lunes, 19 de noviembre de 2012

Viajeros por Cádiz


veleros en el muelle ciudad Regata 2012


Jacinto Verdaguer, así describe la llegada a nuestra ciudad:
“En días serenos, cuando se arriba, me parece ver surgir de entre las aguas una ciudad encantada, hecha de mármol blancos o de bolas de nieve congeladas, en ringleras de casas palacios, de miradores, torres y campanarios que alzan la frente hacia el cielo, a ver quien llega más alto, desafiando todos a la Torre de Tavira, y a los campanarios y la cúpula de la catedral coronada de una reluciente media naranja”.

En 1883 recopiló coplas y cantares hoy famosos.

A cai no lo llaman Cai
Que le llamán relicario
Porque tiene por patrona
A la virgen del Rosario

Viva Cádiz porque tiene
Las murallas junto al mar
Y cañones apuntando
Al Peñon de Gibraltar.
Si la torre de Vigia
Se volviera un salchichón
Y de Jerez la bahía
Que bien cenaría yo.

Adiós Cádiz adióa Cádiz
En ti dejo mi cariño
Pero seré golondrina
Que vuelva pronto a su nido.


LOS VIAJEROS POR CÁDIZ

A lo largo de su existencia documentada, de más de 3000 años desde su fundación por los fenicios, Cádiz ha recibido toda clase de viajeros, algunos de ellos míticos, otros literarios, la mayoría reales. Los relatos que se insertan dan testimonio vivo, siempre interesante, del devenir de nuestra ciudad en diversas épocas.

El viajero de aventuras es probablemente el género con el que se inicia la literatura de Occidente. 

El Hércules que ha vuelto ya héroe de la Cólquida es el empieza sus hazañas y el que está tan unido a nuestra ciudad, hasta el punto de ser su legendario fundador. Así pues Hércules merece ser citado como el primero de los viajeros por Cádiz.

Jacinto Verdaguer, en Cádiz, según el mismo relata, empezó y escribió la mayor parte del poema La Atlántida, su obra cumbre, en la que renueva y desarrolla el mito de Hércules en nuestra ciudad.

Puede que no sea Hércules nuestra sola referencia directa con los héroes helenos. Tras la guerra de Troya, el regreso de los guerreros a sus hogares inspira toda la literatura griega y a través de ella la universal. Ulises tiene más accidentado de los retornos.

Todo esto resulta muy aventurado, pero audacia por audacias, todas las razones que Berard, saca de la Odisea podrían llevar a Cádiz tanto o más que a la menguada isla del Perejil, Cádiz es isla, está cerca de las columnas de Hércules, casi tanto como Peregil y mas que Ortigía. Por todo ello, con más razones que Siracusa o Peregil podemos reivindicar a Ulises como viajeros por Cádiz. 

El viajero religioso puede ser al mismo tiempo un viajero bélico. Ejemplo de estos viajes mixtos sobran, pero uno de los más importante es el de las Cruzadas.

No es seguro que Estrabón estuviera en Cádiz, coinciden casi todos en afirmar que lo que cuenta de Cádiz lo saca de Eratóstenes, quien si es seguro que fue viajero por Cádiz.

Julio Cesar, extraordinario viajero bélico, religioso y político estuvo tres veces en lo que ya era Hispania y en las tres ocasiones visitó Gades. Julio César, viajero por Cádiz. En la primera ocasión César viene a asumir como cuestor el gobierno del conventos gaditanus, en España ulterior. Parece que es Baldo quien le lleva al templo de Hércules a dormir el sueño adivinatorio. La ciudad está ya federada a Roma y César va a conceder pronto a sus habitantes la ciudadanía romana. Estamos en el aó 69 antes de Cristo.

Es curioso que en este mismo templo en el que los adivinos lee a César el sueño del imperio, Hamilcar Barca y Anibal, viajeros por Cádiz, habían empezado antes sus campañas contra Roma y el segundo había hecho, en aquel mismo recinto, el legendario juramento de odio eterno a la Urbe. Algo tiene nuestra ciudad con los Imperios.

La segúnda vez, año 61 a.d., vuelve Cásar ya como pretor de la Hispania Ulterior.

En la tercera ocasión, viene en persecución de  Varrón, último de los partidarios de Pompeyo.

De Cádiz parte César por Tarragona y Marsella hacia Roma, donde, tan solo un año más tarde, cumplido el sueño del dominio del orbe, y hecho caso omiso de otros sueños, encuentra su destino bajo los puñales de sus amigos. César entre ellos.

Llegando a nuestra era. Nace Cristo, el acontecimiento de la historia del mundo.

