Esta pintura se encuentra en la iglesia de El Hospital de Mujeres de Cádiz. La iglesia es de planta salón, dividida en tres naves por columnas toscanos sobre pedestales. La imagen de Nuestra Señora del carmen que preside el altar mayor desde su hornacina es de candelero (XVIII). La iglesia tiene cinco capillas colaterales: capilla del Nacimiento, capilla de la Inmaculada, capilla de San Cayetano, capilla de Nuestra Señora de las Angustias y la capilla de San Francisco de Así, es la joya de está institución, original y firmada por el Greco. Fue propiedad personal del Obispo Lorenzo Armengual y heredada por su sobrino Bruno quien la trajo de Madrid, llegando a Cádiz en 1747. el Greco consiguió el mejor San Francisco de su vida. Los críticos coinciden en señalar la variada gama de grises que predominan en el cuadro, sin embargo existen pinceladas propias en rostro, manos, los sayales, el cordón y la yedra que ambienta la escena de la selva o bosque.
Cádiz se enorgullece de ser la ciudad viva más antigua de occidente, los clásicos sitúa su fundación en el 1100 a.C., sólo unos años después de la guerra de Troya. Los fenicios, gentes marineras por excelencia, siempre escogía para establecerse, pequeñas islas o península cercanas a la costa, así se situaban sus propias metrópolis. Tiro y Sidon o Cartago, con las que Cádiz tendría estrecha relación. El carácter de pequeña isla va a condicionar el desarrollo urbano de la ciudad hasta nuestros días.
De la importancia de la ciudad nos hablan los innumerables textos clásicos que la citan y los personajes famosos que la visitaron. Este hecho no sólo se debió a motivos políticos o comerciales, sino también a encontrarse en su territorio el Santuario de Hércules, uno de los más famosos de la antigüedad, al que entre otros acudieron los Bárquidas y Julio César.
De cómo pudo ser la configuración urbana del Cádiz púnico y romano poco se puede deducir en la actualidad, aunque por su topografía se puede deducir una serie de datos de gran interés, el hecho de haber estado atravesado el actual casco antiguo de la ciudad por un canal que la dividía en dos islas. Se han descubierto resto de habitaciones con mosaicos y un teatro romano, que debieron pertenecer a la neápolis levantada por los Baldo. Las necrópolis, que han proporcionado gran cantidad de ajuares de interés y algunas piezas excepcionales como los sarcófagos antropoides. Son también un testimonio del nivel cultural que alcanzó Cádiz en la antigüedad.
Los rasgos más antiguos del urbanismo que hoy podemos contemplar en Cádiz, se remonta a los momentos posteriores a la reconquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio, hacia 1260.
El rey fue un auténtico impulsor de esperanzadores proyecto, concebidos con el fin de convertir a Cádiz en base de sus aspiraciones imperialista en el Norte de África. Por este motivo le concedió el título de ciudad y la hizo cabecera de diócesis.
El recinto Alfonsín, actual barrio del Pópulo, era de reducido perímetro, rodeado de murallas en tres frentes con puerta en cada una de ellas, y la alcazaba y la catedral situados en el cuarto, sobre el acantilado que se abría al mar.
Sus calles eran apretadas y estrechas con escasez de plazas, como todavía hoy podemos contemplar.
A mediados del siglo XV, la población había desbordado ya las primitivas murallas y se extendía por dos arrabales que crecieron junto a las puertas Este y Oeste el primero en torno a la ermita de Santa María, y el segundo a la de Santiago, frente a la puerta norte que comunica con el mar, principal camino de la ciudad, se dejó un gran espacio, la actual Plaza de San Juan de Dios, donde se celebraban los mercados, se convirtió en el eje de la vida ciudadana, en su gran plaza mayor, posición que ha conservado hasta nuestros días.
El descubrimiento del nuevo continente fue de trascendental importancia para el desarrollo económico gaditano. Esta prosperidad fue la causante de los desgraciados acontecimientos que en 1596 asolaron la ciudad. Un asalto inglés la destruyó casi en su totalidad, ardieron doscientas noventa casas, la Catedral, la casa de la Compañía de Jesús, el monasterio de Santa María y el Hospital de la Misericordia. Tras el asalto inglés, se vivieron auténticos momentos de penuria.
La primera preocupación de los ciudadanos fue la construcción de una serie de defensas, que paliarían la permanente amenaza de ataque exteriores. Las primitivas murallas medievales habían perdido su función al verse desbordadas por el caserío, el levantamiento de un muro en el frente de tierra era insuficiente. Ya Felipe II encargó reforzar los puntos más vulnerables de la isla, pero no se verá culminado hasta bien entrado el siglo XVIII, en el que la ciudad, rodeada de un complejo sistema de baluartes, se convertiría en una de las plazas fuerte más importante del reino, adquiriendo el doble aspecto de mercantil y militar.
