IMAGEN: Cádiz era una ciudad marítima,
amurallada, portuaria, vinculada a las colonias americanas, mercantil,
burguesa… Con estos elementos y, en ocasiones, grabados antiguos, se “invento”
en Europa el Cádiz de las Vistas Ópticas. Alemania. Puerto de Cádiz desde
oriente.1750-1810. (Col. Boisset-Ibánez).
En Cádiz, ciudad marítima y comercial, la
sociedad evolucionó durante el siglo XVIII al ritmo de las oscilaciones de la
coyuntura económica. Ésta estuvo a su vez estrechamente condicionada por los
acontecimientos bélicos y sus consecuencias sobre el desarrollo del comercio.
Cádiz se encontraba entre las ciudad de
población numerosa en la España
del siglo XVIII, según los libros parroquiales de la época, sobre el año 1700
habían 41500 habitantes y en 1786, 71000 habitantes.
La evolución de la población en Cádiz
experimentó un crecimiento continuo, sólo interrumpido por situaciones bélicas
o epidemias. El comienzo del siglo XIX se vio azotado por un rosario de
epidemia.
A pesar de estas conmociones demográficas
Cádiz fue la ciudad española que más creció durante el siglo XVIII, llegando a
ser la cuarta ciudad de España en población solamente superada por Madrid,
Barcelona y Sevilla, e igualada por Valencia.
El factor principal de este crecimiento hay
que buscarlo en una fuerte corriente inmigratoria hacia Cádiz, desde el
interior de la Península,
de donde llegaban contingentes de población atraídos por el próspero comercio y
las posibilidades de negocios y aventura que ofrecía la ciudad.
No existía en Cádiz, un entorno agrario, y
por lo mismo no se dio como en otras ciudades españolas la tensión dialéctica
ente campo y la ciudad. En Cádiz había barrios pobres, pero no suburbios o
viviendas de aspecto rural, y el caserío tenía en líneas generales el carácter
urbano propio de una colectividad de artesanos y comerciantes, pescadores y
hombres de negocios.
El tejido social de Cádiz durante el siglo
XVIII era el de una sociedad estamentaría del Antiguo Régimen: clero, nobleza y
estado llano, en la que emergía con fuerza una clase intermedia: burguesía.
El clero suponía en Cádiz, a partir de la
segunda mitad del siglo, un 1,65% de la población, cifra considerada muy
reducida, comparada con lo que era normal en las ciudades españolas.
Hubo en Cádiz durante el siglo XVIII un
sector importante de nobles, sólo en parte originarios de la ciudad; gran
número de ellos eran caballeros de Órdenes Militares que, junto con los altos
cargos de la administración civil y militar y los potentados de la carrera de
Indias, mantenían una posición de privilegio que transcendía el ámbito
puramente local.
El sector más influyente en la vida de Cádiz
era, sin duda, el de la nueva burguesía de los negocios (cargadores,
comisionistas, corredores, apoderados) surgida al amparo del comercio.
Este colectivo era el que marcaba la pauta de
la vida de la ciudad. Sin embargo entre los empresarios gaditanos no arraigó
profundamente el espíritu mercantil, ya que muchos de ellos, cuando conseguían
crear un rico patrimonio, se retiraban de los negocios para vivir lujosamente.
El rasgo más peculiar de la población
gaditana en el siglo XVIII fue elevado número de extranjeros afincados en la
ciudad. La afluencia de extranjeros había estado motivado, ya desde el siglo
XVI, por la necesidad de cubrir la creciente demanda americana de productos
manufacturados que España no podía por sí sola abastecer, formaban un colectivo
poderoso, en sus manos estaban los negocios a gran escala, su influencia social
rebasaba el terreno puramente comercial, dejándose sentir en el campo del
pensamiento, del arte, de las modas y las costumbres.
La colonia extranjera más numerosa en Cádiz
era los genoveses, cuya prosperidad posibilito que construyeran y mantuvieran
una lujosa capilla dedicada a la “Nación Genovesa” dentro de la Catedral. La colonia francesa
era la segunda en número, aunque la primera en volumen de negocio; en la
iglesia de San Francisco tenía bajo su patrono la capilla de San Luis, donde
celebraban sus fiestas nacionales, y en su cripta enterraban a sus difuntos.
Seguían en importancia las colonias de
ingleses, holandeses y hamburgueses; en menos proporción negociantes
portugueses, suizos, griegos, saboyanos y malteses.
Al margen del mundo de los grandes
operaciones mercantiles, y al amparo de ellos, vivían un substrato de población
autóctona que regentaba pequeños establecimientos, ejercían tareas
burocráticas, se dedicaban a actividades artesanales o a la pesca de bajura.
La presencia de españoles de otras regiones
también era numerosa en Cádiz; destacaba la colonia de gallegos, seguida en
importancia numérica de la vasca-navarra, de los oriundos de las dos mesetas y
de los cántabros.
La intensa actividad portuaria propiciaba
además la presencia de otros colectivos: transeúntes que llegaban para
embarcarse, militares, tripulaciones de los barcos y un núcleo de población
negra, en gran parte constituida por esclavos.
vista del Puerto ce Cádiz en la Gran Regata del 2013
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