Francisco Cossi Ochoa
En el Puerto de Santa María en su domicilio
el 24 de agosto de 1898 nace Francisco Cossi Ochoa.
Sus padres se llamaban José Jacinto Cossi
Pérez y María Luisa Ochoa Zaldivar. Francisco fue el tercer de los hijos que
tuvo el matrimonio.
Sus abuelos, por línea paterna eran Eduardo
Cossi Gazsa, natural de Cádiz, y Carmen Pérez Ochoa, natural de El Puerto de
Santa María, y por línea materna Manuel Ochoa Bullosa y Adelina Zaldivar
Torrambusto, ambos también natural de El Puerto de Santa María, dos de sus
bisabuelos paternos, eran de nacionalidad italiana.
Fue bautizado con el nombre de Francisco de
Paula de la Santisima Trinidad,
en la parroquia prioral de Nuestra Señora de los Milagros.
Curzo sus estudios de enseñanza primaria en
el colegio de Don Ricardo Alcón, estudio comercio y realizó su servicio militar
obligatorio en el año 1919, lo cumplió según fuentes familiares en la sede del
gobierno militar ubicado en la capital gaditana.
Como miembro de una modesta familia, cuyos
únicos ingresos económicos procedían del trabajo de su padre en unas bodegas,
comenzó desde temprana edad a trabajar para ayudar económicamente en su casa,
teniendo varias ocupaciones.
En el orden de sus entretenimientos privados
era conocido entre sus familiares y amistades por su gran afición a la
lectura-poseía una magnífica biblioteca- y a la música, participando
habitualmente en actividades de carácter cultural o social.
Otra de su faceta altruista y solidaria que
le llevó a convertirse en voluntarioso colaborador de la asamblea local
portuense de la Cruz Roja
Española.
Contaba 29 años de edad, su padre falleció,
haciéndose desde entonces cargo de su madre, con quien continuó conviviendo
hasta que fue detenido y encarcelado al triunfar la sublevación militar en
Cádiz. Siempre estuvo atento al cuidado de ella por quien profesaba un gran
cariño filial, permaneciendo soltero y si bien durante un tiempo tuvo por novia
a una joven portuense, la relación no llegó a mayores.
Al principio del siglo XX la clase
trabajadora española fue experimentando una profunda transformación y
concienciación de su precaria situación que trajo como consecuencia la
reivindicación organizada de sus derechos laborales y sociales. Ello encontró
su adecuada canalización y proyección a través del movimiento asociativo
sindical cuyas principales expresiones fueron la Confederación
Nacional del Trabajo, inspirada en los principios del
anarquismo, y la Unión General
de Trabajadores, inspirada en los principios del socialismo.
Cossi, al introducirse en el mundo laboral,
se inclinó por afiliarse a la segunda, que si bien había nacido como central
sindical independiente del PSOE, en la práctica su vinculación fue con el
estrechísimo, no sólo en cuanto a su orientación, sino también en cuanto a las
personas que ocuparon indistintamente las direcciones de una y otra
organización.
Cossi se sindicó en la denominada Asociación
de Dependientes de Oficinas y del Comercio de El Puerto de Santa María, que
pertenecía a la UGT y vinculada, al PSOE.
Tras la caída del dictador una vez que el
propio rey y los capitanes generales le retiraron su confianza, desilusionada y
hastiada de un régimen monárquico caduco y decadente como el existente,
caminaba abiertamente hacia el republicanismo.
Cossi también siguió ese camino, abrazándolo
con gran entusiasmo y con la esperanza de que el nuevo régimen que surgiera
renovara la viciada vida política, destacando pronto por su actividad entre los
grupos locales de republicanos que surgieron en esq época.
Los 21 nuevos ediles tomaron posesión de sus
cargos en pleno realizado el 5 de junio de 1931. a continuación se
procedió a designar la presidencia, resultando Cossi proclamado alcalde con el
voto favorable de 17 de los concejales. Cossi permaneció al frente del
ayuntamiento portuense hasta el 25 de mayo de 1932, acepto la designación y
volvio a ser por segunda vez el titular de la alcaldía presidencia de la
corporación portuense en 1933, pero en febrero de 1934, Cossi presentó por
sorpresa su dimisión, continuó siendo concejal del ayuntamiento portuense si bien su presencia en las
actividades locales se vio resentida
como consecuencia de tener que atender sus obligaciones como presidente de la
corporación provincial.
Cossi siempre apoyó abiertamente el proyecto
del Estatuto Regional de Andalucía que lideraba Blas Infantes, estando
plenamente convencido de su necesidad y los beneficios que ello entrañaba para
estas tierras así como para sus corporaciones locales. A finales, en su condición de presidente de la Junta Liberalista de Andalucía,
su adhesión incondicional y ofrecimiento personal para colaborar activamente en
dicho proyecto.
