martes, 17 de abril de 2012

LOS SEISES DE CÁDIZ

Los actuales seises gaditanos

Una de las peculiaridades de la Capilla de la Catedral de Cádiz fue la presencia casi ininterrumpida de niños cantores.

En el libro de Ceremonias, antes de enumerar las obligaciones de los seises, aparece un breve resumen histórico según el cual a finales del siglo XVI ya había seises en la Catedral. En una segunda etapa los niños fueron escogidos entre los colegios del Seminario, dato que se apunta en un informe recogido en acta capitular de 1776.

Durante el siglo XVII los seises se mantuvieron, aunque con alguna interrupción. Hay constancia de la existencia de seises (1616-1622), (1622-1637) y (1649-1655). Los niños continuaron en el Seminario, hasta que en 1666, pasaron a vivir con el maestro de capilla. En 1682, los seises fueron suprimidos en un momento de graves crisis económica de la Catedral gaditana. A comienzos del siglo XVIII el cabildo decidió restablecer de nuevo los seises.

Se nombró una comisión de prebendados para realizar un estudio de vialidad y, según el informe que esta comisión presentó al Cabildo en 1700, con las observaciones que los seises ganarían por sus actuaciones en la Capilla, prácticamente se podrían autofinanciar.

El proyecto sufriría algún retraso. En enero de 1702 se decidió que los niños vivieran con el maestro en una casa propiedad del Cabildo, para lo cual hubo que desalojar al tiple, en abril del mismo año, los seises ya estaban seleccionados y preparados.

Durante el siglo XVIII los seises catedralicios pasaron por dos etapas. En la primera, de 1702 a 1777, vivieron en la casa del maestro de capilla, situada al lado de la Catedral a espalda de la capilla del Sagrario. En 1777 se fundó el colegio de Santa Cruz y los seises pasaron como internos a él, bajo la autoridad de un Director y un Regente.

El maestro debía ocuparse del cuidado y sustento de los seises, para lo que tenía una asignación de cuatro reales diarios por cada infante. Tenían una también una pequeña asignación para pagar un ama de casa.

La asignación por los seises se vio reducida a tres reales en 1708 y con esta cantidad permaneció hasta 1753.

Los gastos de vestidos y calzados de los muchachos lo pagaba aparte la Fábrica.

En noviembre de 1707 llegaron noticias al Deán del abandono en que se encontraban los niños, así en alimentos como en la decencia. El cabildo deliberó si sería conveniente quitar los seises al maestro.

Sobre (1710-1758) el cuidado de los seises resultó una pesada carga. El Cabildo mantuvo una estrecha vigilancia, tanto sobre el procedimiento de admisión, como sobre el trato que recibían los chicos. En 1716 había un gran descontento en el Cabildo por la poca calidad de los seises y ordenó, que antes que sean recibidos, sean oídos por todos los Señores para que así sean de la aprobación de todos, no tuvieron grandes resultados tales exámenes, pues al año siguiente seguía preocupando la poca calidad de los seises.

El cabildo nunca se mostró satisfecho del régimen de la vida de los seises en casa del maestro de capilla y siempre que se trataba de la mejora de la Capilla surgía la idea de fundar un colegio para los seises. En 1717, 1720 y en 1732 volvió a plantearse el viejo proyecto del colegio para los seises, pero no llegó a aprobarse.

En diciembre de 1776, el proyecto del colegio de seises se pudo sacar por fin adelante. El objetivo del colegio era doble, por un lado poder atender debidamente a los seises en un régimen de internado y por otro liberar a los seminaristas de la continua asistencia al coro que les restaban mucho tiempo de estudios.

El día 1 de enero de 1777 quedó constituido el Colegio con los dieciséis primeros colegiales, de los cuales diez eran Acólitos para servicio del altar y coro y el resto Seises para cantar en la Capilla de Música. Los primeros seises que pasaron al colegio fueron: Pablo Núñez, natural de Priego; Francisco de Paula García, de Antequera: Fernando Domínguez, de Ubrique; Sebastián Daza, de Gaucín; Manuel Vergara y José de la Vega, de Cádiz.

En el Colegio de Santa Cruz, los seises se regían por un Reglamento aprobado en 1777, cuyas normas básica se mantuvieron vigentes mientras duro esta institución.

En la etapa en que los seises estaban bajo el cuidado del maestro no existían normas escritas sobre los requisitos para ser admitidos. En la práctica sólo se requería ser niño varón de corta edad y tener la voz adecuada. Durante la etapa del Colegio de Santa Cruz era requisito indispensable haber nacido en Cádiz o al menos ser originario del Obispado, aunque esta condición se dispenso a veces.

El tiempo de permanencia de un niño como seises venía determinado por la evolución de su voz.

La creación del Colegio de Santa Cruz supuso una organización más sistemática de los estudios humanísticos, para lo que contrataron un maestro de gramática y de latinidad, enseñanzas musicales a cargo del maestro de capilla.

A partir de 1789 se puso un maestro de canto llano para los seises, distinto del que impartía clase en el Seminario. Como complemento de su aprendizaje se ejercitaban en la copia de papeles de música.

La formación musical de los seises comprendía también el aprendizaje de algún instrumento, esta enseñanza solía estar a cargo del maestro de capilla, el organista y algunos ministriles.

La enseñanza del clave a los seises fue una constante a lo largo el siglo. De la práctica del clave lo normal era pasar al órgano, otro de los instrumentos practicados por algunos seises fue el bajón.

Los seises asistían regularmente a todas las actuaciones de la Capilla dentro y fuera de la Catedral, también acudían al coro actuando como versistas: que los seises cantes los versos en la Salve y en todas las celebridades que asiste en la Capilla de Música, también cantar los versículos y asistir al facistol.

Se suele relacionar la existencia de seises con la práctica de danza en determinadas festividades, especialmente la del Corpus: no era este el caso de Cádiz, donde no aparece noticia alguna documental que les relacione las danzas en el templo en todo el siglo XVIII.

Los seises tenían su vestimenta particular:

· Bonete de color rojo (grana, media grana, holandilla encarnada.
· Mangas del mismo color, con botones forrados de seda.
· Cuello de esterlina blanco (tela de hilo gruesa), o de bretaña (lienzo fino).
· Sotana encarnada (lienzo fino teñido).
· Sobrepellices de bretaña (lienzo fino blanco).
· Medias azules de seda.
· Beca de paño azul, con el emblema de la Catedral bordado en ella: una cruz sobre las aguas.

Hubo seises en la Catedral de Cádiz durante todo el siglo XVIII con una continuidad que nunca había existido antes

Estos niños cantores o seises, tradición del siglos en Cádiz aunque con sus periodos de desaparición (el último desde mediado del siglo XX), ha sido recuperados recientemente. .

1 comentario:

  1. Hola María Jesús, por casualidad he dado con tu blog, me ha encantado, pero sobre todo me gustado mucho leer tu artículo sobre los Seises de Cádiz, tenía conocimiento que existieron y me alegro mucho que se haya recuperado esta bonita tradición.
    Yo tengo publicado una entrada sobre los Seises de Sevilla y es interesantísimo la de puntos en que coinciden, desde su fundación muy próximas y hasta en algunas reglas.
    He aprendido mucho con tu blog, así que no dejaré de visitarte; y si necesitas algún tipo de colaboración, aquí me tienes a tu disposición desinteresadamente.
    Un cordial saludo.

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