán Caballero”.

Existen serias dificultades para conocer cómo se desarrolló la estancia de Frasquita y su familia en Alemania en este primer viaje.

En noviembre de 1797, parece ser que llegaron los Böhl a Chiclana. En una carta Juan Nicolás comenta: “Mi regreso fue lo más sensato que he hecho… Nuestra Cecilia se desarrolla y contribuye mucho a nuestra alegría”.

En Chiclana permanecieron varios meses, hasta que se trasladaron a Cádiz, aunque se ignora el domicilio y fecha exactos, pero sí hay constancia en agosto de 1799 que Frasquita organizaba sus tertulias políticas-literarias-culturales, que tanto molestaban a su marido, que exclamaba: “No hay peor tortura que tener que entretener a damas intelectuales”.  

Por lo demás parece que esos fueron los años más felices del matrimonio.

El 19 de enero de 1799 Frasquita ha dado a luz otra niña, Aurora. Y el 1 de diciembre de 1800 un varón Juan Jacobo. La partida de bautismo de Aurora se encuentra en la parroquia del Rosario, no así la de Juan Jacobo, que posiblemente naciera en otra feligresía. El 5 de octubre de 1803 nace el cuarto hijo, Isabel Ángela.

La situación de la familia debe ser nuevamente conflictiva. Frasquita persiste en sus ideas, en sus tertulias y en sus criterios pedagógicos que contrarían a su marido, defensor de la rígida disciplina.

En la primavera de 1805 inicia el matrimonio, Böhl-Ruiz de Larrea, junto con sus hijos Cecilia y Juan Jacobo, el ansiado viaje que Juan Nicolás tenía proyectado a su nueva propiedad de Görslow, con la esperanza de que Frasquita, aislada de su madre, que ha quedado en Chiclana con las otras dos hijas, decida adaptarse a su criterio y permanecer en Alemania. Pronto se dará cuenta que él mismo ha cambiado y esa existencia ideal que tanto ansiaba ya ahora no le es tan imprescindible como pensaba.

Era evidente que Frasquita no estaba dispuesta a ser la humilde, dócil, obediente, complaciente y económica mujer que su marido consideraba ideal. Ella quiere seguir siendo ella misma, con su personalidad, no un muñeco moldeado a capricho de las ideas del hamburgués. Por ello, sin pensarlo más inicia su regreso a España.

Frasquita fue escribiendo un diario, puramente descriptivo de su viaje a España, que conserva en forma de Extractas, de puño y letras en el archivo familiar.

Posiblemente Frasquita llegó el 13 de junio de 1806 a Chiclana, después de una ausencia de 14 meses. En aquella época aún Chiclana era centro de veraneos de las familias pudientes de Cádiz, aunque ya comenzaban algunas a desplazarse a Puerto Real, que sería más adelantado el siglo “El Versalles gaditano” que atrajo a los veraneantes.

La poca simpatía de Frasquita hacía las libertades napoleónicas, y posiblemente hacía todo lo francés, ya se han apreciado en algunos comentarios esporádicos en sus viajes anteriores. 

La situación de Frasquita en Chiclana debe ser bastante comprometida, tanto por sus exaltados antecedentes patrióticos y sus escritos contra los franceses, no hay noticias de que fuesen publicados, es posible que fuesen conocidos y también presumiblemente delatados.

Cuando llega Frasquita a Cádiz, las Cortes que se habían establecido en la Real Isla de León el 24 de septiembre de 1810, y cuyas iluminarías y salvas había observado Frasquita desde Chiclana, también viajan a Cádiz en estos días, alojándose el 24 de febrero de 1811 en la iglesia de San Felipe Neri. 

Al mes siguiente conocerá la gaditana con alegría, que los franceses han sufrido una estrepitosa derrota en las proximidades de Chiclana.

