La identidad cultural de Cádiz, los cuales se
ven confirmados en ese paralelismo que se aprecia entre sus dos ciclos
históricos de exuberantes prosperidad: el de la Gades fenicia, púnica y
romana, y el Cádiz, “Emporio del Orbe”, puerta de un nuevo mundo.
Situada la isla de Cádiz al suroeste de la
península Ibérica de la que sólo le separa un estrecho brazo de mar; entre dos
continentes, Europa y África; entre dos mares, Mediterráneo y Atlántico, su
privilegiada situación marítima la convirtió en encrucijada por donde, en son
de paz o en son de gueraa, pasaron o tomaron asiento los principales pueblos
que forjaron la cultura de Occidente.
Al valor estratégico de su situación se suma
su peculiar estructura geográfica. Con el topónimo “Isla de Cádiz” se hace
referencia a un archipiélago formado por tres islas, las Gadeiras. En la más
pequeña y más occidental establecieron los fenicios un poblado que por estar
cercad o recibió el nombre de Gadir. Un canal de
unos 180 metros
de ancho separaba en la
Antigüedad esta isla de otra estrecha faja de tierra de unos 18 kilómetros de
longitud a la que los griegos dieron el nombre de Cotinusa, por la abundancia
que había en ella de acebuches u olivos silvestres. En el extremo de esta
segunda isla, y casi perpendicular a la misma, se hallaba otra tercera, la más
fértil, la más extensa y la más próxima a tierra firme, a la que en la
antigüedad clásica se cita con el simple nombre de “Isla”, topónimo que aún
perdura en el lenguaje popular.
En el arco que formaban estas tres islas
cerrando la bahía y, sobre todo en el canal que separaba las dos más
occidentales encontraron los navegantes del “Mare Nostrum” un refugio bien
protegido de los embates de ese mar ignoto y misterioso que fue para ellos el
océano Atlántico; también un punto de partida privilegiado para sus más audaces
aventuras náuticas; aventuras que dieron origen al nacimiento de la historia
gaditana, al ser identificada Gades en las fuentes literarias clásicas con el
mítico Tartessos. Una identificación que, a pesar de los abundantes testimonios
que nos ofrecen estas fuentes, no es aceptada por todos los historiadores
modernos, como tampoco hay unanimidad entre ellos en reconocerle a Cádiz ese
pasado trimilenario del que se honra.
Durante el dominio fenicio, en el extremo
oriental de la Cotinusa
se alzó el templo al dios Melkart, asimilado más tarde al Hércules tebano;
santuario al que los historiadores modernos le vienen asignando un papel cada
vez más importante en la obra colonizadora fenicia, no solamente por las
riquezas en él acumuladas, sino también porque pudo ejercer el derecho de asilo
y servir de estrecho vinculo entre la metrópolis y sus colonias.
La destrucción de Tiro Por el ejercito asirio
en el año 564 a .
C. dejó desamparados a los gaderitas, quienes ante el acoso de los pobladores
de tierra firme pidieron ayuda a Cartago; un dominio que no borró culturalmente
en Gadir sus raíces semitas, diferenciándose de otros asentamientos púnicos del
Mediterráneo. Raíces semitas que se alimentaban de la solidez y esplendor del
culto a Melkart, convertido en el período cartaginés en el dios tutelar de la
familia Barca.
En el año 206 a .C. Gadir pactó con Roma
y se convirtió en ciudad federada, lo que le dio derecho a conservar sus
propias leyes, sus magistrados, moneda e idioma. Un papel decisivo en la
romanización de Gadir jugó Julio César, quien siendo cuestor visitó esta
chancillería. Aquí, en Gades, en la cueva de la Venus Marina , según sus
biógrafos le fue interpretado el sueño que le vaticinó su gloria futura y aquí,
en Gades, nació también su amistad con la familia Balbo, a la que colmó de
honores y privilegios, honrando también a todos los nativos de Gades con el
derecho de ciudadanía, los primeros en disfrutarlo por nacimiento en el imperio
romano.
En el año 48 a .C. Gades fue ya
convertida en municipio y sin etapas intermedias pasó de una organización
fenicia a la estructura política romana, siendo integrada su oligarquía al
estamento de Caballeros. La ciudad agradecida a César tomó el nombre de
“Augusta Urbs Julia Gaditana”. La
Gades romana conoció a partir de este momento un periodo de
gran impulso comercial y desarrollo demográfico. Quedó pues Gades convertida en
un puerto activo y con una población tan estrechamente vinculada al mar que
bien se puede decir que hasta el caballo andaluz se hizo en Gades marinero,
pues sobre caballos, “hippoi”,
cabalgaban los gadeiritas para surcar las olas, siendo privativo de
ellos el llevar la cabeza de un caballo como mascarón de proa. Un carácter
marinero que unido a su cosmopolitismo y espíritu comercial diferenciaron a
Cádiz del resto de las poblaciones de la Baja Andalucía en cuya cultura,
predominantemente rural, se tiende a integrarla.
