Frasquita Larrera
La gaditana Francisca Javiera Ruiz de Larrea
y Aherán, tenía una ascendencia vasco-irlandesa. Su padre, don Antonio Ruiz de
Larrea y Gonzáles de Lopidana, había nacido en Mendiola provincia de Álava, en
julio de 1725 y era caballero hijodalgo.
Se trasladó a comerciar a Cádiz
llegando a ser uno de los poderosos cargadores de Indias. En Cádiz conocerá a
una joven irlandesa, Francisca Xaviera Aherán y Malone, nacida en Waterford,
hija de Diego de aherán y Catalina Malone, que había llegado a Cádiz, huyendo
de las persecuciones que contra los seguidores de los Estuardos se realizaban
en su tierra.
Ya mayor Antonio Ruiz de Larrea y González de
Lopidana, con treinta y ocho años de edad, contrae matrimonio en Cádiz, en la Catedral Vieja, en diciembre de
1763, con la irlandesa Francisca Javiera Aherán y Malone.
El día 28 de noviembre de 1775 nace en Cádiz
la niña Francisca Xaviera, Josefa, Gregoria, que se bautiza al día siguiente en
la Iglesia Catedral.
De los años de su niñez se sabe pocas cosas,
se dice que se educó en Inglaterra, donde se familiarizó con la lectura de los
grandes autores ingleses, desde el inmenso Shakespeare hasta Byron, el rebelde.
Se desconoce la fecha en que regreso a Cádiz
o si incluso vivió en la ciudad, ya que las referencias de estos años se hacen
al cercano pueblo de Chiclana. El único documento fechado en Cádiz en este
tiempo es su partida de casamiento con Juan Nicolás, matrimonio que se celebró,
cuando tenía años, y que tuvo lugar en la parroquia del Rosario, en febrero de
1796.
Doña Frasquita impuso sus condiciones: que el
matrimonio sea efectuada por la iglesia Católica, que los hijos que nazcan sean
educados en la doctrina católica.
El novio acepta estas condiciones aunque él,
secretamente, también piensa imponer las suyas aun en contra de los pactados:
trasladarse a vivir a Alemania, y educar a su mujer a sus propias ideas.
No
contaba que la personalidad de su mujer era aún más acusada que la de su
suegra, será Frasquita quien imponga su criterio, tanto a su madre como a su
marido.
Acompañado
por su suegra realizan su viaje hacia Alemania, navegando hasta Marsella.
Ascienden remontando el Ródano y pasan por Lyon.
En aquel momento Frasquita deba encontrarse
en una fase de su más ardoroso romanticismo. Juan Nicolás presiente que las
vehemencias de su mujer no iban a ser bien vista por su familia y amigos, el
viaje es extremadamente lento, y él escribe a los suyos anticipando algunas
noticias aclaratorias.
Tampoco tenía prisa en llegar, para dar tiempo a su suegra
a irse adaptando al nuevo medio religioso que le esperaba, y su mujer debe
encontrarse muy feliz en el naturalismo romancesco que ha descubierto en Suiza.
Huye de la sociedad, del hombre a quien la
sociedad ha hecho impuro, y quiere, rusonianamente, buscar la perfección en la
naturaleza.
Por el contrario, para Juan Nicolás, con su
frío razonamiento teutónico, deben ser muy alarmantes las cada vez más
exaltadas manifestaciones románticas y feminista de su mujer.
Aún años después
continuaron estas diferencias, que harán peligrar el matrimonio, por no querer
aceptar Frasquita las ideas de su marido. Otra diferencia que también se
interpone entre los recién casados es el feroz feminismo de Frasquita, o el
profundo antifeminismo de Juan Nicolás.
Frasquita no estaba dispuesta a quemar sus
Derechos de la mujer, escribirá en octubre de 1806 “Entre los diferentes modos
de carácter que me señala, sólo me agrada el que atribuyes a los héroes…
El
ejemplo de Mrs. Wollstonecraft nada prueba, porque ella se dejó dominar por la
pasión. Quitándoles a las mujeres la facultad de juzgar por si, de formase sus
principios y carácter, se les hace esclavas de sus pasiones, y cunado las
quieren subordinar a la razón del hombre (¡como si la razón y el alma tuvieran
sexo!) y que aquél hombre destinado a guiarlas no tiene razón. ¿Que harán las
pobres, entonces?...”