Belén está ciertamente lejos de Cádiz. Pero allí van los Magos en la más famosa de las peregrinaciones de la historia. Solo la autoridad de Camón Aznar y antes la de Eugenio Montes que así lo aseveran, permite sostener que uno de los Magos venía de Cádiz a al menos fue viajero por Cádiz, fue el rey Melchor.

Del testimonio de los viajeros sobre Cádiz, se deduce la imagen de una ciudad extremadamente próspera, la tercera del imperio romano en algún momento.

No registró viajero por Cádiz tras la caída de Roma, tampoco bajo la dominación árabe, al menos los viajeros árabes importantes traducidos el Idrissi, Abuljeda, Iban Batuta y al Basit, apenas si mencionan a Cádiz.

Lo que si se sabe que atraía el Cádiz arruinado de aquellos siglos oscuros era a los saqueadores.

El tercer ciclo de prosperidad va a venir solo con América. La relación larga e intensa de nuestra ciudad con el Nuevo Continente empieza con el segundo viaje de Colón, verdadera expedición organizada en la que ya se intuyen que no necesariamente se va en demanda de Asia.

Este viaje sale precisamente de Cádiz, de donde también sale o donde vuelve Colón en algunos de los posteriores. De la importancia de este viajero por Cádiz, que nada ha dejado escrito sobre la ciudad, no es necesario hablar. Con el inicia Cádiz la ascensión hacia su edad de oro.

Empiezan a volver a pasar por Cádiz los viajeros famosos que vienen a España. Empezamos con un alemán al servicio, militar de España.

Erich Lassota de Steblovo viene a Cádiz enrolado con un regimiento para la guerra de Portugal y luego vuelve para participar en la expedición contra la isla de Terceira.

El auge, la pujanza, la riqueza y el carácter cosmopolita de Cádiz empiezan a ser realidad y leyenda. Tanto lo son que durante la larga guerra hispano inglesa, de 1585 a 1604 los ingleses intentaron varias veces el asalto. Drake destruyó una flota pero no consiguió tomar la ciudad. Fue un viajero frustrado por Cádiz, como antes lo había sido otros piratas y corsarios berberiscos, Barbarroja entre ellos.

En 1596 nos visita un viajero bélico indeseado, el conde Essex, con compañeros de viajes tan importante como Howard, Raleigh los hijos del pretendiente al trono de Portugal el prior de Croto, Cádiz fue elegida para el saqueo precisamente por la fama de sus riquezas. 
  
Miguel de Cervantes, que estaba en Andalucía durante el saco de Cádiz escribió sobre el suceso un famoso soneto satírico.

Cervantes viene en dos ocasiones a Cádiz entre 1588 y 1591 cuando se ocupa del aprovisionamiento de la Armada. No hace venir a Don Quijote a Cádiz, cometiendo la descortesía de enviarla a Barcelona.

El asalto inglés de 1625 causando a Lord Cecil y su flota un estrago militarmente mayor que el que ellos nos infligieron 56 años antes Lord Cecil, viajero frustrado por Cádiz.

La marquesa D´Aulnoy escribe el que es sin duda el más famoso de los libros de viajes a España del siglo XVI, ella no viene a Cádiz, ello nos libra de su lengua viperina, pero la ciudad es ya lo suficientemente importante como para que le haga uno mención en la que la autora permanece fiel al tono general del libro.

En los años 1690, 1691 hay un viajero por Cádiz bastante más insólito para la época. Mulay Ismail, Sultán de Marruecos envía un embajador a Carlos II para tratar de paces y cautivos. Describe el embajador del Sultán la llegada a Cádiz.

El siglo XVIII lo estrena nuestra ciudad resistiendo un nuevo asalto anglo-holandés a Cádiz en nombre del Archiduque Carlos. Esta nueva resistencia de Cádiz es decisiva en el desarro9llo de la guerra de Sucesión Rooke y Ormond son viajeros frustrados por Cádiz, lo que hará que dos años más tarde visiten Gibraltar. Vuelve a Cádiz con las peores intenciones en 1737, 1797 y 1800, siendo siempre rechazada. Sus almirantes son viajeros frustrados por Cádiz.


En lo que se refiere a el otro tipo de viajes por España, se puede decir que se abre el siglo XVIII con la publicación en Ámsterdam por el librero- editor Gallet de un viaje a nuestro país que, aunque anónimo, se tiene por auténtico (y a empezaban a escribirse viajes inventados, hechos de refritos).