El triunfo de la fe cristiana a inicio del s.IV. y su reconocimiento oficial como religión del Estado a fines de ese mismo
siglo significó para Gades el inicio de su decadencia; un ocaso que en versos
lloró el poeta Avieno.
Solamente el templo de Hércules se mantuvo
erguido durante estos siglos de decadencia, desafiando a los vientos y a las
olas y a la desolación de aquella que en otros tiempos fuera rica urbe; la
destrucción del Heraklión a mediados del s.XII cerró este primer ciclo
histórico de Cádiz para dar paso a un nuevo ciclo no menos glorioso, y no muy
diferente, al nutrirse de las misma fuentes de riqueza, el comercio y la
navegación.
Fue precisamente a mediados de este siglo XII
cuando la “Yazira Qadis” del mundo árabe empezó de nuevo a cobrar importancia
al intensificarse las relaciones comerciales entre los dos mares, Mediterráneo
y Atlántico.
Aunque los acontecimientos de este último
siglo de dominación árabe en Cádiz no nos son bien conocidos, se puede afirmar
sin temor a errar que Cádiz en este período fue centro de continuos e
importantes conflictos bélico, hasta que, conquistaba Sevilla por Fernando III
en 1248, todas las ciudades de la Baja
Andalucía , sabiéndose indefensas, se apresuraron a pactar con
el rey castellano; entre ellas Cádiz.
Hemos de esperar, sin embargo, al reinado de
su hijo, Alfonso X el Sabio, para apreciar el lento comienzo del resurgir de
Cádiz; como otro Julio César, también él con sueños de gloria, valoró la
situación estratégica de esta pequeña isla y vio en ella la llave que la
abriría las puestas de África; y más legado sentimentalmente a Cádiz que lo
estuvo su padre a Sevilla, quiso el Rey Sabio elevarla a ciudad de primer rango
y en monumento que se conserva sus cenizas y perpetuara sus soñadas hazañas.
Respetando su carácter marinero repobló
Alfonso X a Cádiz, no con hombres de tierra adentro, sino con bravos marinos
del mar Cantábrico, sobre los cimientos del gigantesco teatro romano construyó
una nueva ciudad en cuyo centro alzó una iglesia, la cual fue elevada al rasgo
de catedral por la bula “Excelsum fecit” del 21 de agosto de 1263 bajo el
patrocinio de la Santa Cruz ,
y en su cripta preparó su sepultura.
Pero ni los sueños imperiales del Rey Sabio
se realizaron, ni él fue enterrado en Cádiz, ni Cádiz llegó a ser esa gran
ciudad que soñara; durante dos siglos más volvió esta ciudad a sumergirse en la
sombras de la Historia ,
hasta que en 1471 Enrique IV, deseando recompensar los merecimientos del conde
de Arcos, D. Juan Ponce de León y de su hijo D. Rodrigo, concedió aquél el
señorío de la ciudad de Cádiz y a ambos el derecho de titularse marques de esta
ciudad; un dominio que se prolongó hasta 1492, año en el que pasó Cádiz y la Isla a depender directamente
de los Reyes Católicos.
El descubrimiento de América y la
intensificación de las relaciones comerciales con África revalorizaron
nuevamente el valor estratégico de Cádiz. En 1493 le fue concedido el monopolio
en el comercio con la
Berbería , y el 25 de septiembre de ese mismo año la gran
flota colombina en su segundo viaje partió de Cádiz.
Las grandes líneas del comercio con el Nuevo
Mundo quedaron trazadas; un gran puerto, Cádiz, genoveses, venecianos,
napolitanos, flamencos, franceses e ingleses se dieron cita en la recién
trazada calle Nueva, con vascos y castellanos, sin otro interés que el de
comprar y vender; el ahorro y austeridad de vida que el espíritu comercial
conlleva, en Cádiz, sin embargo, cedieron el paso a la generosidad y a la
magnifica; las casa gaditanas, de mármol, piedra y caoba, en una Andalucía de
cal y ladrillo, fueron las más lujosas y mejor aderezadas de España. El Cádiz
marinero, comercial y cosmopolita de antaño renació, pues, en este segundo
ciclo histórico con exuberante prosperidad, mereciendo el sobrenombre de
“Emporio del Orbe”.
Pero si la economía creció y la población se
hizo cada vez más cosmopolita, ese aumento de riquezas y esa mezcla de culturas
aceleraron el proceso de descristianización de la ciudad, en donde la
tolerancia se tradujo en permisividad y las propias creencias quedaron sin
raíces.
LIBRO: La vida cotidiana durante la guerra de
la independencia en la provincia de Cádiz (II) consultado en la Biblioteca José Celestino Mutis.
Muy bien narrado esta historia de Cádiz como la ciudad mas antigua de Occidente. Te felicito por tenernos también informado de la historia de nuestra ciudad.
ResponderEliminarBest 8 Casinos in New York City - Mapyro
ResponderEliminarLooking 서산 출장샵 for the Best Casinos in 의정부 출장안마 New York City? 원주 출장샵 Mapyro NY has 남원 출장안마 everything you 논산 출장안마 need to know to find the top 10 casinos in New York State.