Pese a estas diferencias ideológicas,
Frasquita se encontraba feliz en Suiza.
En la tranquilidad, del cantón de Berna, en
el pueblecito de Morges, nació el 25 de diciembre de 1796 Cecilia Böhl Ruiz de
Larrea, que alcanzaría la fama literaria bajo el seudónimo de “Fernán
Caballero”.
Existen serias dificultades para conocer cómo
se desarrolló la estancia de Frasquita y su familia en Alemania en este primer
viaje.
En noviembre de 1797, parece ser que llegaron
los Böhl a Chiclana. En una carta Juan Nicolás comenta: “Mi regreso fue lo más
sensato que he hecho… Nuestra Cecilia se desarrolla y contribuye mucho a
nuestra alegría”.
En Chiclana permanecieron varios meses, hasta
que se trasladaron a Cádiz, aunque se ignora el domicilio y fecha exactos, pero
sí hay constancia en agosto de 1799 que Frasquita organizaba sus tertulias
políticas-literarias-culturales, que tanto molestaban a su marido, que
exclamaba: “No hay peor tortura que tener que entretener a damas
intelectuales”.
Por lo demás parece que esos fueron los años
más felices del matrimonio.
El 19 de enero de 1799 Frasquita ha dado a
luz otra niña, Aurora. Y el 1 de diciembre de 1800 un varón Juan Jacobo. La
partida de bautismo de Aurora se encuentra en la parroquia del Rosario, no así
la de Juan Jacobo, que posiblemente naciera en otra feligresía. El 5 de octubre
de 1803 nace el cuarto hijo, Isabel Ángela.
La situación de la familia debe ser
nuevamente conflictiva. Frasquita persiste en sus ideas, en sus tertulias y en
sus criterios pedagógicos que contrarían a su marido, defensor de la rígida
disciplina.
En la primavera de 1805 inicia el matrimonio,
Böhl-Ruiz de Larrea, junto con sus hijos Cecilia y Juan Jacobo, el ansiado
viaje que Juan Nicolás tenía proyectado a su nueva propiedad de Görslow, con la
esperanza de que Frasquita, aislada de su madre, que ha quedado en Chiclana con
las otras dos hijas, decida adaptarse a su criterio y permanecer en Alemania.
Pronto se dará cuenta que él mismo ha cambiado y esa existencia ideal que tanto
ansiaba ya ahora no le es tan imprescindible como pensaba.
Era evidente que Frasquita no estaba
dispuesta a ser la humilde, dócil, obediente, complaciente y económica mujer
que su marido consideraba ideal. Ella quiere seguir siendo ella misma, con su
personalidad, no un muñeco moldeado a capricho de las ideas del hamburgués. Por
ello, sin pensarlo más inicia su regreso a España.
Frasquita fue escribiendo un diario,
puramente descriptivo de su viaje a España, que conserva en forma de Extractas,
de puño y letras en el archivo familiar.
Posiblemente Frasquita llegó el 13 de junio de
1806 a
Chiclana, después de una ausencia de 14 meses. En aquella época aún Chiclana
era centro de veraneos de las familias pudientes de Cádiz, aunque ya comenzaban
algunas a desplazarse a Puerto Real, que sería más adelantado el siglo “El
Versalles gaditano” que atrajo a los veraneantes.
La poca simpatía de Frasquita hacía las
libertades napoleónicas, y posiblemente hacía todo lo francés, ya se han
apreciado en algunos comentarios esporádicos en sus viajes anteriores.
La
situación de Frasquita en Chiclana debe ser bastante comprometida, tanto por
sus exaltados antecedentes patrióticos y sus escritos contra los franceses, no
hay noticias de que fuesen publicados, es posible que fuesen conocidos y
también presumiblemente delatados.
Cuando llega Frasquita a Cádiz, las Cortes
que se habían establecido en la Real Isla
de León el 24 de septiembre de 1810, y cuyas iluminarías y salvas había
observado Frasquita desde Chiclana, también viajan a Cádiz en estos días,
alojándose el 24 de febrero de 1811 en la iglesia de San Felipe Neri.