Se designó a Cossi, esta vez como
representante de la corporación provincial, para participar el próximo día 5 de
julio (1936) en la asamblea que se había convocado sobre el Estatuto Regional
de Andalucía, aceptándose así la invitación cursada por el presidente de la Diputación de Sevilla.
Cossi asistió a la citada asamblea hispalense en su calida de presidente de la Diputación provincial
de Cádiz y representando a los ayuntamientos de El Puerto de Santa María y
Medina Sidonia.
Blas Infante había estado en Cádiz (el
domingo 12 de julio 1936) de la mano de Cossi en su calidad de presidente de la
corporación provincial, donde celebró el que fue su último acto público y
político promoviendo el Estatuto Andaluz, antes de ser asesinado casi un mes
después.
La última vez que figura anotado el nombre de
Cossi en el libro de actas municipales corresponde a la sesión realizada el 17
de julio de 1936 bajo la presidencia del alcalde Manuel Fernández Moro.
En la sesión realizada el día anterior a la
sublevación, Cossi se había excusado de asistir por asuntos particulares
urgentes. La parte de la última hoja del libro de actas, correspondiente a ese
pleno, dedicada a la firma de los concejales asistentes permanece todavía en
blanco.
Dicho gobierno municipal fue disuelto sin más
por los sublevados y parte de sus integrantes fueron fusilados o encarcelados,
comenzando por sus propio alcalde del que tras ser detenido por los rebeldes en
el mismo ayuntamiento fue encarcelado en el penal portuense, de donde
desapareció al mes siguiente sin saber más de él.
Tras la rendición, los defensores del
edificio fueron detenidos y encarcelados. Todos los militares y los civiles más
caracterizados, entre los que se encontraba Cossi, fueron conducidos al
castillo de Santa Catalina, mientras que el resto fue trasladado a la prisión
provincial.
Cossi, en compañía del secretario particular
del gobernador civil, y otros civiles de significada relevancia política que
había sido detenidos por los sublevados en diferentes puntos de la ciudad,
fueron ingresados el día 20 de julio en la prisión provincial. El 26 de julio,
el comandante Camarero y el capitán Carretero se personaron en la prisión
provincial de Cádiz para proceder a tomar declaraciones a Cádiz, fue el primero
en ser interrogado.
Se procedio el 28 de julio por el juez
instructor a dictar auto de procesamiento, de un delito de rebelión militar. El
auto fue notificado ese mismo días los interesados. Ocupados el comandante
Camarero y el capitán Carretero en la trágica tramitación del juicio sumarísimo
matriz respecto a Zopico, Jaso, Yáñez y Parrilla, no volvieron a retomar la
causa de Cossi y sus dos compañeros de infortunio hasta el 8 de agosto.
Ya para
entonces hacia dos días que los cuatro primeros se habían convertido en los
primeros fusilados de una larga nómina en Cádiz como consecuencia de la
sentencia de un consejo de guerra promovido por quienes se habían sublevado
contra el gobierno de la
Republica, testigo de ella había sido el capitán de fragata
Azcárate, quien además de compartir prisión con Zopico, Jaso y Yáñez en el
reducido módulo de oficiales del castillo de santa Catalina, tuvo que ver como
se los llevaban al vecino castillo de San Sebastián y escuchar un rato después
las descargas de fusilería de la tropa indígena más los disparos de gracia del
oficial a su mando para rematarlos en el suelo. Es posible que ni Cossi ni
Macalio se enterasen de que se llevaban a Parrilla de la prisión provincial
para ejecutarlo.
El 8 de agosto se unieron al procedimiento
los informes emitidos sobre la conducta moral y política de Cossi por el
comandante del puesto de la Guardia Civil
de el Puerto de Santa María y el ayuntamiento de dicha localidad.
Dos días después se unían los informes
reservados emitidos por la
Armada así como otros documentos de interés. En el informe
enviado por la alcaldía portuense es anómalamente extenso y repleto de odio y
rencor hacia quien fuera alcalde por dos veces en esa ciudad y que tal vez
contribuya a explicar la tragedia a que día después se vería avocado el propio
Cossi.
En su moral privada se caracteriza el Sr.
Cossi por su inversión o degeneración sexual. Su predilección por los de su
propio sexo dibuja toda una constitución moral. En resumen, por sus
antecedentes puede calificarse al Sr. Cossi sin temor a errar, de ente
indeseable y nocivo a la sociedad.
El 15 de agosto, contestó el abogado
rechazando hacerse cargo de la defensa “Me es imposible aceptar la defensa de
los procesados Don Francisco Cossi Ochoa y Don Antonio Macalio Carisomo.