El proceso de expansión comercial gaditano se vio culminado cuando en 1717 Felipe V trasladó la Casa de Contratación y Consulado de Indias, con sede hasta entonces en Sevilla.
El nacimiento de la Academia de Nobles Artes en 1789, será el punto de arranque de la formación de un grupo de arquitectos, que harán surgir en Cádiz una de las escuelas neoclásicas más importantes del país. A partir de ahora uniforme, alentada por las nuevas normas urbanisticaza obra de Torcuato Cayón significa un puente entre el tardobarroco y el incipiente clasicismo, convirtiéndose en cabecera de las nuevas directrices neoclásicas.
La arquitectura religiosa centra su actividad en torno a la construcción de una nueva catedral. Concebida con espíritu plenamente barroco, la larga duración de las obras y la envergadura de la construcción y otros acaeceres económicos, hizo que sufriera las consecuencias de los cambios de gusto. El resultado ha sido un monumento con una interesante mezcla barroca-neoclásica, reflejo de las vanguardias de su época, con la historiografía del arte moderno, debe ser considerado no sólo el primer monumento de la ciudad, sino uno de los más importantes de la región.
En las artes plásticas, al principio del siglo continúa la actividad escultórica de los diversos miembros de la familia Roldán. Mas tarde surgirá una nueva oleada de influencia sevillana. La fuerte presencia italiana se hará notar igualmente, tanto en trabajo de mármol como de madera policromada. También es apreciable la aportación levantina, se conserva un interesante conjunto en la ciudad.
La pintura se ve dominada por el murillísmo, y la orfebrería cuenta una rica representación de obras de indudable interés artístico.
Las últimas décadas, igual que en arquitectura, están dominadas por las llegadas de las nuevas tendencias academicistas y neoclásicas. Al cobijo de la Academia de Nobles Artes y del ambiente intelectual, se van a desarrollar una serie de obras, que cuentan incluso con la presencia del pintor aragonés Francisco de Goya. Es precisamente la pintura la que logrará más adelante plasmarse en una escuela local, de importancia a nivel nacional.
En el siglo XIX, se inicia esta centuria con un a acontecimiento de carácter nacional dejará huella perdurable, la guerra de la Independencia y la reunión de las Cortes Generales que elaboraron la Constitución de 1812.
Durante este periodo tienen lugar importantes reformas urbanísticas, la desamortización eclesiástica y las posteriores mermas, se derriban varios conventos de la ciudad. Ello a la vez supuso la creación de nuevos espacios libre, causó una sensible pérdida en el patrimonio artístico gaditano. Las primeras décadas continúa dominadas por la estética neoclásica. A partir de la tercera década se sucede un cambio de gusto, con una vuelta a lo decorativo y la introducción del eclecticismo que anuncia ya los gustos que dominaron al final de la centuria.
El movimiento, conocido como estilo isabelino, también tiene gran importancia en la ciudad. Ha dejado numerosos edificios repartidos por el casco urbano, contribuyen en gran manera a la configuración del actual recinto monumental.
En el campo de la escultura se observa una merma de la actividad, hasta su práctica desaprensión de la actividad en las últimas décadas del siglo.
La escuela pictórica gaditana continúa en principio bajo los cánones de la estética neoclásica, iniciada en el siglo anterior.
En fecha muy temprana comienza la expansión de las tendencias románticas, alimentadas por el ambiente cultura canalizada a través de las tertulias, que fueron frecuentadas por personajes de diversas procedencias, entre los que cabe citar a Lord Byron. Es característica de estos artistas la vitalidad en el dibujo, y el predominio del color.
En el siglo XX, comienza con la decadencia de la ciudad, tras el desastre del 98. La principal repercusión urbanística, fue el derribo de parte de sus murallas para conseguir un acceso más amplió desde el puerto a la ciudad y desde tierra al puerto comercial. La implantación del veraneo y los baños de mar, hizo surgir un área de recreo en la zona de Puerta de Tierra.
La actividad pictórica continúa en principio las corrientes historicistas y costumbristas, heredadas de la centuria anterior, más tarde influenciarse por el colorido derivado del impresionismo.
La escultura local es prácticamente inexistente, por lo que los diferentes encargos, en su mayoría para monumentos públicos, son realizados por artistas de moda en el país.
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