sábado, 11 de julio de 2009

La Caleta, ¿puerto fenicio?

El comercio marítimo es considerado el eje sobre el que gira el nacimiento y desarrollo de la ciudad de Cádiz.


Su puerto la sitúa en el centro de una vasta red de comunicación que alcanza el Atlántico con el Mediterráneo.


Por ello los restos de barco y estructura portuarias son los que más luz pueden arrojar sobre su origen.


A sus antecedentes históricos como ciudad donde las haya, se añade el testimonio de la riqueza arqueológica de sus fondos gracias a noticias de buceadores locales y numerosos hallazgos casuales.

Su investigación arqueológica se inició el año 1973 con el patrocinio del Ministerio de Educación y Ciencia con objeto de realizar la Carta Arqueológica Submarina de la costa.


Se delimitaron las zonas más interesantes: La Caleta, al pie mismo de la ciudad y Sancti-Petri, unos 18 Km. al sur.

Fueron localizados yacimientos de muy diferentes cronología, desde época fenicia al siglo XIX.


En 1983, ante la degradación que sufría La Caleta, el Ministerio de Cultura estimó la conveniencia de realizar una excavación de urgencia en El Aculadero, después de dos campaña en 1985, las investigaciones fueron forzosamente interrumpidas.


La situación de Cádiz es ciertamente peculiar. No es el lugar más apropiado para un asentamiento buscado desde tierra, sin embargo es un lugar privilegiado para el que viene de la mar.

Posee todas las características reconocidas a un asentamiento fenicio, en islas cercanas a la costa, promontorios de doble atraque y terrenos lagunares, aunque ésta no debe considerarse privativas de los fenicios.


El motivo del espectacular desarrollo de Cádiz se debe a su posición estratégica en el eje del Estrecho, como se destaca unánimemente.

Pero son la gran extensión de la isla y su situación privilegiada, dominando las dos bocas de la gran bahía, las que dan ese carácter tan peculiar y sin paralelos.


La bahía comunica con la región interior por una compleja red de caños, que permiten la navegación entre verdaderas islas y tierra adentro conectando con ríos y jugando un papel clave en la prosperidad que alcanzó en época fenicia y que llegó a ser digna de admiración en época romana.


Junto a Cádiz y San Fernando, aún hoy separada por marismas, conforman el paisaje otras pequeñas islas, como la Isleta Verde o Isla Verde, entre innumerables caños, que justifican el plural de Gadeira con que son denominadas por los autores clásicos.


A través de los caños, salpicados de embarcaderos de madera y piedra, con barcos de poco calado se puede navegar de una manera enormemente ventajosa aprovechando la corriente de marea en uno u otro sentido.


La Caleta, en el extremo noroccidental de la isla, ha sido el único puerto antiguo reconocido tradicionalmente. Solo la hipótesis del Canal Bahía Caleta lo lleva a la zona central del supuesto canal, trasladándolo para época romana a ambos lados del mismo.


Sin embargo, después de veinte años de propuesta no se han obtenido resto arqueológicos de fondo de puerto, ni geológicos contrastados, que demuestren su existencia ni en época fenicia ni mucho menos en época romana.


Por el momento los restos aparecidos en el subsuelo entorno al hipotético canal responden a industrias de salazón y necrópolis principalmente.

La forma de la caleta estrecha, alrededor de doscientos metros, con arrecifes asombrosamente verticales, rectilíneos y paralelos entre sí, entre la Punta del nao y la de San Sebastián al sur, ha dado pie a varías interpretaciones sobre su origen natural.


Aunque no es muy profunda (9-5), ofrece el único abrigo con calado alrededor de la ciudad, al quedar al socaire del Levante, uno de los vientos dominantes de la región.

Al contrario que en tierra, en agua de la caleta se ha realizado numerosos hallazgos indeterminados propios del comercio marítimo y las investigaciones arqueológicas han realizado la existencia de gran número de restos que ponen en manifiesto una creciente actividad portuaria desde una fecha muy temprana.


La procedencia exacta de los materiales más espectaculares se desconoce, siendo en ocasiones dudosas las referencias ofrecidas, como es el caso del capitel fenicio.

Los restos más frecuentes están representados por ánforas, tapaderas, cerámicas comunes, platas, ollas y jarros, pebeteros de doble plato, lucernas y terracotas de diversas adscripción cultural, también han aparecido numerosas anclas, potalas, cepos y arganeos de plomo, aislados, que son muy frecuente en los bajos de San Sebastián, teniéndose algunas vagas referencias sobre potalas en torno a la olla.