Al mes
siguiente conocerá la gaditana con alegría, que los franceses han sufrido una
estrepitosa derrota en las proximidades de Chiclana.
El ambiente que se vive en Cádiz en esos días
es fantástico. Para Frasquita debe ser un cambió sorprendente el pasar
súbitamente de su aislamiento Chiclanero al bullicio gaditano del mentidero de
la calle Ancha, a las bullas del Paraíso del oratorio de San Felipe Neri, y de
los comentarios jocosos de la infinidad de periódicos, folletos, papeles y
panfletos que incesante y diariamente en los cafés de la plaza de San Antonio,
y se discuten en las tertulias.
En Cádiz se encuentran literatos de la altura
de Antonio de Puigblanch, Antonio
Capmany, Manuel José Quintana, Juan Nicasio Gallego, Pablo de Jesús, Félix José
Reinoso, Juan Meléndez Valdés, etc.
Los lances literarios son numerosísimos y sabrosos,
siendo pábulo de comentarios en las tertulias de las principales casas
gaditanas.
No tardó Frasquita en organizar su tertulia,
como en años atrás cuando su marido refuñaba contra sus manías de dama
intelectuales.
No se sabe durante los meses en que residió Frasquita en Cádiz
con sus hijas Aurora y Angelas y su madre, donde habitaron, pero si ha quedado
sobradas noticias de sus tertulias durante este período.
Frasquita permanecería en Cádiz cerca de un
año, esperando embarcar para Alemanía para reunirse con su familia, a bordo del
paquete Lord Hobart con fecha 17 de agosto de 1811, se supone que fue el buque
que las trasladaron desde el muelle de Cádiz a Inglaterra, por lo que la salida
de la ciudad sitiada por los franceses.
No se tiene más noticias de Frasquita
hasta mayo de 1812.
El fallecimiento haya sido la causa de su
larga estancia en Inglaterra. El día 18 de junio escribe:
“La memoria de mi madre cuyas cenizas quedan
en la fría tierra del extranjero”…Gracias a su astucia consiguió Frasquita
llegar con su familia hasta Osnabrück, en donde le esperaba su marido.
Después
de tanta penalidades y durezas del largo viaje, de la perdida de su madre, de
la amargura y sinsabores de su prisión Chiclanera, y de larga ausencia de entre
los suyos, el encuentro con su marido en hijos en Osnabrück debió ser de una
dicha indescriptible para Frasquita.
De la salida de la familia Böhl para España
se conserva un fragmento del “Diario” que redactó Frasquita. Está fechado en la
bahía de Portsmauth en octubre de 1813.
Allí ha de aguardar un convoy para el
Mediterráneo y la espera es interminable, sobre todo siendo los precios en tierra exorbitantes para su
menguada economía, han permanecido recluidos a bordo, durante un largo mes de
espera, reanuda el viaje el 22 de octubre, llegando al puerto de Cádiz el 23 de
noviembre de 1813.
No se especifica si toda la familia se
trasladó a Cádiz, pero existen fundamentos para pensar que el hijo, Juan Jacobo
quedó en Alemania junto a los abuelos y sólo vino a España, al Puerto de Santa
María, en una ocasión 1822.
Es posible que los primeros meses los pasara
en su antigua finca de Chiclana. Pero de lo que no cabe duda es que fue en 1844
cuando vivían en Cádiz, en la casa número 44 de la calle del Consulado Viejo
(actual Rafael de la Viesca).
Desde mediados de 1811 en que Frasquita salió
de Cádiz, había cambiado mucho las cosas en esta ciudad y habían surgido
importantes novedades. Frasquita había dejado a Cádiz acosada por el bombardeo
francés.
Frasquita había conocido la instalación de
las Cortes en el gaditano oratorio de San Felipe Neri, cuando pasaron desde el
Teatro de la Isla
de León el mismo mes de febrero de 1811 en que ella pasó la frontera.
A su vuelta a Cádiz se encontraba que
nuevamente las Cortes se habían trasladado a la Isla, desde el 14 de octubre y que unos días
después de su llegada a Cádiz se trasladaban a Madrid, el 29 de noviembre 1813.