Candide, viajero literario protagonista del magnifico cuento que lleva su nombre, llega a Cádiz desde Lisboa para embarcarse hacia Buenos Aíres con Mademoiselle Cunegonde, con ulterior al Paraguay. Voltaire sabía mucho de Cádiz, pero lo importante es que Candide quizás el personaje literario más famoso de la literatura del siglo XVIII es viajero por Cádiz. 

Situaremos ya entre los viajeros de la ilustración a un fraile, solo semilustrado, el padre Labat de la Orden de Predicadores. Este dominico parisino, algo presuntuoso, llega a Cádiz procedente de la Martinica.

El Mayor Dalrymple, ya típico viajero ilustrado que visita España en 1774, empieza por Cádiz.

Dos viajeros ilustrados casi arquetípicos, Peyron y Bourgoing viajan por España entre 1774 y 1785. sigue la leyenda, cada vez más dorada. La culminación está sin embargo en el diplomático Bourgoing quien visita Cádiz al menos en dos ocasiones.

Por estos años también viene por Cádiz el famoso de los viajeros españoles. Antonio Ponz en un momento de furor neoclásico y exaltación antibarroca.

Los viajeros ilustrados ingleses no le van a la zaga: Twiss en 1774 hace un elogio de Cádiz. 

Entre 1786 y 1787 viene a España Townsend y luego publica una narración tan famosa y detallada que veinte años después, cundo los franceses efectúan el más famoso de sus viajes bélicos a España. Townsend se detiene mucho en Cádiz.

Viajero ilustrado es Goya, que viene a Cádiz el año 1793, no solo a pintar en la Santa Cueva, sino también al cuidado de los médicos de nuestra Faculta, primera científica en España. Murillo que tanta fama tenía entonces y sigue teniéndola ahora. Es curioso que Goya sana en nuestra ciudad y Murillo, también viajero por Cádiz, tiene aquí el accidente que le va a causar la muerte.

El romanticismo entra en España, según dicen de la mano de Juan Nicolás Bohl de Faber a través de su mujer Frasquita Larrea y de su hija Cecilia. No podemos clasificar a Bohl de Faber de viajeros por Cádiz, ya que a partir de su segundo viaje aquí se arraiga.

Dos de los primeros románticos son viajeros por Cádiz. Bayron excéntrico en todo, decide hacer su Grand Tour por Portugal y España. Legado a Sevilla, ni la ciudad ni sus mujeres le impresionan, en cambió el Cádiz de 1809, que a Jacob le va a parecer miserable y sucio. Le fascina “Cádiz, dulce Cádiz, primer lugar de la creació”…

La España del siglo XIX poseía casi todas las propiedades que buscaba el viajero romántico, exotismo, costumbres, arcaicas, arrebatos del sentimiento, convulsión y exuberancia del paisaje y mucho folklore. Todo ello mezclado con bandidos, contrabandistas y toreros. Hay una ruptura en la cultura del viaje que ya no es un medio para la formación ni un instrumento para medio para la formación ni un instrumento para difundir  “las luces”.

Pero por esos tiempos con el asedio, las Cortes y la Constitución nuestra ciudad atrae a una inmensa nómina de ilustres personajes. Dan a Cádiz un periodo de esplendor junto al comercio de su decadencia.

Este esplendor al venir acompañado de la novedad de la libertad de la imprenta, que aquí se inaugura, mucha de ellos de un género inédito hasta ese momento entre nosotros. Quede pues la idea de que son viajeros por Cádiz en ese momento infinidad de funcionarios, eclesiásticos, militar, magistrados, hombres de negocios, pretendientes, escritores y otros refugiados en general. También diputados, incluidos los americanos, son en total 86 diputados que vienen de América, de México 28 y de Perú 21. También por esa época son viajeros por Cádiz casi todos los libertadores: Bolívar, San Martín, O´Higgins, Rivadavía, Nariño, Miranda,  aunque algunos de ellos por todo pasa es por la cárcel, aquí o en la Carraca. También vienen europeos ilustres y por supuesto hay viajeros frustrados, los generales franceses. 

La reunión de la Cortes en nuestra ciudad en 1823. Acompañadas de nuevo del cañón francés, vuelven las Cortes, el Gobierno y una gran muchedumbre. Esta vez traen consigo al rey Fernando VII, si no formalmente prisionero si de hecho por haber sido declarado incapacitado para reinar. Fernando VII un involuntario viajero por Cádiz.

Férussac, es sin duda el autor que tributa el más encendido elogio al esplendor de Cádiz en su decadencia, Férussac lanza sus elogios a la ciudad.