Careciendo de todo antecedente en relación con el proceso que se sigue a estos
Sres. no puede juzgar de las posibilidades de defensa y por tanto no es prudente
desde el punto de vista profesional hacerse cargo de la misma.
Ya para entonces había en Cádiz mucho miedo
en relacionarse o verse relacionado con los considerados desafectos al Glorioso
Movimiento Nacional, y más si encima se trataban de personas destacados o
implicadas en hechos tan graves como haberse opuesto de una u otra forma a la
sublevación militar.
Hasta la mañana del 16 de agosto de 1936 la
suerte de Azcárate, Cossi y Macalio, parecía indivisible como consecuencia del
procedimiento castrense que conjuntamente se les venía instruyendo. Aquellos
testigos que vivieron el asedio desde el interior del edificio del gobierno
civil no eran sospechosos precisamente de simpatizar con el Frente Popular,
parecía quedar acreditado que no había tomado parte activa en la defensa del
mismo ni portado siquiera armas.
Cuando el comandante Camarero, acompañado del
secretario de las actuaciones, el capitán Carrero, abandonó el 16 de agosto de
1936 el castillo de Santa Catalina tras tomar declaraciones por última a Azcárate,
Cossi y a Macalio en la prisión provincial la suerte de los tres ya estaba
hechada.
Azcárate, ha quedado constancia de lo
sucedido. Entre la mañana y el mediodía del 16 de agosto el general
López-Pinto, comandante militar de la plaza, debió recibió instrucciones
directas del general Queipo de Llano, para que por razones concretas que
todavía se ignoran, se procediera esa misma tarde a la ejecución por aplicación
directa del bando de guerra de determinadas personas que se encontraban
detenidas en Cádiz sin necesidad a esperar sentencia condenatoria alguna.
A su vez en la jefatura de la comandancia de la Guardia Civil, ubicada entonces
en la calle Zaragoza, se recibía también la orden para ello siéndole asignado
para su cumplimiento al teniente Luis Salas Ríos, presentándose y acompañado de
la fuerza de escolta en el castillo, para el traslado de Azcárate y Muñoz hasta
el citado Regimiento que en aquella época se encontraba ubicado todavía en
Puerta de Tierra, ocupado sus batallones las históricas bóvedas de Santa Elena
y San Roque. Macalio fue también conducido hasta el mencionado regimiento.
A la entrada del regimiento fueron llevados
Azcárate, Calbo, Macalio, Muñoz y Pintos haciéndose cargo de su custodia
fuerzas de infantería, que los pasaron a unas habitaciones, donde se les
comunicó que iban a ser fusilado esa misma tarde. A la seis de la tarde fueron
ejecutados. La decisión de fusilarlos que exclusivamente de responsabilidad
militar.
Se creía que Cossi había sido ejecutado junto
a Azcárte y Macalio en los fosos de Puerta de Tierra en la tarde del 16 de
agosto de 1936. El rigor de la investigación y el método
detectaron bien pronto el error inicial y comenzó la ardua tarea de saber que
había pasado de verdad con quien hasta el amanecer del 19 de julio de dicho año
había ostentado legítimamente la presidencia de la Diputación Provincial
de Cádiz.
El hecho de no tener descendencia contribuyó,
al contrario que en el caso de su hermano. Eduardo, a que nadie tuviera que
solicitar su condición primaría de desaparecido para poder declararlo
seguidamente fallecido, ni entonces para acceder a algunas de las menguadas
prestaciones sociales concedidas por el nuevo Estado a los familiares de sus
enemigos.
De momento, Francisco Cossi no había oficial
y legalmente, fallecido. Y de hecho hasta el día de la fecha, su fallecimiento
sigue sin inscribirse.
Tras una dilatada tramitación de solicitud de
autorización ante la Dirección General
de Instituciones Penitenciarios de la desaparecida prisión provincial de Cádiz,
trasladada y reubicado hoy en el centro portuense denominado Puerto II,
resuelto que tampoco que daba constancia del paso por la misma de Francisco
Cossi.
La detención, encarcelamiento y muerte de
todos ellos está plagado de numerosas tinieblas e incógnitas. Y de hecho la
única y supuesta documentación que testimoniaba la existencia de los
procedimientos judiciales navales instruidos contra los mismos se dio
desaparecida con ocasión del extraño y pavoroso incendio que sufrió en la tarde
del 2 de agosto de 1976 el Archivo General de la Zona Marítima del Estrecho,
instalado en el interior de la
Escuela de Suboficiales de la Armada en San Fernando.
Se plantea como más factible, aunque no fuese
habitual y menos en el caso de Cossi, que la extracción del detenido del centro
penitenciario fuera realizada por una fuerza regular y entregada posteriormente
a otra irregular para su asesinato.