El ambiente que se vive en Cádiz en esos días es fantástico. Para Frasquita debe ser un cambió sorprendente el pasar súbitamente de su aislamiento Chiclanero al bullicio gaditano del mentidero de la calle Ancha, a las bullas del Paraíso del oratorio de San Felipe Neri, y de los comentarios jocosos de la infinidad de periódicos, folletos, papeles y panfletos que incesante y diariamente en los cafés de la plaza de San Antonio, y se discuten en las tertulias.

En Cádiz se encuentran literatos de la altura de Antonio  de Puigblanch, Antonio Capmany, Manuel José Quintana, Juan Nicasio Gallego, Pablo de Jesús, Félix José Reinoso, Juan Meléndez Valdés, etc. 

Los lances literarios son numerosísimos y sabrosos, siendo pábulo de comentarios en las tertulias de las principales casas gaditanas.

No tardó Frasquita en organizar su tertulia, como en años atrás cuando su marido refuñaba contra sus manías de dama intelectuales. 

No se sabe durante los meses en que residió Frasquita en Cádiz con sus hijas Aurora y Angelas y su madre, donde habitaron, pero si ha quedado sobradas noticias de sus tertulias durante este período. 

Frasquita permanecería en Cádiz cerca de un año, esperando embarcar para Alemanía para reunirse con su familia, a bordo del paquete Lord Hobart con fecha 17 de agosto de 1811, se supone que fue el buque que las trasladaron desde el muelle de Cádiz a Inglaterra, por lo que la salida de la ciudad sitiada por los franceses. 

No se tiene más noticias de Frasquita hasta mayo de 1812.

El fallecimiento haya sido la causa de su larga estancia en Inglaterra. El día 18 de junio escribe:

“La memoria de mi madre cuyas cenizas quedan en la fría tierra del extranjero”…Gracias a su astucia consiguió Frasquita llegar con su familia hasta Osnabrück, en donde le esperaba su marido. 

Después de tanta penalidades y durezas del largo viaje, de la perdida de su madre, de la amargura y sinsabores de su prisión Chiclanera, y de larga ausencia de entre los suyos, el encuentro con su marido en hijos en Osnabrück debió ser de una dicha indescriptible para Frasquita.

De la salida de la familia Böhl para España se conserva un fragmento del “Diario” que redactó Frasquita. Está fechado en la bahía de Portsmauth en octubre de 1813.

Allí ha de aguardar un convoy para el Mediterráneo y la espera es interminable, sobre todo siendo los  precios en tierra exorbitantes para su menguada economía, han permanecido recluidos a bordo, durante un largo mes de espera, reanuda el viaje el 22 de octubre, llegando al puerto de Cádiz el 23 de noviembre de 1813.

No se especifica si toda la familia se trasladó a Cádiz, pero existen fundamentos para pensar que el hijo, Juan Jacobo quedó en Alemania junto a los abuelos y sólo vino a España, al Puerto de Santa María, en una ocasión 1822.

Es posible que los primeros meses los pasara en su antigua finca de Chiclana. Pero de lo que no cabe duda es que fue en 1844 cuando vivían en Cádiz, en la casa número 44 de la calle del Consulado Viejo (actual Rafael de la Viesca).

Desde mediados de 1811 en que Frasquita salió de Cádiz, había cambiado mucho las cosas en esta ciudad y habían surgido importantes novedades. Frasquita había dejado a Cádiz acosada por el bombardeo francés.

Frasquita había conocido la instalación de las Cortes en el gaditano oratorio de San Felipe Neri, cuando pasaron desde el Teatro de la Isla de León el mismo mes de febrero de 1811 en que ella pasó la frontera.

A su vuelta a Cádiz se encontraba que nuevamente las Cortes se habían trasladado a la Isla, desde el 14 de octubre y que unos días después de su llegada a Cádiz se trasladaban a Madrid, el 29 de noviembre 1813.

