sábado, 31 de octubre de 2009

Necrópolis & Rituales


Gades

La primera ciudad de España que dio sepultura a sus difuntos fue Cádiz, pues en otras partes los tiraban al mar, los quemaban o los dejaban colgados de los árboles para que fuesen pasto de las aves de rapiña.


Los egipcios sentaban a sus difuntos sentados, los romanos, en Cádiz, llevaban el cadáver al Campo Pearcio, o Sagrado y vistiéndole un rico hábito de preciosa tela…

A estas sepulturas se les daban varios nombres: hipogeos funerarios, sarcófagos, necrópolis, dólmenes, etc.


Hasta el siglo XIX deberíamos de creer no hubo en Cádiz lo que podemos decir formalmente cementerio común.


Ya en las iglesias, en algunas casas particulares y en algunas calles, se daba sepultura a los muertos.


Fue en el año 1800, con motivo de una epidemia, cuando se erigió el primer Campo Santo en los extramuros de la ciudad, habiendo otro cementerio para turcos, moros y para ingleses respectivamente.


Nuestro barrio del Mentidero fue por muchos años el lugar ex profeso para dar sepultura a nuestros difuntos, especialmente en el llamado Campillo de los Coches, donde hubo que poner una especies de valla para evitar profanaciones, como la de ir a comer sobre las sepulturas en determinados días del año.


La Necrópolis Romana de Cádiz, estaba situada en las afueras de la ciudad, al igual que ocurría en todas las ciudades romanas que situaban las tumbas junto a sus principales caminos de acceso.


Por ello en Cádiz la necrópolis ocupaba fundamentalmente gran parte de la zona denominada Puerta de Tierra, ya que la ciudad romana, Gades, ocupaba parte del casco antiguo llegando aproximadamente hasta la muralla de acceso a este.


Los enterramientos conservados en el sótano de la casa situada en la calle General Ricardo, 5,7 son los únicos restos de la necrópolis romana de Cádiz que podemos observar “in situ”.


Ritual Funerario romano

Gades, año 48 d.C. en casa de cualquier familia están muy triste por la muerte de su ser querido. Su familia se prepara para realizar los últimos deberes que tiene para con él siguiendo las costumbres tradicionales romanas, en caso del fallecido sea el marido, la esposa, recoge su aliento ya que los romanos pensaban que el espíritu escapaba por la boca en el momento de la muerte.


Pronunciar repetidas veces el nombre del muerto era una costumbre denominada conclamatio, se utilizaban ungüento para perfumar el cuerpo, amortajar, una vez lavado y amortajado se coloca sobre un lecho fúnebre en el Atrio de la casa para recibir el último homenaje de sus parientes y amigos.


El hijo mayor, se encarga de comprar los objetos necesarios para el entierro, el cadáver va ser incinerado, ya que es la costumbre más extendida.


El ciudadano romano solía ser amortajado con su vestido más característico e importante, la toga, que según su importancia llevaba bandas de distintos colores.


Tras permanecer varios días en el atrio de su casa es conducido en su lecho fúnebre, que ha sido colocado sobre unas parihuelas.


El cortejo fúnebre está perfectamente organizado. En él además de músicos, familiares, amigos y plañideras, unos hombres portan esculturas de cabezas que son las imágenes de los antepasados.


Camino de la necrópolis para en el lugar público más importante de la ciudad, llamado foro, en él su hijo mayor pronuncia la elogio fúnebre.


Ya en la necrópolis se levanta una pira en el lugar destinado a la cremación, llamado Ara, en ella se colocan piezas de ajuar junto al difunto, a la pira se le echa pez y resina para que arda mejor y más rápido.


Su hijo es el encargado de protagonizar otro momento importante del ritual funerario: prender fuego a la pira, lo que hace con el rostro vuelto, durante la cremación también se echan perfumes a la pira para evitar malos olores.


Los últimos restos de la pira son apagados arrojando sobre ella leche y vino, recogiendo a continuación la misma persona que prendió a la pira los restos óseos en una urna cineraria. A continuación se deposita en la tumba junto a un nuevo ajuar.


Una vez terminada la ceremonia del entierro se sacrifica un animal y se celebraba un banquete junto a la tumba o en un lugar cercano a ella, estos se repetían coincidiendo con los aniversarios.


En el exterior de la tumba se colocaba una estela o un ara en la que se indicaba con una inscripción los datos del difunto.


Para los griegos y los romanos el mundo de los vivos y de los muertos estaba separado por una gran laguna llamada Estigia.


Las personas al morir llegaban a sus orillas y para atravesarla sólo había una barca a cuyo barquero, Carote, tenía que pagar el viaje, por ello a muchos se les colocaba una moneda en la boca.


Los romanos consideraban a los cadáveres como algo impuro que podía contaminar a los vivos, por ello era importante que no quedaran nunca expuestos a la luz del día.


Los familiares sólo quedaban purificados tras el cumplimiento de todos los ritos funerarios. Igualmente al término de estos eran purificados todos los asistentes y la casa del difunto.


Importante Descubrimiento Arqueológico (1980)

Encontrada una necrópolis romana en la Avenida López Pinto, algunos restos data del siglo VII a.C. junto al colegio San Vicente de Paúl.


Entre los restos se encontraba más de 25 enterramientos de inhumación y de incineración, algunos con sillares, otros cubiertos con tégulas, que son tejas grandes y planas, y en algunos casos rematados con fragmentos de ánforas.


La antigüedad de los hallazgos se sitúa entre los siglos VII y I a.C. uno de los sarcófagos más valioso está construido en plomo, apareciendo en su interior la totalidad de los restos de una niña de ocho años tocada con unos bien conservados pendientes de oro.


Las tumbas que han aparecidos ahora son anteriores y muestran que aún no estaba arraigada aquí la costumbre de incinerar los cadáveres, lo que se hacia ya en gran parte de Roma, por lo contrario, se seguía la tradición púnica de inhumarlos.


Un cincuenta por ciento aproximadamente de las tumbas encontradas son de niños y en mucho de ellos los huesos aparecen cubiertos de cal, por lo que parece que existió una epidemia en la que murieron muchos niños y fueron enterados así para evitar contagios.


Entre los restos encontrados hay además una lapida de una niña de tres años Publi- Pompeya Clara, que fue enterada en una ánfora. Asimismo los restos mejor conservados están los de una mujer de 50 ó 60 años a la que se le encontró una aguja de hueso bajo la cabeza, que utilizaba para cogerse el pelo.


La dama de la Aguja


Hoy en día algunas de las formas de el protocolario funerario nos vienen de culturas diferente que trajeron nuestros fundadores y colonizadores hace muchísimo años, al igual que muchas fiestas religiosas que ante eran fiestas paganas en época romanas.

plano de Cádiz (descubrimiento de la Necrópolis)

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