Evidentemente, cuando una de aquellas
trágicas camionetas se paraba delante de un centro penitenciario para por sus
ocupantes llevarse a una o varias de sus víctimas al amparo de la oscuridad de
la noche, no debía haber funcionario alguno que osara impedirlo y exigir el
cumplimiento de las norman establecidas, pues hubiera significado seguramente
su final. Se llegaba, se entraba, se escogía, se llevaba y… simplemente se
desaparecían.
Así era el sistema de terror, complementario y paralelo a la
represión ejercida por la jurisdicción castrense, que entonces estaba
implantado, especialmente en los primeros meses de la contienda.
A ello había que unir que la custodia y
vigilancia exterior de los centros penitenciarios solían estar encomendadas a
las fuerzas militares si bien como consecuencia de las necesidades de tropas en
el frente o protección de otras objetivos durante la Guerra Civil, dichas unidades
fueron con frecuencia relevadas por las de la Falange Española, Requetés y
Milicias civiles.
La jurisdicción castrense llevó habitualmente
a cabo su acción represiva con luz y taquígrafos quedando perfecta y completa
constancia de sus pasas y acciones, por terribles que estas fueran.
Independientemente de que en la mayoría de los casos se tratara de una farsa
sin garantías de clase alguna para los acusados, se instruía un procedimiento
judicial, se realizaba una vista oral, se dictaba una sentencia, se ejecutaba
la misma, se levantaba acta de ello, se expedían los certificados médicos
militares de defunción y se comunicaba a los efectos oportunos al registro
civil y cementerio correspondiente.
Todo esto va configurando la impresión en el
autor de este trabajo que quienes se presentaron en la prisión provincial
gaditana para llevarse a Cossi y después lo asesinaron no debían pertenecer a
la institución militar, lo cual no desvirtúa desde luego la responsabilidad
cástrese, ya que dicho detenido estaba bajo su jurisdicción y por lo tanto bajo
su responsabilidad.
Hay que recordar que Cossi, daba su condición de presidente
de la Diputación,
no era un prisionero más, por lo que cuesta creer que elementos civiles
facciosos aparentemente incontrolados se lo llevaron sin autorización o al
menos conocimiento de la autoridad militar, de un establecimiento vigilado por
fuerzas militares o civiles dependientes de aquella.
Una cuestión más a debatir es si
verdaderamente Cossi fue sacado el día 17 de agosto de la prisión provincial.
Se sabe y así consta que el día anterior si estaba ingresado en la misma
gracias a las diligencias del procedimiento castrense.
La desaparición de Cossi
plantea todavía numerosos incógnitas, Cossi, precisamente por ser quien era, no
debio ser un detenido que pasara precisamente desaparecido, queda la
posibilidad la aparición en el futuro de documentos o testimonios desconocidos
hasta la fecha.
La actuación represiva de los sublevados
contra la figura de Cossi continuó después de su asesinato.
La brutal represión ejercida contra el
presidente de la Diputación Provincial
de Cádiz no quedó circunscrita sólo a su persona sino que se extendió por toda
su familia.
Francisco Cossi vivía hasta el momento de su detención en el
domicilio materno, en compañía de su madre viuda, quien a sus 67 años tuvo que
sufrir registros y todo tipo de comentarios burlescos y humillantes respecto a
la trágica suerte corrida por sus hijos, pues similar y funesta suerte corrió
el mayor de sus hijos, Eduardo, quien también fue asesinado por los sublevados
y su cuerpo fue hecho desaparecer sin dejar rastro.
La acción represiva se extendió también a
otros miembros de la familia de Francisco Cossi, tale como su hermano José
Jacinto y su cuñado Pablo Cerdá Simón, ambos fueron detenidos y sufrieron
prisión durante una temporada, tanto en el penal portuense como en la prisión
provincial de Cádiz.
La madre de los hermanos Cossi, María del
Carmen Ochoa Pérez, falleció el 29 de enero de 1950 contaba 81 años de edad,
sin que llegara a saber que fue lo que realmente había ocurrido con sus dos
hijos mayores.
La incógnitas sobre la desaparición y muerte
de Cossi, a la fecha se siguen manteniendo en su integridad, pues continúa sin
saber cómo, cuando, dónde y quienes lo asesinaron así como donde reposan sus
restos.
Informacion cogida del libro "Una muerte sin esclarecer" de la biblioteca José Celestino Mutis de cádiz, del autor Jesús N. Nuñez Calvo
Historia muy parecida a esta es la de mi abuelo José de Barrasa y Muñoz de Bustillo, tambien asesinado por esas fechas y con las mismas circunstancias, era Concejal del Ayuntamiento de Cadiz por Unión Republicana, dejó viuda y seis hijos.
ResponderEliminarComo esta historia por desgracia en nuestro país se identifican muchas familias.
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