Volviendo a otros tipos de viajeros, entre la sensibilidad ilustrada y la romántica está el singularismo personaje que es José María Blanco White, convertido en inglés y clérigo anglicano pública bajo el seudónimo de Leucadio Doblado unas que fueron famosísimas cartas desde España, describe su llegada por la bahía llena de magnificencia y dedica sus elogia a la arquitectura de las casas con torres miradores.

Blanco White secretario de Lord Holland, en dos ocasiones en que Lord Halland está en España es viajero por Cádiz, acompañado de Lady Holland, esta famosa inglesa fue viajera por Cádiz a principio del siglo XIX.

A partir de este momento los viajeros ingleses que pasan por Cádiz, van describiendo una decadencia más o menos esplendorosa, según la simpatía con que miren nuestra ciudad. Scott escribe una versión muy negativa de la ciudad.

Richard Ford en su “Manual para viajeros en España” publicado en 1845, su descripción inicial de Cádiz es enteramente romántica. Al entrar en la bahía, la ciudad “reluciendo como una línea de palacios de marfil de repente del mar azul”.

En 1836 en su famoso a Summer en Andalucía Dennis hace ya una descripción de Cádiz enteramente costumbrista, en la que del pasado esplendor comercial ni se habla y es que el viajero a veces encuentra solo lo que ya tiene en su mente.

Alejandro Dumas hace su viaje a España en 1846. Siguiendo muy estrechamente los pasos de Gautier, consagra una fórmula en la descripción de Cádiz que va a ser imitada por todos los franceses sucesivos, tendremos ocasión de ver por Eduardo de Amicís. La salada claridad tiene ilustres antecedentes.

Así describe Cádiz Dumas:

“Por fin avistamos las primeras casas de la blanca Cádiz, que parecía salir del mar, pues todavía no se veía el suelo sobre el que la ciudad está construida, y que parecía sumergido en el agua. Esta blancura, que destacaba contra el doble azul del cielo y el mar, como dice Byron, tiene algo de deslumbramiento”.

Duvillier, ya viajero de una gran empresa editorial, cuyo objetivo es vender el libro que relate el viaje al viaje al gran público de entonces, viene acompañando de Gustavo Doré.

Después de la de Roberto, la iconografía de Doré, es la que fija definitivamente y por mucho tiempo una cierta imagen de España en la que charanga y pandereta, bandolero y contrabandista llegan casi a monopolizar la temática. Este viajero pasa de largo por Cádiz, de la que Doré no pinta sino una vista lejana, una línea de color. Es muy expresivo de lo que está pasando.

En cuanto a viajeros norteamericanos hay que decía que así como los primeros diplomáticos estadounidenses de la época de la independencia vinieron de Paris y entraron por el Norte, algunos de los siguientes por Jay, entraron por Cádiz. La embajadora Jay, que tan mal lo pasó en Madrid, deja sin embargo en sus memorias unas agradables notas sobre la vida en Cádiz, que le produjo una primera opinión positiva de España. Otro viajero norteamericano, Bayard Taylor, es viajero por Cádiz.

“Brillante Cádiz que te elevas hacia el cielo desde en medio del azul oscuro del mar”.


VIAJEROS APASIONADOS

Por estas tierras pasaron ya inmortales como R. Ford, Byron, Fee, Merimée, Doré, Andersen, Brenan, etc. Pero junto a estos nombres hubo otros, algunos hoy olvidados.
Aún hoy no es difícil encontrar testimonios de viajeros extranjeros en la Península Ibérica, tan afamados como Henry Inglis o Mackenzie a los que el gran público no puede acceder por no haberse traducido totalmente al castellano sus obras de tema traducido totalmente al castellano sus obras de tema español.

Es bien sabido, Andalucía ocupará un lugar de privilegio, en cuanto a captar el interés del viajero extranjero en España; las posibles razones que se pueden esgrimir, para explicar lo extraordinario de la corriente viajera hacía nuestro país, exotismo, pervivencia de lo islámico, aventura, parecen irradiar del Sur a  todo ese espacio peninsular. Todo ello viene confirmado además, por ser Andalucía lugar de visita obligada.

Cádiz, reunía una serie de circunstancias que necesariamente la tenían que hacer atractiva a los ojos viajeros: circunstancias políticas que son fácilmente constatables, la promulgación de la “Pepa” hasta el proceso Revolucionario de 1868, pasando por las repercusiones especiales que en esta zona causo la Independencia America.   
     

El Juan Sebastián Elcano a su salida (2012)


Esta información es sacada del libro "Viajero por Cádiz". de la biblioteca José Celestino Mutis de Cádiz, del autor  José Pedro Pérez Llorca

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