El hecho de que las Cortes hubieran parado a la Isla de León a mediado de septiembre de 1813 fue debido al nuevo brote de fiebre amarilla que en aquel momento existía en Cádiz. Quizá esta misma circunstancia hizo que los Böhl no quedaron en Cádiz durante esos meses.

Ante esta situación los Böhl intentaron salvar en lo posible su economía y perdido su comercio, Böhl se estableció como Agente de Seguro, hasta ser nombrado gerente de la casa Duff Gordon and Company. 

Pese a la angustiosa situación económica, los Böhl siguen manteniendo en Cádiz una situación superior.

En 1816 se trasladan a su nuevo domicilio en la calle Ahumada número 7.

Los últimos años de Frasquito debieron ser áridos y tristes por las muchas desavenencias familiares que la rodearon. Sus relaciones con Juan Nicolás vuelven a agriarse por la disparidad de criterios,  aunque el marido soporta estoicamente las intemperancias del genio de Frasquita, que a medida que pasaron los años va entrando en una excitación psíquica que algunos han calificado de locura, aunque no parece tratarse de una psicosis, las únicas muestras que se tienen de su psicopatía son las referencias de su marido, y las palabras airadas de su hija Cecilia, consecutivas a una riña con su madre, siendo al parecer sus relaciones normales con los extraños y con sus contertulios.

Pero quizá la discusión más dura la sostiene con su hija Cecilia, que con motivo de esta discusión haga unas declaraciones en la carta de despedida a su novio,  quizá sea el trasfondo de aquellos años de su niñez en que su madre le dejó en Alemania con su padre, faltando a sus obligación, según la opinión de sus familiares hamburgueses. Quizá por ello escriba ahora: “Mi madre, que nunca me ha querido, ha pretendido siempre humillarme, y sobre todo al punto de mi reputación…”

Ya en estos años parece que Frasquita se ocupó de la literatura, fue siempre muy aficionado a las traducciones, por lo que es frecuente encontrar fragmentos de sus traducciones. Frasquita Larrea ha sido la primera traductora al español de Lord Byron.

Juan Nicolás después de sufrir amargamente, una lesión no determinada a caer por la escalera, falleció en su domicilio el día 9 de noviembre de 1836, acompañado de su mujer y de sus hijas Cecilia y Aurora.

La muerte de su marido parece ser que exaltó aún de forma más acusada la neurosis de Frasquita, que vivía en constantes discusiones con sus hijas, por diversos motivos, entre los que la cuestión hereditaria no estuvo presente. A pesar de ello sus acostumbradas tertulias no le faltaron.

Un 14 de noviembre de 1838, falleció en su casa portuense, la escritora gaditana, precursora del feminismo y del romanticismo en su país, aunque su proyección histórica haya estado oscurecida por su propio pudor literario, que le hizo ocultar siempre su nombre, y por la fama de su marido y de su hija “Fernán Caballero”.

Su imagen histórica nos ha llegado, gracia a su enemigo político Antonio Alcalá Galiano, y recordada por el escrito liberal Benito Pérez Galdós. Frasquita Javieran Ruiz de Larrea y Aherán, acérrima absolutista pasa a la historia, también, por haber sido la primera mujer romántica española, gaditana, que es decir, la cuna del romanticismo liberal.

La figura de doña Frasquita Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, “Frasquita Larrea” de las tertulias literarias gaditana, ha estado entre desconocida y marginada. Quizá, ella misma se marginó por el pudor que las “literaturas” tenían en su época.

La fama de sus tertulias ha llegado a nuestros días, gracias a ser citada por Antonio Alcala Galiano en sus “Recuerdos de un anciano” y por Benito Pérez Galdós en los “Episodios Nacionales”.   
 
 Información sacada de  la biblioteca Municipal José Celestino Mutis; del libro Frasquita Larrea y "Fernan Caballero", Mujer, Revolución y Romanticismo en España 1775-1870, del autor Fernández Pozo

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