El hecho de que las Cortes hubieran parado a la Isla de León a mediado de
septiembre de 1813 fue debido al nuevo brote de fiebre amarilla que en aquel
momento existía en Cádiz. Quizá esta misma circunstancia hizo que los Böhl no
quedaron en Cádiz durante esos meses.
Ante esta situación los Böhl intentaron
salvar en lo posible su economía y perdido su comercio, Böhl se estableció como
Agente de Seguro, hasta ser nombrado gerente de la casa Duff Gordon and
Company.
Pese a la angustiosa situación económica, los Böhl siguen manteniendo
en Cádiz una situación superior.
En 1816 se trasladan a su nuevo domicilio en
la calle Ahumada número 7.
Los últimos años de Frasquito debieron ser
áridos y tristes por las muchas desavenencias familiares que la rodearon. Sus
relaciones con Juan Nicolás vuelven a agriarse por la disparidad de
criterios, aunque el marido soporta
estoicamente las intemperancias del genio de Frasquita, que a medida que
pasaron los años va entrando en una excitación psíquica que algunos han
calificado de locura, aunque no parece tratarse de una psicosis, las únicas
muestras que se tienen de su psicopatía son las referencias de su marido, y las
palabras airadas de su hija Cecilia, consecutivas a una riña con su madre,
siendo al parecer sus relaciones normales con los extraños y con sus
contertulios.
Pero quizá la discusión más dura la sostiene
con su hija Cecilia, que con motivo de esta discusión haga unas declaraciones
en la carta de despedida a su novio,
quizá sea el trasfondo de aquellos años de su niñez en que su madre le
dejó en Alemania con su padre, faltando a sus obligación, según la opinión de
sus familiares hamburgueses. Quizá por ello escriba ahora: “Mi madre, que nunca
me ha querido, ha pretendido siempre humillarme, y sobre todo al punto de mi
reputación…”
Ya en estos años parece que Frasquita se
ocupó de la literatura, fue siempre muy aficionado a las traducciones, por lo
que es frecuente encontrar fragmentos de sus traducciones. Frasquita Larrea ha
sido la primera traductora al español de Lord Byron.
Juan Nicolás después de sufrir amargamente,
una lesión no determinada a caer por la escalera, falleció en su domicilio el
día 9 de noviembre de 1836, acompañado de su mujer y de sus hijas Cecilia y
Aurora.
La muerte de su marido parece ser que exaltó
aún de forma más acusada la neurosis de Frasquita, que vivía en constantes
discusiones con sus hijas, por diversos motivos, entre los que la cuestión hereditaria
no estuvo presente. A pesar de ello sus acostumbradas tertulias no le faltaron.
Un 14 de noviembre de 1838, falleció en su
casa portuense, la escritora gaditana, precursora del feminismo y del
romanticismo en su país, aunque su proyección histórica haya estado oscurecida
por su propio pudor literario, que le hizo ocultar siempre su nombre, y por la
fama de su marido y de su hija “Fernán Caballero”.
Su imagen histórica nos ha llegado, gracia a
su enemigo político Antonio Alcalá Galiano, y recordada por el escrito liberal
Benito Pérez Galdós. Frasquita Javieran Ruiz de Larrea y Aherán, acérrima
absolutista pasa a la historia, también, por haber sido la primera mujer
romántica española, gaditana, que es decir, la cuna del romanticismo liberal.
La figura de doña Frasquita Javiera Ruiz de
Larrea y Aherán, “Frasquita Larrea” de las tertulias literarias gaditana, ha
estado entre desconocida y marginada. Quizá, ella misma se marginó por el pudor
que las “literaturas” tenían en su época.
La fama de sus tertulias ha llegado a
nuestros días, gracias a ser citada por Antonio Alcala Galiano en sus
“Recuerdos de un anciano” y por Benito Pérez Galdós en los “Episodios
Nacionales”.
Información sacada
de la biblioteca Municipal José Celestino Mutis; del libro Frasquita Larrea y "Fernan Caballero", Mujer, Revolución y Romanticismo en España 1775-1870, del autor Fernández Pozo
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