Otro de estos fondeadores se localiza en el Bajo de La Cabezuela, de donde se extrajeron diversas potalas arcaicas que inexplicablemente fueron sepultados bajo el nuevo dique.

Según noticias, en La Punta del Sur se localizan resto que probablemente responda a barcos hundidos, uno de ellos posiblemente un cargamento de galena, del que solamente se facilitó una muestra, a ánforas del sigloVIII-VII a.C. y variedades de Maña


En torno a bahía existen numerosas piedras y bajos peligrosos para la navegación, alguno de los de los cuales solamente se cubre con pleamar viva, como el caso de las Puercas, estos bajos obligan a utilizar tres cauces de entrada en la bahía

El paso más estrecho es la canal del Sur o Canal Viejo, entre Cochinos, Las Puercas y La Freiderala Soledad y de la Candelaria en la costa, al norte y las Puntas de San Sebastián, del Nao.


De esta amplia zona procede el vaso trípode de influencia egipcia, datado en los siglos VIII-VII a.C. y numerosos materiales, ánforas, desde tipos fenicios a romanos…

El carácter ritual de algunos de los materiales llevó a interpretar el lugar como derrumbes de un templo o depósito de ofrendas.


En tanto la arqueología no demuestre otra cosa, los restos reflejan el constante y peligroso paso de los barcos confirmando la tradición de que el canal Vieja fuera el canal de entrada a la bahía más antiguo.


En el interior de la caleta se encuentra El Aculadero, cuyo topónimo no aparece en las cartas náuticas, y otros dos pecios en la orilla sur de la Punta del Nao. Los restos arqueológicos apreciable sobre el fango del fondo se concentraban en un área de unos 60x40m, EW-NS, paralela al arrecife, a una profundidad de entre 7 y 10m. según la marea.


La superficie presentaba suaves elevaciones, ascendiendo de nivel hasta encontrarse con las rocas del pie del arrecife de la Punta, que delimita por el norte y el yacimiento.

La excavación pretendía adscribir culturalmente el yacimiento y determinar su entidad por medio de una estratigrafía.


Se constato la existencia de una capa superficial de 15cm con cerámicas, ánforas púnica, romana…y bajo un fango más espeso de otros 15cm materiales de diversas cronologías , cerámicas finas y materiales de construcción, debido a la acción del oleaje cuya dinámica remueve el fondo apareciendo mezcladas cerámicas de varios siglo de diferencias, las cerámicas más comunes fenicias, púnicas y romanas fueron las más numerosas, predominado los tipos dedicados al transportes y embalajes, también se documentaron 26 fragmentos muy pequeños de huesos de animales.


Uno de los datos más significativos lo representa la presencia de materiales de construcción de época romana, como fragmento de Tégulas, de estuco, de mortero, mármol rojo, teselas y ladrillos.

La cronología de los materiales establece la utilización de El Aculadero al menos desde el siglo VII a.C. hasta el XVII, con una mayor proporción en torno al siglo I d.C.


Lo que se deriva una actividad comercial, por lo que respecta a las ánforas y los restos óseos y piezas dentales de animales que puede representar el despojos alimenticio arrojado por la borda, la permanencia de los barcos atracados en el arrecife.

La fragmentación y rodamiento de diversidad cultural y cronológica, así como la tipología de los materiales, se puede decir que se trata de un depósito típico de fondo de puerto sin haberse detectado resto de barcos.


Aquí se plantea el interrogante de cómo se realizaría la carga y descarga de mercancías y la posibilidad de utilización del arrecife de La Punta de Nao como muelle.

Cabe suponer que los materiales hallados en el fondo proceden de edificios arruinados construidos sobre el arrecife, es decir, instalaciones propias de un puerto y que la Punta del Nao fuera un verdadero muelle.


El estado actual del arrecife es el resultado de un proceso de fuete erosión y de la intervención humana.

Su superficie ha sido tallada para adaptarla a las necesidades defensivas de los fuertes construidos a partir del siglo XVII, entre ellos fosas y agujeros para estacas que impedía que los barcos se acercaran.


Posee cuevas naturales y estructuras como son las casetillas, torres de vigilancias del último corral de pesca, lingote y un pequeño aljibe de 4,9m de longitud, 0,41m de anchura y 0,91 de altura.

Una de las actividades que se transformado más profundamente el arrecife ha sido la cantería, la intensa explotación de la piedra está documentado históricamente en época moderna, pero se remonta indefinidamente en el tiempo.


El análisis de las piedras manifiestan una diversidad de técnicas de tallado y extracción a través de las cuales se puede llegar a establecer una cronología y adscripción cultural.

Se conserva también entalles de sección circular, a modo de tambores de columnas, totalmente sumergidas incluso con marea baja de gran coeficiente.


El resultado de la extracción de estos grandes bloques el arrecife presenta en algunos puntos una superficie allanada apropiada para muelle conservando la parte externa sin tocar a modo de muro natural, testigo de la cota original de arrecife.

La llamada Piedra Rota, gran bloque extraído del arrecife, puede haber sido una antigua muralla contra el viento.


El propio Lago, cuya bocana de 10m de anchura se encuentra junto a El Aculadero, muestra evidente de haber sido tallado en la roca con la misma técnica, pudiendo cumplir las funciones de dársena o puerto interior para el abrigo y reparación de embarcaciones, el hallazgo de ánfora fenicias en su fondo a poyan esta hipótesis.


A pesar de que las estructuras más antiguas se encuentra desfiguradas y arrasadas por la erosión y la explotación posterior de las canteras, puede afirmarse que La Punta del Nao se caracteriza por las modificaciones humanas en el entorno natural al modo fenicio, capaz de transformar un abrigo natural en un verdadero puerto, con dársenas, aljibes y estanques, muelles y murallas protectora contra el viento como en Tiro, Sidón y Arados.


Los restos de La Punta del Nao permanecen cubierta de agua gran parte del tiempo, actualmente el paisaje gaditano se caracteriza por los efectos de una fuerte erosión y colmatación, factores que han sido siempre tenido en cuenta a la hora de su reconstrucción paleotopográfica.


A partir de los años 70 se han ido incrementado los trabajos a partir de datos geológicos, arqueológicos y análisis de radio carbono que toman muy en cuenta los cambios del nivel del mar y los movimientos orogénicos obteniéndose una particular visión de la línea costera del mediterráneo, y un nuevo mapa del sur peninsular.


El somero análisis de La Caleta, con resto de canteras antiguas sumergidas, de construcción en el fondo de El Aculadero y de posibles edificaciones de época romana sobre el arrecife, viene a apoyar la tesis de Menanteau, que estima, a partir de datos arqueológico y geológicos, un ascenso de 1,5m del nivel del mar desde el siglo I a.C. para la costa de Cádiz, (esta teoría hoy en día parece descartada).


Los restos arqueológicos, constituidos por hallazgo casuales, anclas, restos de naufragios, juntos a los que aportó la excavación de El Aculadero y las instalaciones portuarias del arrecife, pone de manifiesto que La Caleta fue, conforme a la tradición, uno de los puertos antiguos de Cádiz: el refugio de los vientos de Levante, la existencia de otro puerto en Sancti-Petri y numerosos puntos de fondeo, entre los que destaca el Bajo de la cabezuela, y los posibles embarcaderos de los caños, formando un conjunto unitario entre las islas y la bahía.


Así mismo, apoyan las hipótesis que datan la fundación de la ciudad coincidiendo con lo que nos trasmiten las fuentes hacia el año 1000 a.C.… y que sitúa la ciudad en la Punta de San Sebastián, junto a su puerto.


5 comentarios:

  1. mas resumido el materia ob no??

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  2. Lo que me faltaba, que en mi propio blog
    me digan como tengo que poner las entradas.

    Este blog lo he construido con todo mi corazón
    y no estoy dispuesta que me diga un anónimo
    como tengo que redactar mis entradas.

    Una cosa es que me escriban comentarios
    sobre los temas, ya sean constructivos, críticos ó con opiniones de cada uno, sea cual sea.
    Dicen que de todo se aprende, y este blog lo he hecho para aprender, ya sea por los comentarios y sobre todo por las horas que me estoy
    llevando recopilando información de aquí y de allá.

    Pero que me digan como tengo que hacer mi blog,
    Eso no se lo consiento a nadie, y menos un anónimo.

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    1. Joaquin Montes de Oca3 de marzo de 2012, 23:44

      Lo he leido ahora, muy bueno Maria Jesús. Es muy difícil obtener información sobre la historia de Cádiz y todo material es bueno. Es curioso que tenemos mucha historia, pero poca información escrita de ella, seguramente porque la mayoría de nuestro esplendor fue hace ya milenios. Un Saludo y gracias.

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  3. Muchas gracias María Jesús, a mis 70 años ya conozco algo más de mi tierra.

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  4. Una estupenda entrada. No sobra una coma. Gracias por el esfuerzo de recopilar toda esa información, que por otra parte no es nada fácil de hallar. Lástima que se conozca tan poco de épocas tan remotas sobre la estupenda ciudad que es Cádiz.

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